La comarca de la Ribera de Navarra vive un momento crítico, atrapada entre el deterioro industrial, la precariedad de los servicios públicos y un nuevo frente de conflicto ambiental. En apenas unos meses, tres empresas emblemáticas han sufrido un golpe demoledor: SKF Tudela ha anunciado un ERE que afectará a 60 trabajadores; ZF Aftermarket Corella negocia un ERTE con centenares de empleados en vilo; y Mecacontrol Cascante cierra definitivamente sus puertas, dejando sin empleo a 48 personas.
El tejido industrial ribero, dependiente del sector de la automoción, muestra así su vulnerabilidad ante los cambios globales y la falta de un plan autonómico de reindustrialización que proteja el empleo local. Las consecuencias son evidentes: pérdida de poder adquisitivo, fuga de talento y una creciente sensación de abandono institucional.
A esta crisis económica se suma la degradación de los servicios públicos. El Centro de Salud Tudela Oeste (Gayarre), cuya ampliación fue adjudicada en 2024, sigue sin obras iniciadas, mientras el Gobierno de Navarra plantea cerrar varios Puntos de Atención Continuada (PAC) en localidades como Fustiñana, dejando a miles de vecinos sin atención urgente cercana. Los alcaldes de la zona denuncian un “abandono sanitario” que se suma al desmantelamiento industrial.
Pero el drama no termina ahí. En paralelo, la Ribera se ha convertido en el epicentro de un boom del biogás que muchos califican ya de ecocidio. Desde 2006 se han proyectado nueve plantas de biogás en Navarra, de las cuales tres están operativas: la de Culebrete (35.000 toneladas anuales), Caparroso (310.000 toneladas anuales, una de las mayores de Europa) y Cabanillas (56.500 toneladas anuales). Otras están en distintas fases de proyecto en Valtierra, Cortes, Tudela y Cintruénigo, entre otros municipios.
Estas macroplantas, presentadas como soluciones 'verdes', generan sin embargo gran preocupación ambiental por el impacto en los acuíferos, la emisión de gases y los malos olores que ya sufren los vecinos. Varias plataformas ecologistas alertan de que la Ribera está siendo tratada como "vertedero energético" de Navarra.
La combinación de crisis industrial, sanitaria y ambiental dibuja un panorama sombrío para el sur navarro.
