Si una semana es importante en una localidad, esa es en la que se celebran sus fiestas patronales. Y por tanto, si un momento de las fiestas tiene una gran importancia, es su comienzo. Al hilo, también hay quienes dicen, que las fiestas al final son un reflejo de cómo es y cómo se gestiona un ayuntamiento. De ahí el título del artículo, que a lo largo de años habremos leído, sin duda, muchos parecidos. El último se detiene en Fustiñana, lo firma una mujer vinculada, pues ya no vive allí y habla de la necesidad de cambiar el anticuado ritual, impuesto por el anterior alcalde, el de casi toda la vida.
Dicho ritual implica “desvelar” a cinco minutos de lanzar el txupin, la identidad de la persona que lo va a hacer, elegido a voluntad del propio alcalde. Salvo excepciones, como la legislatura 2015/2019, donde lo lanzaron representantes de los grupos por orden en número de representación y algún año que, por lo que sea, ha recaído en alguien de la oposición, normalmente la gente hace sus “porras”, por descarte entre concejales y concejalas del equipo de gobierno. Siempre gente de la corporación. Una caduca tradición que ya “huele”. Los que “trabajan por el pueblo”, estirando esa vieja falacia, como dicen algunas personas creyendo que dicen algo. Como si trabajar por una localidad sólo fuera menester del equipo de gobierno.
Como indicaba la autora de la carta, en multitud de localidades, esa fórmula va quedando más arrinconada, dejando paso a la cesión de tal honor a una persona o entidad que haya hecho algo destacable. En el paloteado también, empieza a ser un clásico un verso donde se hace alusión al tema. No es algo nuevo; en los albores del siglo en el que nos encontramos, ya había quienes comentaban ésta cuestión en Fustiñana. No hace falta irse a Pamplona/Iruña para hacer alusión al acto, lo vemos en muchos sitios cerca; en Tudela por ejemplo en la legislatura del cambio y éste año con el personal de Protección Civil, en Ribaforada con su director de la Banda Municipal, así como Buñuel, Cadreita o Pitillas.
No será Fustiñana por asociaciones o colectivos. En tiempos se decía que era una de las localidades de la Ribera con mayor número de asociaciones. Muchas han desaparecido, otras han visto mermada su actividad, pero aún así, el número de entidades sigue siendo abultado, tanto como el de personas que, a título individual, han hecho labores encomiables o han llevado el nombre de nuestra localidad por cientos de sitios. Ya se comentó cuando la Banda Municipal hizo un número redondo desde su fundación, o el pasado año, que era el 45 aniversario del grupo de Danzas Barde-Ribera. Décadas llevan todas esas mujeres del Colectivo Alba con una actividad incansable, el equipo ciclista Portimayor y su BTT, toda una referencia a día de hoy, a los que podríamos sumar Auroros, y otros grupos.
A nivel personal, hemos tenido deportistas destacadas, atletas del pueblo o descendientes del pueblo que despuntaron a lo largo de años. La Joya, tuvo sus comienzos, gente que se entregó, especialmente alguna persona ya fallecida. Aquella pareja de patinadores que llegaron a competir y triunfar a nivel europeo. Si tenemos paloteado, danzas populares, música de gaitas, comparsa de gigantes, etc., es porque ha habido quienes de forma altruista han dado lo mejor de sí para sacar adelante esa importantísima parte de nuestra cultura. Jugadores y entrenadores del CD La Peña que marcaron una época, gente que ha trabajado y trabaja duro en misiones, con o sin sotana en África o Sudamérica, tenemos un escritor que ha publicado varios libros, una persona que ha enseñado a escribir a máquina a generaciones enteras durante décadas, historiadores que investigan nuestra historia y etnografía y alguno que recientemente nos dejó o músicos que amenizaron nuestras fiestas durante muchísimo tiempo. Tuvimos un entrañable médico que nos atendió durante largos años, así como gente a título póstumo, como aquel curandero que nos puso en el mapa e hizo conocer a Fustiñana sus mejores años, o aquellas personas que fueron cruciales para la recuperación del paloteado, por su memoria, por guardar un traje y otras muchas, que serán recordadas también por el legado de bondad, ternura y buen humor. A los que sumamos, como se comentaba en aquel artículo, nuestro urólogo, autor de varios libros, aquel músico de Fustiñana, afincado en Cantabria, que lleva consigo el nombre de Fustiñana allá por donde va y los afamados cocineros. Qué decir tiene, al leer ésto, habrá a quienes les venga a la cabeza alguna vecina o vecino merecedor de éste honor, y si no es posible por cualquier razón, al menos que sus descendientes lo hagan por ella.
No hay más ciego que el que no quiere ver, se suele decir, pero la cosa va más allá de una ceguera voluntaria. Iré directo al grano, el problema no es romper una tradición que, “¿para qué la vas a cambiar?”, dirán algunos. El problema es más serio, pues me da en las narices, y no iré mal encaminado, si pienso que, ésta fórmula se mantiene porque, es la manera más eficaz y segura de que a la hora de tirar el txupinazo no se “cuele” alguna persona que no sea del agrado del equipo de gobierno. Y que nadie se crea que estoy exagerando.
Ejemplos hay cientos. En los últimos días recorre el pueblo un fantasma que, no terminando de irse, tampoco termina de aparecer, como fue la revista El Ideal. Su problema no era estar controlada por partido político alguno, sino más bien, ser independiente, por tanto, no estando tampoco controlada por el equipo de gobierno. Ése fue su pecado, y si miramos al día de hoy, a falta de un medio local, otros intentan cubrir ése vacío, ahora bien, algunos en concreto, a golpe de talonario y donde nunca hay la más mínima crítica al equipo de gobierno, ni tampoco voz para el más del 50% del pueblo restante. En la legislatura del cambio, ni rastro del Gobierno de Navarra en ningún momento, a excepción de un cargo que es del pueblo, y sólo faltaba no le invitaran a actos oficiales. Como dijo el anterior alcalde, algo así como que no se les invita, porque no son de los nuestros. Es decir, porque no se reconoce a nadie que se salga del redil, salvo excepciones muy evidentes. Ejemplos habría para aburrir, como aquel momento en los intentos de fundación de lo que hoy es la Asociación de Peñas, donde se “barrió” literalmente a una gestora elegida en una votación. Probablemente una de las más plurales que haya habido ¿Os imagináis por qué? O la exclusión del Club de Kárate del boletín de actividades del Área de Cultura, cuando su profesor ejercía de portavoz de la oposición. Qué decir tiene, quien les escribe todavía espera que el equipo de gobierno adquiera una novela presentada hace dos años para el archivo municipal, como se hace con el resto, y salvo por un concejal que me felicitó a título personal, del resto sin noticias. Mea culpa, me presenté a las elecciones en el grupo equivocado.
En resumidas cuentas, esto es lo que hay; no reconocer a gente propia mientras por otro lado se nombran “Hijos adoptivos”, que ojo, nadie piense mal, también me parece genial, ¡por supuesto! Esperemos que esa carta, haga reflexionar, aunque algo me dice que no será así, buenos son algunos para dar el brazo a torcer aunque la mayoría social así lo reclame. Por mi parte decir, que seguiremos haciendo lo posible y hasta lo imposible si es necesario, para que aunque sea a sorbos pequeños, las cosas cambien.