UPN solo será irrelevante cuando se dejen de hacer sus políticas; por Imanol Pascual



 



Hay una afirmación que habitualmente comparten los partidos que conforman el Gobierno de Navarra (PSN, Geroa Bai, Podemos) y EH Bildu; UPN ha pasado a la irrelevancia política. No es cierto, por desgracia. Para ELA, como para otras tantas organizaciones sociales, es una buena noticia que UPN ya no esté en el Palacio de Navarra, pero lo verdaderamente noticiable sería poner fin a su modelo económico, social y cultural. ELA participó activamente (en los años más duros de la crisis) en las movilizaciones por un cambio político y social, en contra de los recortes, la política de despilfarro y clientelismo del gobierno de Barcina y Roberto Jiménez. Con una clara aspiración; promover una agenda de cambios contra aquello que llamamos régimen.
Hoy es indiscutible que UPN ha perdido una parte muy importante de su poder, pero sin embargo; ¿Qué parte de sus políticas, de su modelo social o económico ha retrocedido? En nuestra opinión, en las cuestiones importantes poco. Seis años después de la salida de UPN, la fiscalidad es prácticamente la misma que dejo Barcina, y la inversión social en sanidad, educación o vivienda nbo aumenta como debería. La fiscalidad debería ser un tema central y un elemento de confrontación entre la izquierda y la derecha. 

Cuestiones transcendentales como los cuidados y la necesidad de publificar el modelo de residencias no son prioritarios, y solo están en la agenda gracias a que las trabajadoras se están organizando, y ya han convocado una huelga para el 13 de enero. Una apuesta tan insostenible medioambiental, económica y socialmente como el Tren de Alta Velocidad sigue adelante, como en tiempos de UP. Algo similar sucede con el euskara: salvo la recuperación de algunas ayudas públicas, hay retrocesos (en la mayoría de OPE se valora el conocimiento del alemán, pero no del euskara, por ejemplo).

Por último, la vuelta a los chiringuitos y a la política del ‘Corralito Foral’ ,con la financiación pública (más de 700 millones de euros en cuatro años) para UGT, CCOO y la patronal, bajo la coartada (igual que siempre) del Plan de Empleo. 

En definitiva, ni la anterior coalición liderada por Geroa Bai, ni el Gobierno actual liderado por el PSN han supuesto la mínima contrariedad para las élites económicas, los lobbies empresariales y religiosos. Y todo ello se está produciendo sin que ningún partido de izquierdas esté haciendo oposición. El día 23 se materializará el acuerdo entre PSN, Geroa Bai, Podemos y EH Bildu para aprobar los presupuestos de 2022. Son los terceros presupuestos de esta legislatura y, al igual que los tres anteriores, están condicionados por las políticas de austeridad (en septiembre Gobierno de Navarra y Estado pactaron una tasa de déficit del 0,9%) y por el pago de la deuda y el peaje en la sombra (el 12% del presupuesto).

Además, estos presupuestos contienen un agravante: la vuelta a la financiación pública a UGT, CCOO y la patronal, algo que no sucedía desde los tiempos de Sanz y Barcina. Hasta ahora, Geroa Bai, EH Bildu y Podemos nunca han firmado unos presupuestos que destinen dinero público a estas tres organizaciones. Ello supone un paso muy grave, por el profundo sentido antidemocrático de dicha medida.

También van a aprobar una mínima reforma fiscal con un mandato principal: no tocar el Impuesto de Sociedades, que en 2000 aportaba el 16% de la recaudación, y hoy solo supone el 7%. Ello acarrea una merma en la recaudación de 400 millones cada año. 

Esta realidad contrasta con valoraciones autocomplacientes, como las del acuerdo entre Gobierno de Navarra y EH Bildu, donde se reafirman en “su compromiso por la sostenibilidad ambiental y por repensar la fiscalidad”. Resulta incomprensible que EH Bildu le reconozca esos compromisos al Gobierno de Navarra, cuando el Ejecutivo de Chivite hace justamente lo contrario: no hay más que ver su apuesta por el TAV, o escuchar a la consejera Elma Saiz diciendo que no hay que subir impuestos a las empresas.

El debate no puede reducirse a la única existencia de dos opciones; o gobiernan UPN-PSN, o gobiernan los demás cómo quiere el PSN. Demasiado fácil para el PSN (conviene no olvidar que PSN llegó a ser la quinta fuerza política tras pactar con UPN). 

Una cosa es apoyar una investidura y otra, respaldar acríticamente las políticas y presupuestos de ese gobierno. La izquierda institucional debería disputar y promover cambios, porque la complacencia y la falta de tensión solo traen acuerdos escasos y desmovilización social. A las organizaciones sociales nos corresponde presionar desde la calle y los centros de trabajo, pero cuando nadie recoge esas reivindicaciones, hay que contarlo y seguir trabajando para construir referencias y alternativas.

ELA está deseando que las políticas de UPN dejen de aplicarse en Navarra, y solo entonces tendremos motivos para celebrar su irrelevancia.

Imanol Pascual es coordinador del sindicato ELA en Navarra.