Sobre la tolerancia cero






Ainhoa Aznárez Igarza (parlamentaria de Podemos Navarra), Luciana Ferro Soriani (fotógrafa y comunicadora feminista argentina), Maite Mené Lambarri (profesora y cantautora aragonesa), Ivanna Caviglia Cardone (guía de turismo nacional argentina), Ana Cordobés (periodista abulense), y Laura Bessia Puigmarti (entrenadora de mujeres argentina) firman el artículo de opinión "Contra el maltrato, tolerancia 0... excepto" que por su interés pasamos a reproducir: 

 

Si el maltratador es mi colega, mi cantante favorito, mi familiar, el mejor jugador del mundo o un vecino que siempre saluda en el ascensor. Así presentan y exculpan a maltratadores y los envuelven en un buenismo que ninguna de nosotras aceptamos. Un ejemplo es el que estos últimos días hemos podido vivir con la muerte de Maradona y que todos los medios de comunicación han presentado como el más humano de todos los dioses para justificar e ignorar todos los abusos que cometió, no sólo consigo mismo, sino con terceras. Si lloramos por Maradona, lloremos también por nuestras hermanas asesinadas por las violencias machistas. Lo que Maradona hizo con sus pies ha sido único pero lo que hizo con sus manos, no debemos olvidarlo ni blanquearlo. El ser un gran profesional, no es incompatible con ser un maltratador.

Es por ello que nos emocionemos al ver a la jugadora de fútbol Paula Dapena dar la espalda al homenaje que se le estaba haciendo a Maradona. Ese acto simbólico estaba lleno de denuncias y reivindicaciones del movimiento feminista que ya en 2016 tuvimos otro ejemplo en al ámbito del fútbol, con aquel episodio que hacía apología y legitimaba los malos tratos con aquellos cánticos de la afición bética que suele ocupar el fondo sur del estadio Benito Villamarín, “tú lo hiciste bien, la puta era ella”. Pero, nuevamente, por encima de todo está el ídolo que mueve masas, que mueve cantidades ingentes de dinero provenientes de la publicidad que genera, de los ingresos por retransmisiones de los partidos, etc, pero siempre del deporte masculino que es el importante, el de pedigrí.

Quizás deberíamos recordar lo que nos presenta la última “Macroencuesta de Violencia contra las Mujeres” elaborada por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, realizada durante el 2019 sobre una muestra representativa de casi 10.000 mujeres de todo el país, y que  por, primera vez, recoge datos de situaciones de violencia machista que han tenido lugar también fuera del ámbito de la afectividad (acoso sexual, stalking, etc.): una de cada dos mujeres de dieciséis o más años (en concreto un 57,3%), ha sufrido violencia machista a lo largo de su vida, y una de cada cinco (19,8%), la sufrió en el último año.

A estos datos les podemos añadir también otro que nos arroja el estudio “Los efectos de la intersección entre el sexismo y el edadismo” publicado por el Instituto Navarro para la Iguadad y la Universidad Pública de Navarra, donde analiza la violencia contra las mujeres mayores de 50 años y en los que concluye que son mujeres infravaloradas, invisibilizadas, que sufren violencia estética y la violencia derivada de la tiranía del ser para el otro.

Todo esto hace que nos identifiquemos con Paula y con todas las mujeres deportistas que sufren discriminaciones múltiples y que, en muchas ocasiones, hacen que desistan de sus carreras profesionales: falta de reconocimiento, brecha salarial, falta de apoyo en los medios de comunicación, falta de conciliación y tener que decidir entre ser madres o seguir con sus carreras deportivas ya que están sujetas a las cláusulas que se ven obligadas a firmar en sus contratos.

Nada nuevo bajo el sol. Exigimos reparación y justicia para todas las mujeres y niñas porque nos queremos libres, porque nos queremos vivas. Para ello, la única píldora es: más feminismo.