Por Olivia Lazard
Traducido por Eva Calleja
https://carnegieeurope.eu/2020/09/28/one-answer-to-california-s-fires-lies-in-amazon-pub-
82799?fbclid=IwAR21SSA3s8WckHA1_ZZeJvnnpt3-4sdVDpYgH0ialMCuzJzwPqR6Jw8PVaM
Resumen: Los graves incendios en la Costa Oeste de EE.UU son en parte el resultado de la desintegración ecológica en la Amazonia. Por eso, los estados del norte y del sur de América deberían trabajar juntos por el interés que comparten en la protección de los bosques húmedos.
Las imágenes de los cielos anaranjados sobre San Francisco por los intensos incendios de California podrían marcar un punto de inflexión en nuestra conciencia colectiva sobre los efectos futuros del cambio climático. Estas imágenes no solo fueron extraordinarias por la catástrofe que retrataban sino también porque la realidad se encontró con la ficción: las imágenes tenían un asombroso parecido con Dune, una serie de libros de los años 60 de Frank Herbert cuya reciente adaptación cinematográfica tiene previsto estrenarse a finales de este año.
Herbert dedicó sus libros a los ecólogos de las tierras áridas, diciendo que, “dondequiera que estén, en cualquier época en la que trabajen, les dedico esta tentativa de predicción con humildad y admiración”. 1965, este es 2020. Omitiste una pandemia global en tu argumento.
No vivimos exactamente en el mundo apocalíptico descrito en Dune, pero nuestro fracaso en el desarrollo de una alfabetización ecológica adecuada, en priorizar el cambio climático como emergencia nacional y global, en reestructurar las economías políticas en torno a objetivos medioambientales y climáticos están haciendo que un futuro seco y distópico sea cada vez posible. Los últimos comentarios del presidente estadounidense Donald Trump sobre la situación en California son particularmente preocupantes, como cuando supuestamente le dijo a Wade Crowfoot, el secretario de recursos naturales del estado incendiado, que “empezará a hacer más frio, ya verás”. Parte de su falta de previsión se puede explicar por los sucesos que se desarrollan en otro lugar, no tan lejano como podría parecer, Brasil.
LA ECOLOGÍA DEL AMAZONAS SIMPLIFICADA
La Amazonia es un bioma complejo, uno de los bosques húmedos más grandes del mundo, y un tesoro de biodiversidad. Es también la fuente de uno de los ríos aéreos más grandes del mundo, que transporta vapor de agua a la atmosfera. El Amazonas emite unos 20 mil millones de toneladas de agua al día a través de la evapo-transpiración. Los árboles y la vegetación biodiversa juegan un papel central en este proceso físico, que consiste en absorber agua del subsuelo y transpirarlo a la atmosfera como humedad, que más tarde vuelve al suelo en forma de lluvia. Este fenómeno diario es esencial para la regulación de nuestro régimen de clima global a través del ciclo del agua que en parte rige la dinámica de calor global. Es igual a las reacciones fisiológicas humanas: los cuerpos humanos transpiran para enfriarse.
Por medio de su compleja biodiversidad vegetal, la Amazonia es esencial en la creación, reciclado y distribución de humedad a lo largo del norte y del sur de América. Esta continuamente bombeando y generando vapor de agua que se redistribuye en forma de lluvia en la Amazonia y en otras regiones. Piensa en ello de esta manera: a menudo llamamos a la Amazonia el pulmón de la tierra debido al oxigeno que produce. Pero también es uno de los corazones latentes del planeta, bombeando y distribuyendo sangre, agua dulce, a otros órganos. Si debilitamos su función como bomba de agua, la tierra muere, emitiendo todavía más dióxido de carbono y calentando nuestro clima global. Cuanto más aumente la temperatura, más incendios tendremos, quedando encerrados en un círculo vicioso creado por nosotros mismos.
Todavía podemos arreglarlo. Pero necesitamos darnos prisa antes de que suframos un fallo orgánico.
Literalmente.
La Amazonia aporta servicios ecológicos que sustentan la vida, la producción de alimentos, la integridad del agua tan al norte como el Medio Oeste Americano, el Golfo de México, y la Costa Pacífica. ¿Qué implica esto para California? Los niveles de precipitación invernal en el estado, y la subsiguiente cantidad de agua que puede almacenar, son en parte el resultado de los efectos combinados de la Amazonia y de otros bosques húmedos. El almacenamiento de agua en el subsuelo es esencial para hacer que el paisaje californiano sea más resiliente a la desertificación, a la sequía y a los incendios. En otras palabras, la Amazonía es un amortiguador esencial contra los desastres en California.
Sin embargo, la deforestación en la Amazonia se está produciendo a un ritmo cada vez más alarmante,
especialmente de desde que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, llegara al poder. De hecho,
Bolsonaro se enorgullece de estar reduciendo la Amazonia a cenizas. Como consecuencia, las precipitaciones han disminuido en Brasil, haciendo que no solo la Amazonia sea más propensa a incendios devastadores sino también las regiones lejanas a las que envía humedad. Este descenso de precipitaciones no solo se manifiesta en megaincendios que también son el resultado de largas sequias. Este mes también vimos las protestas en Chihuahua en México, provocadas por la compensación de la deuda de agua a los Estados Unidos en medio de una sequía catastrófica que ocasionó pérdidas en la producción de alimentos en México y en Texas. Estos disturbios son un aperitivo de lo que está por venir si la deforestación en la Amazonía sigue avanzando sin tregua. Si la Amazonia es una fuente de agua y las regiones de EE.UU. están entre sus destinatarios, entonces los Estados Unidos son efectivamente dependientes de la integridad ecológica del bosque húmedo para su agua, sus alimentos y su seguridad medioambiental. Si Trump es cómplice de las políticas agresivas de Bolsonaro contra la Amazonia y las poblaciones indígenas que allí habitan, indirectamente está debilitando la seguridad de los EE.UU. por medio de una política exterior equivocada.
Durante siglos, hemos dado por hecho nuestro entorno natural y hemos construido nuestros sistemas humanos sobre él. Pero si nuestro entorno falla como resultado de nuestra mala gestión política y económica, ¿qué nos espera? La integridad ecológica de la Amazonia es fundamental para la seguridad medioambiental mundial, no solo porque absorbe dióxido de carbono y lo convierte en carbono sino porque genera humedad y mantiene los patrones de precipitación por todo el continente americano y por todo el globo. No es el único ecosistema en el mundo que tiene esa función, pero la triste realidad es que la mayoría de los ecosistemas están siendo destruidos a un ritmo abrumador, dejando a nuestro clima y a nuestros ciclos del agua y del carbón en mal estado.
La geopolítica, la geoeconomía y la política regional y nacional necesitan apoyarse en una comprensión de las interdependencias ecológicas fundamentales que gobiernan los sistemas de la Tierra. Son vitales para entender las perturbaciones naturales actuales y la fundamental importancia de la integridad ecológica para la seguridad global. Esto no trata solo de las emisiones de dióxido de carbono sino también de la administración medioambiental para proteger y mantener la actividad humana.
GESTION POLÍTICA INCENDIARIA
Trump y Bolsonaro comparten la estrategia de convertir los desastres medioambientales en un arma, como los megaincendios en cuestiones partidistas, alimentando la polarización y una guerra informativa. En los Estados Unidos, Trump achaca los incendios en California a la mala gestión de los bosques en un estado gobernado por los Demócratas, aunque las tierras más susceptibles a los incendios están en realidad gestionadas por el gobierno federal. Ha amenazado en numerosas ocasiones con retener la ayuda federal en respuesta a los incendios, afortunadamente no ha sucedido así. En Brasil, Bolsonaro ha culpado de los incendios a las poblaciones indígenas, a las oenegés medioambientales y a sus oponentes políticos. Ha llegado hasta a acusar a los medios de comunicación de inventarse los fuegos (aunque se podían ver desde el espacio). Sus estrategias han fomentado constantemente la desconfianza social y política, han causado un aumento de violencia, y han abierto un camino a las políticas económicas agresivas centradas en los intereses a corto plazo. Estos intereses destrozan los estándares y la normativa medioambiental y social y con ello la seguridad de sus ciudadanos.
Si, Trump y Bolsonaro siguen impulsando las agendas nacionalistas y populistas, ambos aplaudiendo al sonido de América y Brasil primero. De manera retórica se presentan como la solución a los problemas que ellos causan o que empeoran, negando la ciencia que habla de las interdependencias fundamentales en las que se asienta la estabilidad nacional.
En un mundo con el clima alterado, esto no es solo demagogia, es un intento incendiario de socavar la seguridad local, nacional, regional y global para las generaciones actuales y para las futuras. La salud de los ecosistemas más grandes depende de la salud de los ecosistemas locales. Lo macro se comunica con lo micro y viceversa. La Amazonia, al igual que otros ecosistemas esenciales en todo el mundo, es una responsabilidad global común que las soberanías nacionales deberían administrar. Sin embargo, esta responsabilidad no debería llevarse a cabo en solitario. Debería estar apoyada y compensada. Este apoyo solo puede tener lugar una vez que los sistemas de gobierno se alinean, de lo local a lo global, para mantener los ecosistemas que proporcionan las funciones que sustentan la vida.
Aunque decir esto ahora suene como un disco rayado, intentémoslo de nuevo, aunque solo sea para apoyar a la ONU en estos días de Asamblea General: la cooperación es esencial. Incluso las agendas nacionalistas se benefician del multilateralismo en un mundo que está profundamente interconectado a niveles económicos, ecológicos, culturales y políticos. Desear que no exista la interconectividad natural y artificial solo tiene como resultado daños extremos.
Es del interés de Bolsonaro, de Trump y de todos los jefes de estado de las Américas cooperar para proteger la Amazonia. Aparte de ellos, es del interés de la comunidad mundial proteger y regenerar la Amazonia y nuestros ecosistemas globales, por los beneficios multidimensionales generados para todas las naciones independientemente de las fronteras nacionales y medioambientales. Históricamente hemos fracasado en entender este axioma fundamental de la paz mundial: la seguridad global y nacional se entrecruzan cuando se trata de preservar la integridad ecológica. Esta interconectividad debería ser para los actores de la paz y de la seguridad mundial como el descubrimiento de nuevos elementos lo es para la física: una revolución de pensamiento.
Que empiece la edad de la diplomacia ecológica.
Es una profesora visitante en Carnegie Europe. Su investigación se centra en la geopolítica del clima, la transición marcada por el cambio climático, y el riesgo de conflictos y la fragilidad asociada al cambio climático y al colapso medioambiental.