Monteagudo hace 17 millones de años










Poco hacía presagiar que Monteagudo acabaría estando asentado sobre uno de los espacios paleontológicos más importantes de Navarra y del Valle del Ebro. Tanto es así, que el yacimiento Las Yeseras, donde se han descubierto abundantes restos de mamíferos de hace unos 16 y 17 millones de años, se ha convertido en el primer lugar con restos no cuaternarios encontrado en la Comunidad Foral. Una especie de Parque Jurásico que desde la última excavación en 2012 cuenta con un itinerario interpretativo de 1,5 kilómetros que desde el Consistorio pretenden ir explotando progresivamente para estimular el turismo. Para ello, se han construido dos miradores, un parking para vehículos y una caseta que permiten vislumbrar todo el montañoso paraje, además de varios carteles con dibujos de Mauricio Antón que explican con detalle cómo eran los animales encontrados en el lugar hace millones de años.

Gracias a la última expedición, liderada por los paleontólogos Xabier Murelaga y Oier Suárez, junto con el arqueólogo Óscar Sola, fue posible localizar un frente de la cantera de yesos explotada en la primera mitad del siglo XX en el que se cree que se obtuvieron buena parte de los fósiles conocidos. A través de una serie de catas y prospecciones sobre el terreno, los investigadores consiguieron esclarecer un poco la historia del yacimiento, lo que animó al pueblo a habilitar la zona y mostrar la importancia del entorno.

Pero el descubrimiento de este emblemático lugar no es algo nuevo. Los primeros registros apuntan a 1919, cuando el padre Lacarra dejó un escrito en el que relataba cómo un vecino que estaba construyendo una vivienda se le aproximó con un trozo de maxilar pensando que era de un elefante o de un gran animal parecido. “Quedamos admirados, y con no poco sentimiento, de que semejante pieza fosilizada se hubiese perdido. Allí yacían multitud de restos esqueléticos convertidos en piedra por la acción química de los siglos”, indicó el padre en unas notas. Posteriormente, no existen registros de otras expediciones hasta 1925, cuando el jesuita Longinos Navás revisó el trabajo de Lacarra y recogió nuevo material para realizar un artículo en el que analizaba el emplazamiento, pero una vez más la investigación cayó en el olvido.

En los años 40, los paleontólogos Miquel Crusafont y Josep Fernández se interesaron por el lugar, comenzando una colaboración con el prestigioso investigador Máximo Ruiz de Ganoa. Precisamente, Ruiz de Ganoa es considerado el padre de la Paleontología en Navarra por sus extensos trabajos locales de divulgación y recuperación de fósiles. Más adelante, a finales del siglo XX, Humberto Astibia retomó el estudio del paraje, pero para entonces la explotación de yesos ya se había terminado, y con ella la localización exacta de los fósiles de las Yeseras. Por ello, la investigación volvió a quedar en el aire hasta que en 2012 el Ayuntamiento de Monteagudo retomó la iniciativa y consiguió uno de los mayores éxitos para la paleontología navarra reciente.

CON PRISMA Los paleontólogos y geólogos intentan conocer cómo era exactamente el entorno de la comarca hace 17 millones de años, época de la que se han extraído los restos. Según ellos, al mirar hacia el Moncayo desde el yacimiento se podía apreciar una enorme sabana como las que existen actualmente en África. En el Moncayo había ríos que nacían allí y fluían hacia las Bardenas en las épocas de lluvia, dejando extensas praderas entre ellos donde pastaban manadas de herbívoros como mastodontes, rinocerontes, rumiantes paleomerícidos, tortugas gigantes y otros grandes mamíferos a los que pertenecen los fósiles más comunes hallados en Monteagudo. Como en aquel momento la Cuenca del Ebro no tenía conexión con el mar, los ríos desembocaban en grandes lagos sobre la zona de Tudela, alrededor de la cual crecían bosques y acababan depositándose gran parte de los sedimentos que venían de las montañas. Unos siete millones de años después, se abrió la barrera que encerraba la Cuenca y nació un primitivo río Ebro que desembocaba en el mar Mediterráneo, dando comienzo entonces una etapa de erosión que todavía hoy continúa y que se puede apreciar muy bien si se observa la Muela de Borja.

Vía: Noticias de Navarra