Pedro Pérez Bozal
La parroquia de Santa María de Valtierra acogió en la mañana de este domingo el funeral de Ángel Oliver, que falleció la víspera a la edad de 82 años. Este histórico ribero, ablitero de nacimiento y valtierrano de adopción, fue uno de los faros que alumbraron al antifranquismo desde la Iglesia católica, madre inesperada de pastores contestarios hacia el Régimen totalitario.
Oliver aterrizó en la localidad bardenera en el verano de 1964 como coadjutor y pronto se convertiría en uno de las personas clave (junto a otros religiosos como Manuel Guardarmino, Javier Ayesa o Javier Muerza) para que la ciudadanía ribera promoviera el sindicalismo, no se amilanase en las guerras agrarias o comenzara a unirse ante diversos problemas vecinales, tal y como explica José María Giganto en su trabajo 'Sindicalismo e Iglesia en la Ribera de Navarra'.
En la citada obra emerge el nombre de Oliver como uno de esos curas obreros que apostaron por combinar el trabajo espiritual con el físico gracias al aperturista Concilio Vaticano II de 1964, que aun así no impedía que los clérigos tuvieran que seguir pidiendo permiso a sus superiores para trabajar en los extramuros eclesiales.
Así lo hizo Oliver en 1972 al obispo auxiliar de Pamplona y Tudela, Monseñor Larrauri, que le respondió por vía epistolar y le mostró su respeto por su decisión de ponerse "a trabajar". El obispo auxiliar le mostraba sus dudas "por la dificultad pastoral" que podría encontrar por combinar su "quehacer como consiliario diocesano del apostolado rural" con su nueva tarea en Conservas Napal, de Valtierra.
Lararrui le deseó que su trabajo "no reste fuerzas a tu sacerdocio" y le previno al señalarle que recientemente ha visitado el barrio obrero madrileño del Pozo del Tío Raimundo y había visto que muchos curas obreros se han "quemado" y secularizado.
No dejó las faldas de la Iglesia el jesuita Padre Llanos, ejemplo utilizado por el obispo auxiliar de Pamplona y Tudela para aceptar la petición de Oliver, al que le muestra su cariño: "El Señor te ayudará y yo, en lo que pueda, también".
Adiós Iglesia, adiós
El 26 de octubre de 1973 la agencia Europa Press titula: "Dos sacerdotes y un diácono, arrestados por sus predicaciones del 1 de mayo". Oliver en Valtierra y el tándem Roberto Garcialandia-Antonio San Vicente en Cascante realizaron valientes homilías en favor de la clase trabajadora en fecha tan señalada para el movimiento obrero.
El Régimen franquista impulso una multa a los tres religiosos, que perdieron su libertad como sustitutorio a las multas que les habían impuesto por sus aguerridos sermones pronunciados en un tiempo en el que el golpista Francisco Franco seguía vivito y eternizando el siglo XIX.
Una vez muerto el dictador, en 1977, Oliver ahorcaba los hábitos y se despedía de sus feligreses con una homilía que arrancó así: "Queridos hermanos, quizá sean estos momentos los más duros para mí por lo que lleva consigo de despedida, de recuerdos, de años vividos juntos a vosotros, de intensos esfuerzos en común, de dolor humano y de tensiones por la situación que nos ha tocado vivir".
Durante más de 12 años Oliver asegura que compartió "alegrías", "angustias", "ilusiones" y "sufrimientos" con los vecinos de Valtierra, a los que dice adiós con crudeza: "La fe en Jesucristo me lleva a no quedarme en palabras sino a ir tomando unas opciones en favor de la liberación del pueblo".
Y la opción ante las elecciones constituyentes fue la Agrupación Electoral de Trabajadores de Navarra, impulsada por la maoísta ORT que en los inicios de la Transición cubrió el hueco en amplias capas de la izquierda ribera que no ocupaban PSOE, PCE o el mundo abertzale.
La ORT, en aquella cita de 1977, fue dividida en Navarra en dos facciones: por un lado, se presentó UNAI, que fue tercera fuerza con casi 25.000 apoyos, y por otro la Agrupación Electoral de Trabajadores, que se convirtió en sexta opción con más de 13.000 votos. De haber ido juntas ambas listas, la ORT hubiera conseguido uno de los cinco escaños que se repartieron UCD y PSOE.
Política municipal
La división penalizó a la izquierda transformadora navarra y Oliver aprendió la lección. Es por ello que fue una de las almas de la Candidatura Unitaria de Izquierdas de Valtierra que él lideró en 1983, obteniendo siete de los once concejales en liza.
El exclérigo repetiría mayoría absoluta en 1987 con seis concejales liderando la misma plancha, en este caso teniendo como referente a nivel autonómico al PSN-PSOE (al que se afilió). Los socialistas navarros celebraron su III Congreso en 1988 y eligieron una nueva Ejecutiva regional en la que Oliver se integró.
En 1991, ya bajo las siglas del PSN-PSOE, Oliver logró su tercera mayoría absoluta con siete ediles de once posibles, siguió modernizando el municipio y disparó la afiliación socialista en Valtierra, que llegó a ser la segunda agrupación con más miembros de Navarra solo por detrás de la de Pamplona.
En 1995, brevemente, saltó a la política autonómica al convertirse en director gerente del Instituto Navarro de Bienestar Social bajo la presidencia de Javier Otano, que dimitió tras conocerse que tenía una cuenta bancaria en Suiza y vio con estupor como Ferraz obligaba al PSN-PSOE a cederle el poder a UPN.
El nombre de Oliver resurgió en 2007 cuando, tras el agostazo, renunció a la secretaría general del PSN-PSOE en Valtierra, se dio de baja del partido e impulsó una riada de bajas de la formación socialista en la Ribera por la negativa de Ferraz a que Fernando Puras se convirtiera en presidente de la Comunidad Foral de Navarra tras pactar con Nafarroa Bai e Izquierda Unida.
El temor de Pepe Blanco a que el acuerdo pasase factura a nivel estatal a José Luis Rodríguez Zapatero en las generales de 2008 volvió a convertir al PSN-PSOE en simple testigo de su propio destino para negocio de UPN.
Oliver mostraba su "decepción, indignación y frustración como consecuencia del engaño, mentiras y traición a que nos han conducido los dirigentes socialistas de Madrid y Navarra" e impulsaba la Plataforma por el Cambio en Navarra, que se unió en Izquierda Unida y Batzarre en el nacimiento de Izquierda-Ezkerra, allá por 2011.
Ese mismo año el exclérigo también promovió el nacimiento de la Candidatura Progresista de Valtierra, que se convirtió en segunda opción en la localidad bardenera, y además apoyó a listas municipales de IE y su órbita en Tudela, Murchante o Cascante.
El paso del tiempo no domó a Oliver, que en sus últimos años realizó un mayúsculo trabajo en materia de Memoria Histórica, siguió siendo ejemplo de compromiso político al seguir en las listas de la Candidatura Progresista de Valtierra e Izquierda-Ezkerra en las municipales y forales de 2019, y cuidó en la salud y la enfermedad a su mujer, con la que tuvo un hijo.
Oliver nunca acabó de desinteresarse de la política y en 2019 señaló haberse sentido "traicionado" tras advertir con estupor que la Candidatura Progresistas de Valtierra entraba a cogobernar la localidad al aupar a la alcaldía al regionalista Manolo Resa, célebre por sus incontables polémicas.
Descanse en paz.
Imágenes: Diario de Noticias, Archivo Linz y Diario Pueblo.