Más que una pandemia; por Alfredo Gil 'Txiki'



 



Recopilar, hacer memoria, recordar, analizar, corregir, todos estos verbos olvidados en apenas año y medio. Año y medio de archivos comprimidos que se guardan en el Pen drive de nuestro yo para siempre. 

Quiero conectar el mío a la revista e-Ribera para rememorar la memoria. Abierto a la opinión desde una visión personal .Fue a primeros de marzo cuando la tensión subía poco a poco entre el personal sanitario y las jefaturas ya se preparaban para lo que no estaba preparado. 

Todos estábamos atentos a la venida de pacientes de China o que hubieran viajado a China. Nadie en el sector médico decía lo que se nos venía encima pero todos eran conscientes de lo que podía venir. La magnitud estaba por descubrir así como, el origen, efectos, protocolos de actuación, etc. 

La respuesta del personal sanitario fue, ejemplar y emocionante arriesgamos más que nunca nuestras vidas por salvar a los demás. Comenzaron a venir casos, cada día más y más. Esfuerzo, impotencia, tensión, preocupación y sobre todo dolor, mucho dolor. 

La sociedad aterrorizada se acobijaba en sus domicilios, las calles y plazas fueron un sepulcro. No tardaron en aflorar gestos de solidaridad, de ayuda, de reconocimiento para los que estábamos en primera línea, pero también comportamientos déspotas, soberbios y egocéntricos de determinados políticos que usan todo para una foto en las redes presumiendo de lo que no son y nunca serán. 

Se cerraron las residencias de ancianos, muchos no volvimos a ver a nuestros seres queridos ni pudimos dar un entierro con cariño. En Tudela, el ejército patrullaba las calles por orden de un alcalde absurdo. Calles vacías a las que de vez en cuando echaban legía, ahora ya no se hace. 

La Guardia Civil patrullaba los huertos y no se podía plantar ni regar, más tarde los huertos se convirtieron en discotecas. La llegada de vacunas sirvió para comenzar a volar de nuevo, y las ansias de convivencia, de volver a la bendita rutina dieron paso a las no fiestas patronales. No fiestas desenfrenadas, en las que los contagios se disparan de forma matemática en todas las poblaciones. 


Es difícil hacer un balance global, ni siquiera un análisis personal sobre este periodo de tiempo. Yo he pasado del pesimismo a la esperanza, al enfado, a la emoción pero lo que no he podido abandonar es el dolor y el recuerdo. 

Dolor que no ha dejado ni un milímetro de espacio al miedo en mi caso y crean que no sé que es peor. No podemos lamentablemente cerrar la alerta sanitaria y nunca debemos olvidar que la fragilidad del ser humano nos tiene que abrir puertas a la amistad, la solidaridad y el comportamiento cívico.

Han fallado muchas cosas y mucha gente. Una clase política inmersa en el victimismo, la heroicidad, la confrontación y la incapacidad en numerosos casos. Termino estas líneas sin más criticas ni reproches , solo con un abrazo enorme a todos los que hemos dejado algo irrecuperable durante este tiempo, sea lo que sea. Seguimos caminando.