La encrucijada de UPN: renovarse para recuperar el Gobierno o esperar a 2023



 



UPN tiene un problema: hace seis años salieron del Gobierno de Navarra y no hay una sola encuesta que pronostique que lo vayan a recuperar. Javier Esparza no está logrando que las bases se ilusionen con su ajado discurso contra el nacionalismo vasco a pesar de que cuando ejerció de alcalde de Aoiz tuvo a bien tener la ikurriña colocada en el salón de plenos. 

El líder de la oposición en Navarra sí que está intentando resucitar la teoría que relacionaba a UPN con la buena gestión y la ética. Esparza se acoge a que su partido no se ha visto salpicado por grandes casos de corrupción. 

Pero es evidente que UPN cerró en 2015 casi un cuarto de siglo en el poder de Navarra con el autoestima por los suelos por la desaparición de la CAN, la mala imagen de Miguel Sanz y Yolanda Barcina (que devolvieron más de 100.000 euros de dietas de la extinta entidad de crédito), obras como el circuito de Los Arcos, favores al Opus Dei, escándalos en Bardenas y los peajes en la sombra que ya han costado más de 800 millones de euros (y faltan casi otros 1.200 de pagar). 

Lo que no cambia es la vascofobia de algunos miembros de UPN, que prosiguen con sus continuas menciones a ETA a pesar de que desapareció hace una década. Este adiós provoca, entre otras cosas, que en Navarra pueda funcionar un eje izquierda-derecha con el que a los regionalistas les va muy mal. 

Repasemos 8 claves de UPN: 

1- Navarra Suma

UPN debatirá sobre con qué siglas se presenta en 2023. A priori, los regionalistas podrían recuperar su marca tradicional sin que este hecho implique ruptura con el PP y Ciudadanos. Y también podrían continuar con Navarra Suma, que les salvó de males mayores en las últimas municipales. 

Existe una tesis que dice que UPN debería romper con el PP porque este hecho facilitaría la resurrección del 'pacto del Régimen' con el PSN-PSOE. Pero lo cierto es que un nuevo divorcio ni mucho menos garantiza que los socialistas vayan a renunciar a cobrar bocado si tienen posibilidad. 

2- Identidad

El regionalismo es una fórmula chauvinista con la que la derecha española se transforma en autonomista en regiones con influencia del nacionalismo soberanista, véase Galicia, Navarra o la Comunidad Valenciana. 

Es cierto que UPN nació como reacción centralista a la concesión de una herramienta de autogobierno, la transitoria cuarta que posibilita la unión de Navarra y Euskadi en una sola autonomía. Pero aun así ellos se erigen como 'navarristas' a pesar que miembros destacados de su partido se han manifestado contra la recuperación de la competencia de Tráfico. 

Javier Esparza quiere recuperar el discurso fuerista a pesar de que se alió con un partido que denuncia la singularidad foral, Ciudadanos. 

3- Un partido, mil acentos

Antes UPN tenía un solo acento político y ahora tiene muchos más: el agrio 'no por el no' de Javier Esparza en el Parlamento foral, el 'revillismo' de Alejandro Toquero, el '¡a por ellos!' de Carlos García Adanero y Sergio Sayas, la tecnocracia de Cristina Ibarrola, el 'opusdeismo' de Enrique Maya... 

Es cierto que cada político tiene su personalidad, pero es especialmente llamativo el papel regionalista en el Congreso donde Sayas y García Adanero se mimetizan con Vox para defender a 'España' en vez de defender Navarra. 

4- Votos

Miguel Sanz rozó los 140.000 votos en las autonómicas de 2007, Yolanda Barcina cayó hasta los 110.000 en 2011, Javier Esparza se hundió hasta los 92.000 en 2015 y Navarra Suma facilitó que se alcanzasen en 2019 los 127.000, que son cifras que lograban antes de la crisis. 

Esparza necesita ensanchar escaños, alcanzar al menos 22, con el ánimo de que Navarra Suma/UPN consiga al menos igualar el número de parlamentarios de PSN-PSOE, Geroa Bai y el espacio de Unidas Podemos. 

Los regionalistas quieren que las 'fuerzas vivas' del PSN-PSOE y UGT eviten en 2023 que María Chivite repita en el Palacio de Navarra. 

5- La Ribera

UPN presume que los acuerdos entre PSN-PSOE y EH Bildu conllevarán que los socialistas riberos se pasarán en fila a sus filas en 2023. Pero lo cierto es que en la Ribera todavía están levantadas las trincheras de la Guerra Civil y el eje es izquierda-derecha, y no constitucionalista-nacionalista. 

Sí que puede empapar en la merindad de Tudela la resurrección del discurso victimista respecto a Pamplona. En este apartado es clave Alejandro Toquero, que omite el papel de UPN con la Ribera durante 23 años y enarbola la bandera riberista. 

6- Medios de comunicación

UPN está escuálido de apoyos mediáticos después de que la pésima situación económica de Diario de Navarra y Navarra TV obligase a ambos medios a cambiar una línea editorial conservadora por otra más centrista. 

Los regionalistas sí que son apoyados por Navarra.com, gran negocio y pésimo proyecto periodístico, y por los medios madrileños, que compran los discursos apocalípticos que dispensan Esparza y compañía. 

7- Madrid

Navarra es cuestión de Estado y en la madrileña calle Ferraz suele decidirse quién manda en la Comunidad Foral. Resulta positivo para el bloque progresista navarro que Santos Cerdán haya sido designado secretario de Organización del PSOE, ya que el de Milagro actuará de amortiguador ante cualquier ruido madrileño.

8- La renovación pendiente

Los afiliados de UPN apostaron por la continuidad en las primarias celebradas el pasado año. Este proceso se cerró en falso por la escasa deportividad de Javier Esparza, que se tomó como una afrenta el hecho de tener competidor y no integró a los partidarios de su rival a pesar de que este superó el 40% de apoyos. 

El partido lleva pidiendo mucho tiempo una renovación que sigue pendiente. No parece factible que Esparza la haga en 2021 y será en 2023 cuando UPN la asuma si por tercera legislatura consecutiva ocupan la bancada de la oposición. 

Está claro que esa renovación se haría sin Esparza, que se marchará si no alcanza poder. El presidente de UPN no parece tener un sustituto de garantías por la alarmante falta de banquillo que sufre.