El incendio reciente en el Vedado de Eguaras, zona de gran valor ecológico, ha afectado a 517 hectáreas, 332 de ellas dentro de Reserva Natural, con pérdida de importante patrimonio forestal en una zona semiárida refugio de fauna y flora y de difícil recuperación. A lo largo de los tiempos el fuego en la naturaleza se ha producido siempre, lo que ha variado en las últimas décadas es su origen debido a las actividades humanas. Unas veces intencionadamente, otras por negligencia y otras más debido a la falta de atención en la gestión que desde las instituciones tratan este fenómemo alarmante.
Y digo alarmante porque cada año, y debido al cambio climático, se agudizan los aspectos que concurren para que se den más y mayores incendios catastróficos descontrolados. Estos son debidos a la ignición, el combustible, la sequía y las condiciones meteorológicas apropiadas. En algunos de ellos podemos incidir con medidas adecuadas, pero otros no están a nuestro alcance. Una vez se traspasan umbrales iniciales se generan incendios que pueden ser de gran magnitud (megaincendios), que tienen su propia dinámica (las llamadas tormentas de fuego) y superar la capacidad de extinción de los bomberos.
Los incendios acarrean importantes pérdidas materiales, humanas y de patrimonio natural, pero además aceleran el preocupante cambio climático, que por ahora somos incapaces de controlar. Por tanto, todos los esfuerzos que la sociedad y sus instituciones hagamos en la prevención y gestión de los incendios serán imprescindibles sino queremos encontrarnos frente a futuras catástrofes bíblicas.
En Navarra algo estamos haciendo mal. Los numerosos incendios habidos en los últimos años así lo atestiguan. Ni el Plan Especial ante el Riesgo de Incendios Forestales de Navarra, ni las Directrices Básicas de Planificación de Protección Civil de Emergencias han servido de mucho. Ahora se cumplen cuatro años del incendio más grave de la historia de Navarra, el que calcinó 3.500 hectáreas en la Zona Media. En la zona del Vedado de Eguaras, en 2010, un incendio forestal quemó 47 hectáreas. En 2011 otro incendio quemó otras 47 hectáreas en el Alto de los Tambores. En 2016 una cosechadora provoca un incendio de 4,5 hectáreas. Este año se declaró un incendio en la zona de Bera y Lesaka que arrasó 2.000 hectáreas, y naturalmente el que nos ocupa reciente. Estos no son los únicos incendios habidos en los últimos años, ya que se contabilizaron bastantes más de diferente gravedad.
La sociedad navarra está indignada, porque lo único que han hecho nuestros políticos ha sido lamentarse de la catástrofe ambiental en el Vedado de Eguaras. Eso no basta, y tampoco sirven solamente las recomendaciones que desde Medio Ambiente hacen a los agricultores «que extremen las precauciones, sobre todo en los días de más calor». «Sería conveniente que contaran con un depósito de agua y medios de extinción precisos para poder hacer frente a los focos de fuego que se pueden generar».
Adecana se ha manifestado recientemente haciendo recomendaciones muy acertadas al Gobierno de Navarra, de cara a ampliar la legislación contra incendios existente y así evitar accidentes ocasionados por las labores agrícolas de verano, como el reciente en el Vedado de Eguaras. El sindicato LAB, en una nota preocupante reciente afirmaba que: «En una época en la que se están dando olas de calor, se está bajo máxima alerta ante incendios forestales y los parques de bomberos de Navarra nuevamente «bajo mínimos» y «sin capacidad de gestión en materia de personal». Esto produce alarma…
Naturalmente la prevención, el trabajo de sofocar los incendios y la reforestación de las zonas siniestradas requieren, además de una buena gestión, medios materiales y humanos que cuestan dinero. Sabemos que no estamos en un momento económico óptimo, pero lo que nos jugamos requiere que se dedique a los incendios, igual que al medio ambiente, mayor atención y medios. De no hacerlo, nos podemos encontrar a corto plazo con situaciones catastróficas, cuyos costos serán sin duda mucho mayores que lo que ahora proponemos.