'Nueva normalidad': manual para no perderse el fútbol, los festejos extraoficiales y los chapuzones






Han muerto en España más de 27.000 ciudadanos por la crisis sanitaria, en realidad la cifra podría brincar las 40.000 según una elemental comparación interanual de registros civiles, y el teléfono estatal de atención psicológica para prestar apoyo asistencial a las personas con dificultades derivadas de la COVID-19 ha realizado alrededor de 11.000 intervenciones.

Pero la sociedad, en plena euforia 'postapocalíptica' tras la brutal mejora de la situación sanitaria, anda centrada en conocer cuándo regresa LaLiga, en saber cómo se abrirán las piscinas municipales o en preguntar por si el festejo de su pueblo o la tradicional suelta de vaquillas se celebrará este año.

Parece lógico que la ciudadanía, tras sufrir tres meses de angustia, ande oxigenándose con los mecanismos propios de la evasión. Lo que no parece tan razonable es la actitud de Gobierno de Navarra, que ha realizado una gestión de la crisis sanitaria con algunas sombras importantes.

El Ejecutivo foral aconsejó esta semana a los municipios navarros que cancelen las fiestas y envía así el 'balón impopular' a unos consistorios que pueden funcionar por unos mecanismos chauvinistas que podrían facilitar el rebrote del virus.

No se entiende a cuento de qué el Gobierno de Navarra sugiere cancelar fiestas, cuando lo que debería hacer, si cree que la situación sanitaria no es proclive para que se realicen grandes concentraciones populares, es prohibirlas durante 2020.

Aunque los que se creen dueños de la rojigualda, pendiente de estrenarse en una reivindicación social, quizás pretendan estar a la vez estar de solemne luto y de fiestas. ¡Cuánto quiere el mundo rural a España y qué poco invierte España en el mundo rural!

Y es que el bloque conservador decía que se abriera todo en mayo después de haberse preguntado a mediados de marzo por qué no se cerró todo en febrero. Y ese mismo bloque sigue demostrando su odio hacia el feminismo, igualdad, cada vez que sale a relucir el mismo 8M en el que Díaz Ayuso estaba a sus cosas mientras Ortega Smith daba un baño de virus a los partidarios del nacionalismo español.

No es cuestión de criminalizar la felicidad de la sociedad, que recobra fuerzas. Pero, ¿se puede estar de luto y de fiestas? Parece ser que sí. Recuerden que esta 'festiva serenidad' la irradiaba hace unos días Iván Espinosa de los Monteros, que se subió en un autobús descapotable y comparó la concentración antigubernamental de Vox con la celebración del Mundial de fútbol de 2010. En el centro de Madrid aquel día solo faltó una capea...