Vía: Apuntes de clase
El secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo (Barakaldo, 1972), cree que el levantamiento del parón de los sectores no esenciales está mostrando una caída en la actividad que dibuja lo que no duda en llamar «crisis sin ningún tipo de precedente histórico». Entrevistado por Apuntes de Clase, Sordo habla también sobre las medidas implementadas por el gobierno, como los ERTE o las destinadas específicamente a autónomos, y sobre qué está evidenciando este escenario a nivel político y sindical.
¿Cómo valora la reincorporación al trabajo de esta semana? ¿Se están cumpliendo, según sus informaciones, los protocolos de seguridad?
La primera cuestión que llama la atención es la incidencia menor de lo previsto que está teniendo la recuperación de actividad. El último dato que me llega es de los transportes urbanos de Barcelona, donde la movilidad es un 6% menor que la que había antes de la paralización de la actividad de servicios no esenciales. Esto quiere decir que o bien la vuelta se está haciendo de forma muy paulatina o estamos ya inmersos en una crisis de tal calibre que muchas empresas que pueden tener actividad no la están teniendo porque por un lado ha caído la demanda y por otro pueden tener problemas de suministros. La gran duda está en la construcción, donde en nuestra opinión no se tenía que haber precipitado la vuelta a la actividad. En general, en las empresas con cierto tamaño y presencia sindical hay cumplimiento importante de los protocolos, en otras lo está habiendo porque están trabajando al 30% o el 40% de su capacidad, pero la gran incertidumbre son aquellas pequeñas y medianas empresas, muchas sin representación sindical, donde nadie está en disposición de asegurar que se estén cumpliendo los protocolos de seguridad.
¿Ha sido una vuelta al trabajo precipitada?
Eso lo van a dar los datos de incremento o no de contagio. Habría que actuar con prudencia. Yo, sinceramente, creo que habría que haber sido más prudente teniendo en cuenta el perfil de empresas que tenemos en España. Una cosa es lo que digan los protocolos de seguridad, otra cosa es que en muchos de ellos son eso, recomendaciones pero no se amparan en una normativa vigente y, sobre todo, que el tejido de empresas no son las grandes empresas industriales donde quizá se puedan cumplir, sino cientos de miles donde nadie puede garantizar qué es lo que está ocurriendo ahí.
¿Hablamos ya de una crisis?
Sí, yo creo que es evidente. Una crisis sin ningún tipo de precedente. En términos de caída de PIB, de destrucción de empleo y de paralización de actividad no hay ningún precedente histórico. Tenemos unos 460.000 ERTE solicitados, un número disparatado también sin comparación. Es una situación inédita que va a requerir de respuestas económicas y políticas absolutamente excepcionales.
En su opinión, ¿se tardó en paralizar la actividad no esencial?
Nos guiamos por el principio de que son los epidemiólogos quienes tienen que ir marcando el camino. Lo cierto es que la caída radical en los contagios que aparentemente tenemos indican que el confinamiento «civil» ha tenido una parte muy importante en esa reducción. Nosotros desde el principio hemos pensado que debiera pararse la actividad en toda empresa que no fuera capaz de de cumplir los protocolos.
¿Cómo valora las medidas laborales tomadas por el Gobierno?
Van en la buena orientación pero no tienen la intensidad suficiente. El Gobierno ha hecho un diagnóstico que más o menos compartimos. Ante una crisis de estas características hay que tomar medidas en tres direcciones inmediatas. Una es tratar de evitar despidos, y creo que las medidas sobre los ERTE están dando unas cifras que asustan, con más de tres millones de personas afectadas, pero si no se hubiera tomado esa medida la destrucción de empleo hubiera sido masiva. También se ha actuado en favor de las rentas de las personas que las perdían y aquí es donde yo creo que las medidas son insuficientes. Hay más de un 1.200.000 personas en el paro ahora mismo sin prestación. Lo tercero que había que hacer era inyectar mucha liquidez en la economía y facilitar el acceso al crédito para superar ese salto entre gastos fijos y ningún ingreso para tratar de evitar la destrucción de empresas.
¿Son los ERTE la mejor salida, o la menos mala, para tratar de conservar empleos? ¿Cómo valora las críticas de otros sindicatos de no oponerse a ese tipo de medidas?
Estoy convencido de que los ERTE han supuesto salvar cientos de miles de puestos de trabajo. Hay sindicatos que no tienen ninguna responsabilidad ante nadie y por tanto pueden decir lo que consideren. Sin ERTE se hubieran disparado las pérdidas de cotizaciones en la Seguridad Social que han sido, pese a todo, de casi 900.000 del 12 al 31 de marzo. Los ERTE permiten acceder a la prestación de desempleo y además está garantizada la reposición de esa prestación. Si las personas que están en un ERTE finalmente su empresa desaparece y se van al paro vuelven a tener el contador a cero. Esto va a ser un gasto público de miles de millones de euros pero que van a salvar cientos de miles, por no decir millones de puestos. Quien tenga otra solución que la ponga encima de la mesa. Creo que vivimos en un momento en el que demagogias baratas, las justitas.
¿Cómo valora medidas como la prestación por cese de actividad o la moratoria tributaria hacia los autónomos, un colectivo de 3 millones de personas?
Hay que hacer dos valoraciones, una sobre el contenido y otra sobre la operatividad. Parte de las críticas que llegan tienen que ver con las dificultades de gestión, el acceso a los créditos o a la prestación, que no olvidemos que ha sido solicitada por 900.000 personas. En la vida ha habido un cuello de botella tan grande para el Servicio Público de Empleo o la Seguridad Social como el de ahora. Sobre el fondo de las medidas, en contra de lo que ha dicho una asociación de autónomos, en concreto la que está incluida en la CEOE, sí se han tomado medidas para los autónomos. Nunca se habían solicitado prestaciones por desempleo, que se están concediendo el 98%, los autónomos con trabajadores a cargo han podido instar ERTE, y lo han hecho de una manera masiva. Son medidas que pueden ser mejorables pero no se puede decir que no se hayan tomado. Algunas asociaciones y partidos están pidiendo algo que no comparto: la exoneración general de cotizaciones, de impuestos. Creo que se puede diferir o analizar sectores concretos, pero no todos los autónomos están ni van a estar en la misma situación. Creo que hay ya quien está preparando el discurso para el día después. Con la que se viene por delante y ante un país que se puede ir a un 10% de déficit público en los próximos años, plantear que la salida pase por una bajada generalizada de impuestos nos lleva a la ruina.
¿Qué tipo de escenario ve a medio plazo?
Va a depender de las políticas que se hagan. Hay muchas incertidumbres. El que dé respuestas taxativas es un imprudente, un temerario, un ignorante o las tres cosas. Estamos en un momento en que hace falta un gran acuerdo político y social para hacer políticas de inversión e impulso público de la economía. Creo que van a hacer falta palancas de inversión de ámbito extra-nacional y Europa está jugándose el ser o no ser, y va a haber que revisar los modelos de protección social o de provisión de servicios como la dependencia. España tendría que hacer lo que casi calificaría como de auditoría: cuáles han sido los problemas, los recursos que teníamos o no, un replanteamiento de la política industrial, y el de atención a las personas canalizado a través de la concertación o la privatización, como residencias y ayudas domiciliarias. En mi opinión, la responsabilidad pública va a tener que reforzarse en el futuro. Creo que nos llevará al debate del modelo fiscal: qué parte de la renta que produce un país decidimos poner en común.
Llega un 1º de Mayo raro, por lo pronto sin manifestaciones.
El 1º de Mayo aún no está diseñado totalmente. En muchos terrenos estamos escribiendo en un folio blanco. Lo único claro es que no habrá manifestaciones, pero el formato definitivo no lo tenemos cerrado. Trataremos de hacer algo para poner en valor el mundo del trabajo en general, que se ha demostrado su importancia como motor de la sociedad, particularmente de esas actividades consideradas esenciales, algunas de las peor pagadas además.
¿Qué cifras de consulta en el último mes maneja el sindicato?
La línea de teléfono 900 que puso la confederación ha recibido 6.000 consultas, pero sumando las a través de email, whatsapp o telegram seguramente hablemos de más de 100.000. De ellas, casi el 80% corresponde a personas no afiliadas. Estamos dando atención, por la especificidad del momento, tanto a afiliados como a no.
¿Cree que de este escenario se saldrá reforzada la sindicación?
Tiene que hacer reconstruir en nuestra sociedad el valor de los sólido, del conocimiento sólido, de organizaciones sólidas. A la hora de la verdad, cuando los problemas vienen con esta gravedad, el trabajador recurre a quien le da respuestas. Nosotros estamos encontrando una actitud muy positiva en las personas que están consultando, sin estar afiliadas, y encuentran alguien que les escucha en un momento de tensión emocional brutal. Se va a demostrar además que las condiciones de salida de esta crisis van a ser distintas en las empresas donde hay organización sindical. Sí que espero que salga reforzada la idea de organización de los trabajadores como una de las enseñanzas dramáticas, si se quiere, de esta crisis tan brutal. Nuestra afiliación no está bajando y creo que es señal de que la gente sabe que es útil.
¿Hay un repunte de la legitimidad de la lucha de clases?
Se está demostrando. Más que un reforzamiento de concepto de lucha de clases, creo que está habiendo un reforzamiento de la idea de lo común, de la importancia del servicio público y del Estado y del valor del trabajo. Durante muchas décadas ha calado esa lluvia fina del neoliberalismo, de esa no-sociedad de la que hablaba en su día Margaret Thatcher. Se está demostrando que todas esas patrañas no sirven para nada cuando vienen los problemas. Lo común cobra valor, la gente pide respuestas al gobierno, a las instituciones, pedimos proteger al que no tiene nada, pero también las empresas piden que se les inyecte liquidez de los recursos públicos, los neoliberales se han metido bajo tierra, temporalmente, y todo el mundo es cuanto menos keynesiano. Viene una batalla por el relato político de esta crisis que va a ser muy evidente porque las élites no van a renunciar a que esa hegemonía se venga abajo. Pero eso será para el día después, ahora la prioridad es la emergencia sanitaria.