Bastos





Vía: Bixente Navarro, Diario de Noticias

Uno no tiene sacra mano para bendecir ni maldecir nada ni a nadie, pero tiene boca en cambio, como todo quisque moliente y corriente, para bien decir y mal decir de lo que y de quien considere pertinente.

Para mal decir, por ejemplo, de algunos efectos colaterales, y tanto como colaterales patentes, del micro-bicho que nos infecta a día de hoy. No sólo infecta, hiere y mata a tantos y tantas, no sólo ha mutado él, parece haber mutado también las neuronas de gentes tendentes a aprovecharse de crisis y miserias generalizadas. Ejemplos por doquier en voceros de políticas descerebradas que parecen creer que el patrioterismo más chabacano es la fórmula abracadabra contra una pandemia que nos atañe a todas y todos, tengamos las ideas que tengamos, incluso a esas gentes partidarias más que de arrimar el hombro a la labor de arrimar el ascua a su sardina.
Esas patentes de corso, por ejemplo, dadas a agentes tan patrioteros como mal preparados para controlar microbios, adoctrinados eso sí durante décadas, no digo cuántas que no me dan los dedos de ambas manos, para controlar maldicientes del sistema que les habilitó para lo que les habilitó, no para garantizar inmunidad antimicrobiana alguna a la ciudadanía, sino para garantizar su propia impunidad. Agentes que se arrogan competencias que evidencian su incompetencia para la misión que tanto Robles como Marlaska debieran controlar pero que parecen competir entre sí por avalar su descontrol.

¿Qué pintan exorcismos como los vivaespaña y los acordes hímnico-marciales en los empeños contra el virus? ¿Qué pintan banderas, tanquetas, grilletes y porras, desmanes y abusos (ejemplos a tutiplé en vídeos en las redes) sobre una ciudadanía inerme ante la infección y ante las neuronas revitalizadas del filo-fascismo de no pocos de esos agentes, jaleados y agitados por Abascales y Casados, incontrolados por Margaritas y Fernandos, tolerados a oídos sordos por la fiscalía de Dolores Delgado? ¿Qué pintan viejos dragones y malévolos trasgos que obedecen a nombres como González, Guerra, Rodríguez-Ibarra y semejantes reclamando para Sánchez la asesoría de ya experimentados, para tan mal, ex jefes de gobierno como Aznar, Rajoy, el propio González? ¿Qué pintan esos clamores trompeteros para que el estado de alarma transmute en estado de excepción encubridor de un estado de guerra subrepticio que coronaría la operación de acoso y derribo a Sánchez y su coalición, forzada ésta por resultados electorales mal calculados? Atención a la atinada y docta distinción jurídica de Pérez Royo entre estado de alarma, de excepción y de guerra. ¡No les ha dado pocos chuscos cuarteleros de alimento el lenguaje bélico, ay el poder del lenguaje para modelar mentes adoptado por el propio gabinete para hacer frente al microbio! Esos agentes sí que están en guerra, no contra el micro-bicho sino con él como arma, en guerra biológica digamos, para renovar el ya periclitado modelo de gobierno 78.

Ésas son sus bazas, en las que quieren que pinten bastos.