Bajar el ritmo para salvar el planeta





Vía: Nafarroa Bizirik Nahi Dugu

La pandemia de coronavirus ha trastocado nuestras vidas, y parece llevarnos a una crisis económica importan-
te. Sin embargo, lo que parece una “nueva” crisis, no es más que la manifestación de una serie de crisis laten-
tes que estaban aflorando poco a poco en nuestra sociedad. El capitalismo ha llevado a la civilización a un pun-
to cada vez más cercano al colapso por su lógica del crecimiento ilimitado. Un aumento perpetuo del consumo

de materias primas y energía, que no puede ser suministrado en un mundo finito. En estas condiciones, la crisis
del coronavirus no ha hecho más que acelerar la llegada de una crisis económica provocada por el sistema y
que tarde o temprano iba a llegar.
Por otro lado, la situación actual ha visibilizado más que nunca los cuidados, nos ha hecho conscientes de que

somos vulnerables e interdependientes porque todas necesitamos que nos cuiden, especialmente cuando es-
tamos enfermas. Los cuidados tanto domésticos como profesionales, ejercidos en su inmensa mayoría por mu-
jeres, han dejado de ser el “patito feo” de la sociedad, lo invisible y poco valorado para convertirse de pronto

en esenciales. Estos cuidados deben ser reconocidos y asumidos de manera colectiva.
Ante esta situación, la unión de grupos sociales que formamos Nafarroa Bizirik queremos poner sobre la mesa
algunos puntos que creemos que se deberían tener en cuenta para cuando pase este periodo de emergencia:
 La crisis que vivimos por el coronavirus parece estar empujada por la pérdida de biodiversidad que se
extiende rápidamente en múltiples zonas del mundo. En el mundo desaparecen ecosistemas enteros

para hacer sitio a los cultivos y al negocio. Esa falta de diversidad vegetal y animal hace que las enfer-
medades que afectan a la fauna salvaje salten más fácilmente a la especie humana. Pero, además, el

aumento de la contaminación atmosférica hace que esta enfermedad (y otras asociadas a las vías respi-
ratorias), nos afecte gravemente, y se extienda con mayor facilidad en áreas contaminadas del mundo.

 A pesar del enorme impacto de esta crisis en nuestras vidas, queremos recordar que no estamos en
guerra, sino en alerta sanitaria. Por lo tanto, es necesario que dejemos de lado el lenguaje militar y que
al mismo tiempo reforcemos el sistema público de salud y los servicios de emergencias. La situación se
combate con más presupuesto en Sanidad con un sistema de salud público y bien dotado que priorice

la prevención y el autocuidado. No gastando en Defensa y aumentando, si cabe, la represión ciudada-
na.

 En estos momentos de crisis sanitaria se está notando una disminución de la emisión de contaminan-
tes a la atmósfera, al haber bajado el consumo energético. Sin embargo, no podemos volver a la “nor-
malidad” en la que vivíamos, ya que supondría volver a consumir por encima de las posibilidades del

planeta. Es necesario mantener esta reducción de nuestro consumo energético, y para ello se debe

empezar por paralizar los proyectos de nuevas autopistas eléctricas y de enormes parques eólicos y so-
lares con grandes impactos ambientales, desmantelar las ilegales centrales térmicas de Castejón y

abandonar los proyectos de minería extractivista que amenazan con destruir zonas naturales en Erdiz
(mina de magnesita) o en la zona de Sangüesa (mina Muga de potasas).

 Para cuando pase este periodo vemos imprescindible que se impulse la bicicleta, el pasear y un trans-
porte público y sostenible, que de verdad nos permita abandonar el coche privado. Un medio de trans-
porte movido con energías renovables, y que dependa lo mínimo posible de baterías costosas y de cor-
ta vida útil. Por eso proponemos el mantenimiento y potenciación del Tren Público y Social que sirva

para unir comarcas y capitales, que sirva para mercancías y para pasajeros. Es necesario recalcar que
ese tren no puede ser el costoso Tren de Alta Velocidad (TAV) de grandes impactos medioambientales y
que solo es capaz de llevar pasajeros en largas distancias. Hay que parar las obras del TAV.
 Se tiene que crear una red de transportes públicos de suficiente densidad para que sea útil a todos los

casos de uso, para lo cual habría que reabrir todas las líneas de ferrocarril cerradas y analizar la posibili-
dad de crear nuevas líneas en comarcas que ahora no disponen, así como aumentar las frecuencias en

las existentes. Y creemos también importante que se analice la posibilidad de que ese transporte públi-

co y sostenible sea gratuito. Porque esta es la forma de que de verdad se utilice, y sustituya al coche
privado.
 Es necesario seguir aprovechando los residuos: compostando, reutilizando y reciclándolos. Por ello, se
deben de implantar medidas para disminuir la cantidad de residuos que generamos, reduciendo el so -
bre embalaje, facilitando la compra a granel y reutilizando envases, aumentando el coste del vertido,

premiando el compostaje etc. Contemplar la recogida de residuos que favorezcan el pago por genera-
ción, como lo hace el “puerta a puerta” y otros sistemas que ponen el énfasis en la responsabilidad

personal en la separación. Para conseguir esto, no son necesarias las grandes plantas de residuos,
como la prevista en Imarcoain, o la de Tudela, que no separan residuos.
 Es necesario también asumir una nueva cultura del agua, teniendo en cuenta que es un recurso limita -
do. De este modo, el agua se debe gestionar con políticas de control de la demanda y no de aumento
de la oferta. Justo lo contrario que lo que se está haciendo al construir infraestructuras como el Canal
de Navarra, el recrecimiento de Yesa, o con el aumento de la extracción de agua de acuíferos como el
de Loquíz.

 Este modelo se basa en la explotación de recursos y de personas de países empobrecidos del Sur Glo-
bal para sostener el derroche y la acumulación de los países opulentos del Norte. En otros lugares del

mundo, donde las condiciones socioeconómicas, sanitarias, de guerra y represivas son aún más duras,
las consecuencias serán mucho peores. Debemos reflexionar si queremos una interconexión que esté
basada en el expolio o en cambio en la solidaridad y el aprendizaje mutuo entre los pueblos.

 Apostemos por la agroecología y la soberanía alimentaria, evitando el empleo de métodos que enfer-
man la tierra, los animales y las personas. Promocionemos la compra de cercanía, que se mantenga la

venta directa, consumamos productos locales y de empresas que paguen impuestos aquí.
Los costes y los recursos necesarios para salir de esta crisis tienen que provenir de los sectores beneficiados en
la anterior crisis, es decir de la banca y las grandes multinacionales. No queremos la receta anterior de recortes
sociales y empobrecimiento y precarización generalizada de la clase trabajadora.
Aprovechemos la crisis para cuestionar el modelo económico y reorientarlo a satisfacer las necesidades básicas
desde la organización colectiva y la cooperación. Reducir nuestro consumo, repartir el trabajo para que todas
las personas accedan a un empleo, valorizar y distribuir los cuidados son necesidades urgentes. Cuando esto
acabe, el planeta seguirá necesitando que bajemos el ritmo por lo que no nos sirve volver a la normalidad en la
que vivíamos. El planeta nos lo agradecerá, y también las personas de nuestro entorno.