La próxima frontera del ecologismo: conceder derechos legales a la naturaleza







Barcos y corporaciones tienen derechos legales. ¿Deberían tenerlos los ecosistemas?

Por Jackie Flynn Mogensen para Motherjones

Traducido por Eva Calleja

https://www.motherjones.com/environment/2019/07/a-new-wave-of-environmentalists-want-to-give-nature-legal-rights/

El verano de 2014, funcionarios de Toledo, Ohio, anunciaron que el agua del grifo de la ciudad ya no era segura para beber. Un florecimiento de algas tóxicas causadas por un vertido de fertilizantes había envenenado el Lago Erie, la principal fuente de agua para un área de medio millón de residentes, enfermando a más de 100 personas. Los comercios se quedaron sin agua embotellada en horas. Durante tres días, “hubo una sensación de pánico total”, recuerda Markie Miller. “La gente se peleaba por ella”

Miller se unió a Toledanos por un Agua Segura, un grupo de residentes que, sin resultado, habían estado intentando convencer a los funcionarios para que limpiasen el lago. Entonces, a finales de 2015, miembros del grupo asistieron a una presentación, organizada por la Fundación para la Defensa Legal del Medioambiente Comunitario, para promover los “derechos de la naturaleza” – la idea de que los ecosistemas, como los humanos, tienen derechos legales.

Después de la presentación, algunos Toledanos se reunieron en un bar y redactaron el borrador de la Declaración de los Derechos del Lago Erie. El pasado mes de febrero, los votantes eligieron modificar el acta de constitución de la ciudad para conceder al lago el derecho a “existir, prosperar y evolucionar naturalmente.” La modificación permite a cualquier residente demandar a los gobiernos o a las empresas que violen los derechos del lago, por ejemplo, contaminándolo con fertilizantes.

Toledo no es el único lugar que reconoce los derechos de la naturaleza. En 2006, el Distrito de Tamaqua, Pensilvania, aprobó una ordenanza que prohibía a las corporaciones verter sedimentos lodosos en una mina a cielo abierto cercana, al ordenar que cualquier residente pudiera poner demandas para defender los “derechos de las comunidades naturales y los ecosistemas.” Desde entonces, más de tres docenas de comunidades de los Estados Unidos han adoptado medidas similares. En 2018, la White Earth Band de Ojibwe, una nación nativa americana de Minesota, codificó los derechos del manoomin, o arroz salvaje, a “florecer, regenerarse, y evolucionar.” Como señaló Casey Camp-Horinek, una matriarca y medioambientalista de la Nación Ponca de Oklahoma, el movimiento por los derechos de la naturaleza “simplemente reconoce al ciclo de vida natural del que los indígenas siempre han formado parte, y que pertenece a todos los seres vivos, no solamente a los humanos.”

Fuera de los Estados Unidos, Ecuador redactó los derechos de la naturaleza en su constitución en 2008. En 2017, un tribunal en la India dictaminó que los ríos Ganges y Yamuna tienen la misma legitimidad procesal que las personas (el dictamen fue más tarde anulado). El Whanganui, el rio navegable más largo de Nueva Zelanda, tiene legitimidad procesal según una ley aprobada ese mismo año.

Las leyes de derechos de la naturaleza consisten en nombrar un guardián para defender ese ecosistema o elemento natural en particular, muy parecido a un padre que representa los intereses de su hijo ante los tribunales. El guardián puede demandar en nombre del ecosistema. Si se conceden indemnizaciones al ecosistema, el dinero puede destinarse a un fondo dedicado a financiar su restauración.

Como se podía prever, los conservadores han ridiculizado la idea de conceder derechos a los lagos y a los bosques. En 2011, el editor de Fox News, George Russell, escribió que la iniciativa pretende crear un “régimen radical de leyes medioambientales globales.” Wesley Smith, un miembro de alto nivel del conservador Instituto Discovery, alertó en una editorial de 2011 que conceder derechos a la naturaleza “abriría las puertas de los tribunales a abogados medioambientalistas radicales” quienes “los ametrallarían con multitud de demandas buscando defender los derechos de sus clientes animales y vegetales.” (En la práctica, las leyes de derechos a la naturaleza se aplican a ecosistemas enteros en lugar de a árboles o hongos individuales.)

“Cada vez que haya iniciativas para conferir derechos a alguna “entidad” nueva, la propuesta seguro que sonará extraña, espantosa o ridícula,” dijo Christopher Stone en su influyente ensayo de 1972, “¿Deberían tener los arboles legitimidad procesal?” (Should Trees Have Standing?) Stone, un catedrático de derecho de la Universidad de Sur de California, fue uno de los primeros académicos de derecho en occidente que contempló la capacidad de la naturaleza para participar en pleitos.

No hace falta más que mirar el sistema legal americano: corporaciones e incluso barcos tienen derechos. “Nosotros somos seres humanos. Nosotros hacemos leyes,” dice David Boyd, un catedrático asociado de la Universidad de la Columbia Británica y autor del libro de 2017 Los Derechos de la Naturaleza (The Rights of Nature). “Tenemos la capacidad de reconocer los derechos de cualquier persona o cosa que queramos. Se trata simplemente de decidir lo qué es importante para nosotros.”

Como mínimo, dice Andrew Wetzler, director el Programa de la Naturaleza del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales, las iniciativas para conceder derechos a la naturaleza podrían inspirar a la gente a mirar a su medio ambiente con otros ojos, “Una vez que empecemos a ver algo como merecedor de consideración moral, empezaremos a ver el mundo natural desde una perspectiva distinta, empezaremos a ver que la naturaleza no se creó solamente para que los humanos la usemos,” dice, “y eso es un cambio de perspectiva fundamental.”

¿Pero están los Estados Unidos realmente preparados para una revisión de las leyes medioambientales? Un día después de que se aprobase la modificación en Toledo, un granjero demandó a la ciudad alegando que la carta de derechos del lago es inconstitucional y expone a su granja a una “responsabilidad enorme.” En mayo, el juez que juzga el caso desestimó la moción de Toledanos por un Agua Segura para intervenir en una demanda en nombre del lago: “Algunos creen que la ley debería conceder derechos legales a los elementos naturales,” escribió, “pero un tribunal de distrito, regido por el Congreso y tribunales superiores, no es el órgano apropiado para dar ese salto.”

Una portavoz de Toledanos por un Agua Segura dice que el grupo tiene la intención de apelar la decisión. Como recuerdan muchos residentes, la lucha por un Lago Erie limpio llevaba gestándose durante décadas. A finales de los años 60, el agua estaba tan contaminada con residuos químicos y peces muertos, que los medios de comunicación declararon que el lago había sido “asesinado”. La crisis ayudó a facilitar la aprobación de la Ley de Agua Potable. Markie Miller de Toledo cree que la batalla por esta declaración de derechos servirá como punto de partida para una nueva clase de movimiento: “La gente de Toledo no se rendirá,” dice. “El Lago Erie necesita nuestra protección.”