La imagen de Correos

Imagen de achivo en Correos en Menorca.




Hace 15 años, que comencé a trabajar en atención al cliente como
eventual. Recuerdo el primer día que entré en la oficina, me sentí
abrumada, después de trabajar 12 horas en un supermercado y
cobrar 500 euros al mes, aquello me parecía impresionante. Estaba
emocionada, ilusionada, quería dar lo mejor de mí para poder estar
a la altura de todo aquello. En su mayoría éramos mujeres las que
formábamos las bolsas de atención al cliente, exceptuando algún
cartero que tras años de servicio y unas dolencias causadas por la
edad era trasladado a la oficina.En mi provincia entre el 80-90% lo
formábamos mujeres. Tuve la enorme suerte de poder contar con
compañeras con más experiencia que me allanaron y facilitaron el
camino, ellas fueron mis maestras, me enseñaron a utilizar los
programas, dar entrada a los envíos, como hacer los sobrantes,
incluso a guardar la calma y la compostura en las situaciones más
difíciles o ante lxs clientes menos agradables.
Al poco tiempo, la empresa comenzó a cambiar y a transformarse,
modificando y cambiando programas informáticos, productos,
servicios, poniendo y quitando continuamente cosas, incluso
reformaron multitud de oficinas. Siempre bajo esa frase de que la
oficina y el personal de atención al cliente éramos “la imagen de
Correos”, y la importancia que tenía dar una buena primera impresión
a lxs usuarixs. Correos se estaba transformando en la empresa que
hoy todxs conocemos.
Pese a que la mayoría de nosotras no poseíamos estudios superiores,
ya que hace 30 años no había tantas facilidades para estudiar como
ahora, fuimos aprendiendo y adaptándonos a todos esos cambios,
mientras que seguíamos ofreciendo la mejor de nuestras sonrisas y
conciliando la vida familiar con la vida laboral. Entonces el trabajar
como eventual era distinto, podíamos cubrir los gastos de nuestras
familias y llevar a casa el sueldo necesario para poder ofrecerles a
nuestrxs hijxs la opción que muchas de nosotras no tuvimos de
poder estudiar y que así pudieran tener una vida y un futuro mejor.
Éramos el eje y el pilar principal de nuestras casas, aunque la
sociedad no nos lo reconociera, es por esto, que no podíamos
arriesgarnos a que nos mandasen lejos de nuestrxs pequeñxs y el
coger plaza abandonando a nuestrxs niñxs no era una opción, siempre
tuvimos claro que nuestra familia es lo primero.

El tiempo seguía pasando y gracias a la ayuda y el ejemplo de
estas grandes mujeres, yo con 22 añitos llegué a aprender el trabajo
de oficina con soltura, en el que el principal objetivo era adaptar las
necesidades de l@s clientes a los productos y servicios que
teníamos, y no al revés .
Los jefes de equipo no existían, nosotras éramos las que nos
ocupábamos de las sucursales en turno de tarde o cuando el director
se ausentaba, yo misma tuve que hacerme responsable de una
sucursal a orden del director de la oficina, haciéndome cargo de la
caja fuerte, de dejar conectada la alarma de seguridad al salir, de
cerrar la oficina, de las quejas y las reclamaciones, etc. Me llevaba las
llaves de la oficina a mi casa, pasando un mal rato cada día por miedo
de que me pudiesen robar por el camino. Todo esto sin cobrar un
céntimo más, de alguna manera reconfortaba el pensar que
estábamos dando un paso más y que con el tiempo, todo ese
trabajo y esfuerzo se verían recompensados. Es curioso, el nulo
conocimiento y la ingenuidad que se puede tener de joven y con poca
experiencia. Entonces, no entendíamos de nada y la escasa
información que recibíamos era falsa en su mayor parte, aunque de
esto yo no me daría cuenta hasta más adelante .Lo único que
teníamos claro y a lo que nos aferrábamos, era dar lo mejor de
nosotras mismas y eso es lo que hemos hecho siempre, darnos no al
100% ,si no al al 200 %, sin pensar si nos correspondía hacerlo o no, lo
dábamos todo y confiábamos ciegamente.
Todo cambio a partir de la las bolsas de 2011, en las que en
atención al cliente abrieron la jornada parcial ,algo desconocido
para nosotras.
Muchas fuimos a nuestros sindicatos para informarnos sobre esta
nueva jornada. Nos dieron una información errónea, nos dijeron entre
muchas cosas, que se harían dos bolsas distintas y que podríamos
estar en las dos, (a parcial y a jornada completa) y que aunque nos
pusiéramos a parcial, seguiríamos trabajando también a jornada
completa . Así que nosotras, teniendo en cuenta que hasta entonces
la empresa había cubierto siempre el sustento con el que habíamos
podido dar de comer, vestir y educar a nuestros hij@s ,para
mostrar nuestra disponibilidad absoluta hacia esta, nos pusimos en
los dos tipos de jornada.

Al principio comenzó a funcionar relativamente bien, trabajábamos
poco, pero comprendimos que era algo normal estando las bolsas
recién abiertas y repletas de personal. Fue al poco, cuando de
repente algo cambio, las que marcamos las dos jornadas comenzamos
a trabajar más a parcial, mientras que las que estaban únicamente a
completa, las contrataban menos.
La forma de trabajar en las oficina también cambio, ahora teníamos
que “engatusar” a lxs usuarixs para vender los productos que en ese
momento tuviéramos marcados como objetivos, seguros, valores
declarados, decimos loterías y en el último tiempo más enfocado a
la paquetería, excluyendo al paquete azul, “este último como si no
existiera”, nos decían . Lejos quedaban los tiempos en los que
asesorábamos al cliente y dábamos salida a sus necesidades, ahora
sólo teníamos un objetivo; vender, vender y seguir vendiendo.
A partir del 2013-2014 sólo trabajábamos a jornada parcial 6 meses al
año, 4 horas al día. Ya nunca nos llamaban para las jornadas
completas, ni para bajas, ni para vacaciones, fuimos totalmente
precarizadas. Muchas empezamos a tener verdaderos apuros en
nuestros hogares, ya que con 4 horas, no llegábamos a cubrir las
necesidades básicas de nuestras familias, en las que en muchos
casos como las madres solteras o separadas, nuestro sueldo era el
único que entraba en nuestras casas. Correos había descubriendo el
negocio de los contratos parciales, sin preocuparse lo más mínimo de
nuestras situaciones o necesidades. Es decir, nos ponían en los
horarios en los que más usuarios van a las oficinas como de 10 a 14h,
o en turnos de tarde de 17 a 21 h , y ¿para qué contratarnos a
jornada completa si con las jornadas parciales cubrían las necesidades
de la oficina llevándose más beneficios de las contrataciones?
Habíamos pasado a ser parte de su negocio y nuestras necesidades,
parte de sus beneficios.
Cansadas de estar precarizadas, sin apenas cotizar, con innumerables
problemas para poder cobrar cualquier tipo de ayuda del SEPE y sin
entender el porqué, ya que también formamos parte de la jornada
completa, fuimos a nuestros respectivos sindicatos pidiendo
información. Nos dijeron que al empezar a hacerse más contratos a
jornada parcial que a completa, rotábamos más y que ya únicamente
nos llamarían para cubrir esos contratos parciales, ya que siempre
íbamos a tener más rotaciones que el resto, aunque en realidad
trabajásemos menos. Nosotras no

salíamos de nuestro asombro, ya que de haber sido correctamente
informadas de todo esto en su momento lógicamente no nos
habríamos inscrito en esa jornada, ya que como el resto de
personas que formaban las bolsas, lo que queríamos era trabajar
para poder seguir cubriendo las necesidades de nuestras familias.
No puedo describir lo que sentí en esos momentos, utilizada,
mangoneada, engañada, manipulada e impotente. Sentimientos
compartidos con el resto de mis compañeras, ya que la mayoría
estábamos en esa misma situación. La única contestación que esta
gente llamada “sindicatos” mayoritarios nos dieron, fue esperar.
Esperar a que negociaran las nuevas bases e intentar quitar esa
jornada. Sólo nos quedaba esperar a que abrieran de nuevo las
bolsas para poder salir de ese callejón sin salida al que nos habían
conducido los que dicen defender y proteger los derechos de lxs
trabajadorxs, los sindicatos mayoritarios.
En el 2017 por fin comenzaron las negociaciones para las que serían
las nuevas y actuales bolsas de empleo, donde para nuestra sorpresa,
no sólo no iban a quitar la jornada parcial, sino que iban a
potenciarla ampliando nuevas contrataciones parciales e impulsando y
asentando la precariedad en Correos. Unas bolsas donde la antigüedad
quedo reducida a los últimos 5 años que, casualmente, son los mismos
que llevamos precarizadas en oficina. Por si esto no fuera poco, en el
puesto de atención al cliente ,se valoraría aún menos la antigüedad
que en el resto de puestos, donde no olvidemos, que en su mayoría
las formábamos mujeres sin estudios superiores, los cuales también
fueron sobrevalorados en 6 puntos mientras que en otros puestos
como reparto en moto, (puesto más masculinizado según listados de
bolsas de 2011) no se valoró ningún tipo de estudios.

¿Casualidad? Tenemos claro que no. Sabemos que detrás de esta
desigualdad de méritos también se esconde una desigualdad de
género en el que el primer objetivo es ofrecer una imagen atractiva
de cara a lxs usuarixs de la red postal, y el que la mayoría
rondemos los 50 años, con nuestras arrugas y nuestras
imperfecciones propias de nuestra edad, no entraba en sus planes. La
tristeza, frustración e impotencia que sentimos es inexplicable, de ver
como después de años de incondicional servicio, la empresa y
“sindicatos” mayoritarios desproporcionaban unas bolsas para poder
ponernos de “patitas en la calle”. En esos momentos fue cuando
esa frase que tantas veces nos habían repetido, retumbaba en
nuestras cabezas cobrando más sentido que nunca ” Somos la imagen
de Correos” Hemos sido tratadas como un objeto más en sus
vitrinas, como un producto que envejece y es sustituido por otro , ya
que físicamente no resultamos tan atractivas a las vista como una
persona de 20 años. Y no somos objetos, no somos productos ,ni
números. Somos personas, mujeres ,madres, hijas, compañeras y
hermanas que lo único que han hecho ha sido ser humanas y
envejecer. Nuestro pesar y rabia, es que este hecho de desigualdad, ya
no sólo por la edad, sino por el físico y la imagen, haya pasado
desapercibido a ojos de todxs y que nadie se haya percatado, así es
como hemos silenciadas y anuladas.

Atentamente:

Las mujeres excluidas y desechadas por Correos.