Si quieres salvar el mundo, el veganismo no es la respuesta.
Por Isabella Tree para el Guardian
Traducido por Eva Calleja
La producción intensiva de carne
y lácteos es una amenaza, pero también lo son los campos de soja y de
maíz. Existe otra manera.
El veganismo se ha disparado en Gran
Bretaña en los dos últimos años –de una media estimada de medio millón de
personas en 2016 a más de 3,5 millones- el 5% de la población- en la
actualidad. Documentales influyentes como
Cowspiracy y What the Health han puesto
el foco de atención en la industria cárnica y láctea intensiva, destapando sus
efectos en la salud humana y animal y en el medioambiente.
Pero las llamadas a cambiar a una
dieta basada completamente en plantas ignoran una de las herramientas más
poderosas que tenemos para mitigar estos males: los animales de pastoreo y
ramoneo.
En lugar de dejarnos seducir por
llamamientos a comer más productos elaborados con soja, maíz y grano cultivados
industrialmente, deberíamos fomentar la producción sostenible de carne y
lácteos, basada en los sistemas de rotación tradicionales, pastos permanentes y
pastoreo de conservación. Deberíamos,
como mínimo, cuestionar la ética en la escalada de la demanda de cultivos que
requieren grandes aportaciones de fertilizantes, fungicidas, pesticidas y
herbicidas, mientras se satanizan las formas de ganadería sostenible que pueden
restaurar el suelo y la biodiversidad, y capturar carbono.
En 2000, mi marido y yo
comenzamos a dedicar nuestra granja de 1,400 hectáreas al pastoreo extensivo usando rebaños de vacas
longhorn inglesas, cerdos tamworth, ponis exmoor, y gamos y ciervos como parte
de un proyecto de reintroducción de animales salvajes. Durante 17 años habiamos luchado por hacer
que nuestro negocio agrícola y de ganadería convencional fuese rentable, pero con
los suelos de arcilla pesados del Low Weald, nunca podíamos competir con
granjas de suelos más ligeros. Esa decisión
cambió nuestra suerte. Ahora, el
ecoturismo, el alquiler de edificios agrícolas, y 75 toneladas al año de carne ecológica
alimentada de pasto contribuyen a la rentabilidad del negocio. Y como los animales viven fuera todo el año,
con mucho que comer, no necesitan alimentación suplementaria y casi nunca
necesitan ver al veterinario.
Los animales viven en rebaños
naturales y se mueven por donde les place. Se revuelcan en los arroyos y
vegas. Descansan donde quieren (ignoran
los establos abiertos que se les deja como cobijo) y comen lo que quieren. El ganado y los ciervos se alimentan de
flores salvajes y hierba aunque también de arbustos y árboles. Los cerdos hozan buscando rizomas e incluso
se sumergen en los estanques buscando almejas de agua dulce. La manera en la
que pastan, y pisan tierra y lodo estimula a la vegetación de distintas
maneras, lo que a su vez crea oportunidades para otras especies, como pequeños mamíferos y pájaros.
Algo muy importante es que,
debido a que no les administramos avermictinas (agentes desparasitarios que
rutinariamente se administran al ganado en sistemas intensivos) o antibióticos,
sus excrementos alimentan a lombrices, bacterias, hongos e invertebrados como
escarabajos peloteros, que meten el estiércol dentro de la tierra. Esto es un proceso vital para la restauración
de ecosistemas, devolviendo nutrientes y estructura al suelo. La pérdida de suelo fértil es una de las
grandes catástrofes a las que se enfrenta el mundo en la actualidad. Un informe de la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura de 2015 afirmaba que, globalmente,
se pierden entre 25 y 40 mil millones de toneladas de suelo fértil al año
debido a la erosión, principalmente, por al arado y cultivo intensivos. El agotamiento del suelo fértil en Gran
Bretaña es tan grave que en 2014 la revista especializada Farmers Weekly anunciaba que podían quedarnos solamente 100
cosechas más. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura, dejar que la tierra cultivable quede en barbecho,
devolviéndola al pastoreo durante un periodo de tiempo, -como solían hacer los
granjeros, antes de que los fertilizantes artificiales y la mecanización
hiciesen posibles las cosechas continuas- es la única manera de revertir el
proceso, detener la erosión y reconstruir el suelo. El ganado de pastoreo no solamente aporta
unos ingresos a los ganaderos, sino que los excrementos y la orina de los
animales e incluso la manera en la que pastan, acelera la restauración del
suelo. La clave está en ser ecológico, y
mantener el número de animales bajo para
prevenir el sobre pastoreo.
Hace veinte años, nuestros suelos
en la granja –gravemente degradados después de décadas de arado y aportaciones
químicas – estaban casi muertos biológicamente hablando. Ahora tenemos hongos y
orquídeas que aparecen en nuestros antiguos campos de cultivo: una indicación
de que los sistemas subterráneos de hongos micorrícicos se están
extendiendo. Tenemos 19 clases de
lombrices –especies clave responsables de airear, remover, fertilizar, hidratar
e incluso purificar el suelo. Hemos
encontrado 23 especies de escarabajo pelotero en una única plasta de vaca, uno
de los cuales – el escarabajo del bosque violeta- no se había visto en Sussex
en 50 años. Los pájaros que se alimentan
de los insectos atraídos por el nutritivo estiércol están aumentando. El hozar de los cerdos ofrece oportunidades de
germinar a la flora autóctona, a los arbustos, y al sauce ceniciento, y esto ha
dado lugar a la mayor colonia de Apatura Iris de Gran Bretaña, una de nuestras
mariposas más excepcionales, que pone sus huevos en las hojas del sauce
ceniciento.
Este sistema de pastoreo natural
no solo ayuda al medio ambiente en términos de restauración de suelo,
biodiversidad, insectos polinizadores, calidad de agua y mitigación de
inundaciones – sino que también garantiza vidas sanas para los animales, que a
cambio producen carne que es verdaderamente saludable para nosotros. En comparación con la carne alimentada de
pienso de los sistemas intensivos, la carne alimentada únicamente de pasto
tiene alto contenido en beta carotenos, calcio, selenio, magnesio y potasio y
vitaminas E y B, y ácido linoleico conjugado (ALC) –un poderoso
anticancerígeno. También tiene alto
contenido en DHA, un ácido graso omega-3
de cadena larga, que es vital para el desarrollo del cerebro humano y
extremadamente difícil de obtener para los vegetarianos.
Se ha hablado mucho de las
emisiones de metano del ganado, pero estas son más bajas en sistemas de pasto
biodiversos que incluyen plantas como la angélica, fumaria común, zurrón de
pastor y zapaticos de la virgen porque tienen ácido fumárico –un compuestos
que, cuando fue añadido a la dieta de corderos en el Instituto Rowett de
Aberdeen, redujo las emisiones de metano en un 70%
Por el contrario, en la ecuación
vegana, casi nunca se tiene en consideración el coste en carbón del arado. Desde la revolución industrial, según un
informe de la revista científica Nature de 2017, un 70% del carbono producido
en nuestros suelos cultivados se ha perdido en la atmosfera.
Así que aquí hay una gran
responsabilidad: si no estás obteniendo tus productos vegetarianos específicamente
de fuentes ecológicas, sistemas “de siembra directa”, estás participando
activamente en la destrucción de la biota del suelo, promoviendo un sistema que
priva a otras especies, pequeños mamíferos, pájaros y reptiles, de las
condiciones para la vida, y contribuyendo significativamente al cambio
climático.
Nuestra ecología evolucionó con
grandes herbívoros, con rebaños de uros (vacas ancestrales), tarpán (el caballo
original), alces, osos, bisontes, ciervos, corzos, jabalíes y millones de
castores. Son especies cuyas interacciones con el medio ambiente sostienen y
promueven la vida. Usar herbívoros como parte del ciclo agrícola puede ser muy
útil para lograr que la agricultura sea sostenible.
No hay duda de que deberíamos
comer mucha menos carne, y las campañas para terminar con las formas
intensivas, inmorales, y contaminantes de producción de carne son
encomiables. Pero si tu preocupación
como vegano es el medioambiente, el bienestar animal y tu propia salud,
entonces ya no es posible pretender que estas se solucionan simplemente dejando
de comer carne y lácteos. Por muy
contradictorio que parezca, añadir de vez en cuando un filete ecológico, alimentado
de pasto, a tu dieta puede ser la manera correcta de cuadrar el círculo.
• Isabella Tree dirige la Finca Knepp Castle con su marido, el
conservacionista Charlie Burrell, y es la autora de Salvaje: La Vuelta de la
Naturaleza a la Granja Británica (Wilding: The Return of Nature to a British Farm)