Eco-espiritualidad: hacía una estructura económica basada en valores






Las visiones corporativas de sostenibilidad se centran en la prosperidad material –pero los líderes también deben respetar al alma además de a la materia.

Por Llewellyn Vaughan-Lee para The Guardian

Traducido por Eva Calleja


Mientras el mundo se dirige a trompicones hacia el borde del colapso ecológico, el “punto de inflexión” de un cambio climático irreversible, la sostenibilidad se ha convertido en un tema vital. Pero para poder considerar la cuestión de sostenibilidad, es importante comenzar con esta pregunta: ¿Quién o qué se está sostenido?

¿La sostenibilidad se refiere a un crecimiento económico sostenible, y a un medioambiente que es capaz de mantener el statu quo de nuestras necesidades impulsadas por el consumo y el uso intensivo de energía? ¿O la sostenibilidad se refiere al ecosistema en su totalidad, una red de vida interconectada con su vasta y rica diversidad de especies? ¿Qué relación hay entre sostenibilidad y economía?

¿Qué clase de mundo queremos sostener?
La primera imagen de sostenibilidad presenta modelos económicos de crecimiento y eficiencia energética, a menudo acompañados de ideas “verdes”, como las tecnologías verdes o la energía verde, para ayudar a nuestra civilización a desarrollarse.  Esta es la idea corporativa de sostenibilidad, orientada casi únicamente hacia nuestra prosperidad humana, con imágenes de progreso material al que parece soportar el medioambiente.  Esto a menudo se conoce como “ecología de superficie”.

La segunda imagen de sostenibilidad se denomina “ecología profunda”, y considera al ecosistema como una totalidad viva de la que la humanidad es solo una parte. En esta compleja red de interrelaciones todas las especies dependen una de la otra, y es este patrón orgánico el que necesita ser sostenido. No se puede considerar a ninguna parte separada de la totalidad, y la idea de que el medioambiente está aquí solo para sustentarnos a nosotros y a nuestra prosperidad es una parodia de la verdadera conciencia medioambiental.

La ecología profunda mantiene que la idea de un crecimiento económico infinito es insostenible, y que seguir como si nada destruirá la belleza y la diversidad de nuestro mundo.  Es una llamada a nuevos modelos económicos, que respeten y sustenten al ecosistema del que formamos parte.

La Dimensión Espiritual

Y hay otra dimensión, más profunda, de la sostenibilidad, que es tan fundamental como casi olvidada.  Thomas Berry, un sacerdote de la Congregación de la Pasión y una de las voces más importantes de la “eco-espiritualidad·, dijo: “Solo hay una cuestión ante nosotros: la supervivencia. No meramente la supervivencia física, sino la supervivencia en un mundo de plenitud, supervivencia en un mundo vivo, donde las violetas florecen en la primavera, donde las estrellas brillan con todo su misterio, supervivencia en un mundo con sentido.”

Berry sugirió que existe una dimensión espiritual en la actual crisis ecológica.  Los pueblos indígenas han entendido desde hace mucho tiempo que nuestra relación con la Tierra nos sustenta tanto física como espiritualmente.  Para los pueblos indígenas esto se incluye a menudo en su forma de vida, y se expresa a través de sus rituales y oraciones.

En nuestra cultura occidental podemos sentir esté alimento espiritual en la belleza, en la paz, o en la capacidad de asombro que nos ofrece el mundo natural.  Esto pertenece a la calidad de vida que raramente se valora en nuestra imagen económica de progreso.  Y sin embargo, nos sostenemos de maneras que difícilmente se pueden medir. 

En palabras de Satish Kumar: “El movimiento medioambiental contemporáneo, en general, sigue el camino de la física empírica, del pensamiento racional, de la recogida de datos y de la acción externa.  Esto está bien hasta cierto punto, pero no es suficiente. Necesitamos incluir el cuidado del alma como una parte del cuidado al planeta.”

Desconexión

Si vamos a la raíz de la crisis ecológica actual encontraremos un estado de desconexión. Parecemos estar alarmantemente desconectados de la consciencia real de los efectos de nuestra cultura materialista en el ecosistema que nos sustenta. El reto es desarrollar una estructura económica basada en valores, que no esté solamente preocupada por nuestro bienestar material, sino que abarque al ser humano en su totalidad –cuerpo y espíritu- y a la rica biodiversidad de la Tierra.

La idea de una estructura económica basada en valores es mucho más realista que cualquiera de los actuales modelos de negocios que son extremadamente cortos de miras.  Citando a Charles Eisentein en Economía Sagrada (Sacred Economics): “Cuando debamos pagar el verdadero precio por el agotamiento de los dones de la naturaleza, los materiales serán más preciados para nosotros, y la lógica económica reforzará, y no contradecirá, al deseo de nuestro corazón de tratar al mundo con reverencia, y, cuando recibamos los dones de la naturaleza,  utilizarlos bien.”

Debemos explorar las maneras en las que las empresas puedan servir a la humanidad en su sentido más profundo, en lugar de crear pobreza de espíritu además de un erial ecológico –desarrollar una conciencia de que los alimentos que comemos, la ropa que llevamos, la energía que usamos no son solo mercancías para ser consumidas, sino parte del tejido vital de una Tierra sagrada.  Entonces estaremos creando una verdadera relación con nuestro medioambiente.

Esta conciencia cada vez más profunda puede parecer idealista y poco práctica, pero solo hace unas décadas la agricultura ecológica, que respeta el bienestar del suelo, era considerada poco rentable e idealista.  Ahora es reconocida tanto medioambiental como económicamente sostenible.

El siguiente paso es reconectarse con una forma de vida que respete e incluya tanto al alma como a la materia, y que incentive negocios basados en valores que respeten no solo al individuo sino también al medioambiente. Si entendemos la importancia de estos valores, y lo cruciales que son para el mundo que dejaremos a nuestros hijos y nietos, podremos encontrar nuevas formas en las que los negocios podrán sustentar esas necesidades humanas, y crear un modelo económico que no solamente esté interesado en la “ecología de superficie” sino que es sostenible para lo más profundo de nosotros mismos y para la totalidad del ecosistema.  Este es uno de nuestros grandes retos.

Dr. Llewellyn Vaughan-Lee es profesor de Sufismo y autor.  Ha sido entrevistado por Oprah Winfrey en Super Soul Sunday, y mencionado en el programa de PBS Global Spirit Series.  Es el editor de la antología, Ecología Espiritual: La llamada de la Tierra (Spiritual Ecology: the Cry of the Earth)