Cintruénigo busca recuperar los Zarramuskeros para los próximos carnavales










El Ayuntamiento de Cintruénigo busca recuperar el acto tradicional y singular de los Zarramuskeros en los próximos Carnavales. ¿Qué son los Zarramuskeros? La web municipal te lo explica:


Suenan las campanas en Cintruénigo. Las calles quedan vacías a la par que abundantes personas se asoman a las ventanas y balcones. Máscaras de todo tipo ocupan poco a poco las calles céntricas. Simultáneamente hacen su aparición unos personajes, con buzos azules o disfrazados de otra guisa, con instrumentos variados, que tienen como objetivo ensuciar a todo aquel que ose mostrarse a cara descubierta. Queda por delante toda una hora, hasta que vuelvan a tañer las campanas. En ese tiempo los “zarramuskeros”, los personajes más característicos y tradicionales del carnaval de Cintruénigo, harán de las suyas con harina, azulete, agua, serrín, ceniza y todo aquello que permita ensuciar a quien salga a la calle sin tomar la oportuna medida de taparse, como mínimo, la cara.

Los “zarramuskeros” centran también su interés en todo aquel que se considere seguro en los balcones y ventanas. Nada más lejos de la realidad, pues hasta allí llegan los distintos materiales lanzados por los “zarramuskeros” en esta singular contienda de las tardes del sábado y domingo de carnaval.

El resto de los actos no tienen sentido rural; asimilados plenamente a lo urbano, comienzan el viernes a la tarde con un pregón; el sábado hoguera; y el domingo desfile, entierro de la sardina y toro de fuego. De este modo quedó establecido cuando en la década de los 80 la Peña Recreativa y Cultural Cirbonera decidió recuperar para la localidad el Carnaval, que llevaba décadas sin hacerse, desde el año 1.939 o 40.

En tiempos pasados los “zarramuskeros” producían bastante más revuelo que ahora, cuando los protagonistas son fundamentalmente niños y adolescentes. Por aquel entonces había que hacer compatible la fiesta con el duro trabajo en el campo por la mañana. Los “zarramuskeros” eran más contundentes y utilizaban para manchar hasta excrementos o sebo que llevaban en unas “calderetas”.

Otros preferían ponerse pinchos y restregar con ellos a las mujeres. Subían a los balcones e incluso tiraban las puertas de las casas persiguiendo a las chicas. En aquella época arrojaban también huevos que contenían tintas, azulete…, así como betún de zapatos. Comentan que “quien no se ponía máscara terminaba con dos o más dedos de porquería por todo el cuerpo”.