Pero demos de lado estas lúgubres evocaciones; porque hoy os traemos una gran noticia que, de haber vivido todavía, os habría colmado de alegría: la de que la Causa por la que luchasteis y moristeis no quedó definitivamente perdida como creyeron vuestros enemigos. Que vuestro Centro Obrero resucitó de sus cenizas y tenía actualmente cinco representantes en el Ayuntamiento del pueblo; que gobierna en España desde 1982 el Partido Socialista Obrero Español, fundado por vuestro viejo amigo Pablo Iglesias y que hoy, I de mayo de 1988, se celebra en toda España el Primer Centenario de la Unión General de Trabajadores, a la que pertenecisteis vosotros. ¿No es un motivo de orgullo y de legítimo gozo? No, vuestro sacrificio no fue estéril e inútil, como el de tantos otros desgraciados del bando opuesto. ¿Quién se acuerda de ellos? Pero a vosotros se os recuerda y recordará siempre.
Permitirme evocar, en este día, unas escenas risueñas de vuestra época. Era el año 1922. El país apenas si empezaba a despertarse de la horrible pesadilla del año anterior: el desastre de Annual y Monte-Arruit. Los socialistas tenían la mayoría en el Ayuntamiento de Fitero, presidido a la sazón por Donaciano Andrés, y Pablo Iglesias y su mujer, Amparo Meliá, habían venido a veranear un mes en nuestra Villa. Para eso alquilaron una casa del Paseo de San Raimundo: la del Tío Conrado y la de la Tía Faustina, que, complemente remozada posteriormente ostenta en la actualidad el número 22. Cerca de ella había en una bajera un pequeño taller de modistas o aprendices de costureras, con las que no tardó en relacionarse la señora Amparo Meliá, la cual por las tardes solía pasar algunos ratos en su compañía. Por su parte Pablo Iglesias, que por aquel entonces era Diputado a Cortes por Madrid -lo venía siendo desde 1910- y director del semanario EL SOCIALISTA, solía darse un pequeño paseo por el San Raimundo, en espera de su abundante correspondencia diaria. Al serle entregada por el cartero, se sentaba ordinariamente en un banco del Paseo, cercano al kiosko de la música. Los bancos de entonces no eran tan cómodos como los de ahora, pues eran tres bloques cúbicos de granito. Al atardecer, cuando refrescaba un poco, venían a sacar a Don Pablo a pasear por el campo Donaciano Andrés, Demetrio Andrés y otros incondicionales del Centro Obrero.
Don Pablo tenía, a la sazón, 72 años y era un anciano venerable, bien conservado: alto, espigado, de barba y bigote blancos y con un pañuelo blanco al cuello en lugar de corbata. De ordinario llevaba un traje entero gris y se tocaba la cabeza con una gorra del mismo color. Por supuesto, no era la primera vez que Pablo Iglesias venía a Fitero, pues desde 1910 era un cliente bastante asiduo de los Baños Nuevos, cuyas aguas sentaban muy bien a su salud. Naturalmente siempre se daba una vuelta por el pueblo y, en esas visitas, hizo conocimiento con los obreros más conscientes del vecindario, los cuales, por por iniciativa del Abuelo, como le llamaban cariñosamente, fundaron primeramente el Centro Obrero, afiliado a la Unión General de Trabajadores, y más tarde una sección del Partido Socialista Obrero Español. Uno y otro se los llevó el temporal fascista temporalmente; pero aquí estamos los descendientes de los 50 muertos de 1936 defendiendo los mismos ideales de justicia y libertad, por los que ellos murieron. O mejor dicho, fueron muertos. ¡Viva el Primero de Mayo! ¡Viva la Unión General de Trabajadores! ¡Viva el Partido Socialista Obrero Español!