La gasolinera de Fitero fue la más valorada por los clientes de Repsol en 2023







La Estación de Servicio de Fitero fue la mejor valorada por los clientes de Repsol en 2023. Así lo certifica el premio que recibió uno de sus gestores, Aitor Jiménez Miranda, cuya aventura empresarial se relató en el artículo publicado por la revista municipal Fitero 2023 que pasamos a reproducir: 

Gente que se queda; por Pedro Pérez Bozal

Dos de las dinámicas que destrozan la viabilidad de localidades como Fitero y comarcas como la Ribera o el Valle del Alhama-Linares son el éxodo juvenil hacia grandes núcleos poblacionales y el cierre de los comercios.

Contra lo uno y lo otro luchan Aitor y María, María y Aitor, que hace más de diez años protagonizaron en carne propia un experimento emprendedor al asumir con acierto la gestión de la granja de pollos fiterana que había capitaneado durante décadas Félix Bozal. 

En 2012 aprendieron a realizar ciclos de guarda, cría y engorde de 16.500 pollos que durante 56 días se zampan 80.000 kilos de una mezcla con base de maíz, trigo, avena y soja. 

Aceptando el reto


María y Aitor celebraron este pasado diciembre una década al frente del negocio ganadero. Y lo hicieron por todo lo alto, ya que Aitor Jiménez Miranda, a la sombra de un café con leche en el Bar San Antonio, aceptó el envite que le lanzó José Ignacio Hernández Tobías. 

El empresario, al borde la jubilación, le invitó a asumir el negocio que su padre, Francisco Hernández Andrés, abrió en 1940 enfrente de la actual ubicación del negocio tras conseguir una concesión de la Campsa. 

La gasolinera fiterana se consolidó en la actual localización a partir de 1970 con la inauguración de unas nuevas instalaciones, tal y como señala Manuel García Sesma en el libro 'Investigaciones históricas de Fitero, volumen II' (1986). 

Valentía

El pasado 7 de diciembre (de 2022) Aitor Jiménez Miranda y María González Fernández asumieron el vértigo de lo desconocido al tomar las riendas de un negocio tan emblemático como la gasolinera, que en Fitero, por el cambio de hábitos, la pérdida de pegada local y comarcal, y otros asuntos, no parecía el reto más fácil del mundo. 

Pero, por ahora, el examen está aprobado con nota: nos encontramos al final de una tarde veraniega y el constante ajetreo denota que el reseteo impulsado por la pareja treintañera está dando sus frutos. 

"Gratificante y dura"

Habla Aitor: "Desde el principio quisimos darle un reseteo al negocio que implicaba un lavado de cara. Nuestro enfoque era darle la vuelta a la gasolinera para atraer a gente de todas las edades y vender otros productos en tienda". 

"Teníamos experiencia previa cara al público, ya que ambos trabajamos en el supermercado Día en Cervera del Río Alhama, y la verdad es que está resultando muy bonito, gratificante... y también duro. Son muchas horas, pero la verdad es que nos compensa", añade. 

Señala Jiménez Miranda que emprender y dar servicio en el entorno rural no es tarea fácil: "Hay que arriesgarse financieramente, aunque es verdad que hay ayudas de organismos públicos como el Consorcio Eder, que me ayudaron a capitalizar las cuotas del paro o conseguir la devolución íntegra de la cuota de autónomos durante el primer año, o de Gobierno de Navarra, que nos concedió 3.000 euros". 


El franquiciado de Repsol obtiene de la multinacional una comisión por litro vendido a cambio de "dar servicio durante muchas horas" y los siete días de la semana, reconoce. Es cierto que esta dedicación, y la simpatía de ambos, se ha traducido en un notable incremento de la clientela. 

"Nos hemos sentido arropados por el pueblo", explica María, que anda empeñada en tirar de imaginación para ofrecer nuevos productos y servicios. Durante los ocho meses que lleva abierta se han empezado a vender cafés, bolsas de hielo, helados, nuevos productos de bollería, chucherías y bazar de coche, y hasta prestan las fichas a las caravanas del parking municipal o ceden la llave del punto limpio local. 

También han abierto una terraza "que ha funcionado muy bien esta primavera y este verano", admite la pareja feliz al ver que los que esperan al autobús, bajan del Balneario o los jóvenes fiteranos se acercan de forma recurrente al establecimiento. 

Es cierto que la localización, alejada de grandes carreteras o importantes ciudades, limita la clientela que consume alrededor de 90.000 litros de combustible mensuales. Pero ambos, progenitores de dos niños y residentes en una vivienda frente al establecimiento, miran al mañana con esperanza y sueñan con añadir al negocio un nuevo lavadero de coches o un estand de productos locales. 

"Está saliendo bien el negocio", dice María. Y con ella acabamos antes de ver morir un día cualquiera de verano tras comprobar la revitalización de un negocio fiterano. Ahí es nada.