Nervios en UPN, ilusión en Socialverdes y runrún en Sortu: la política navarra otea 2023



 



La derecha navarra nunca había estado ocho años 'calentando banquillo' y los nervios empiezan a arreciar para los de Javier Esparza, que se encamina hacia su tercer examen electoral tras haber constatado que no despierta demasiado entusiasmo en sus filas (al no convencer siquiera al 60% de su militancia en sus primarias contra Sergio Sayas a pesar de controlar el aparato del partido y contar con la práctica totalidad de dirigentes destacados de UPN en su lista). 

Los regionalistas repetirán socios, el fantasmal PP navarro dirigido por Ana Beltrán desde Madrid y Ciudadanos, que camina hacia la extinción. No está tan claro con qué siglas irán a la cita de 2023, ya que amplios sectores conservadores abogan por recuperar UPN como marca electoral sin que este hecho imposibilite que miembros de PP y Cs se integren en la lista. 

Esparza, al que las encuestas le pronostican jubilación en 2023, ha fiado su discurso en fijar en el imaginario colectivo que el PSN-PSOE ha traicionado a sus electores por pactar con Euskal Herria Bildu. Algunas sectores de UPN creen que no es recomendable estigmatizar a los únicos socios que pueden encontrar de cara a formar gobierno. 

Pero los regionalistas en realidad saben que pueden arrear a los socialistas porque el PSN-PSOE es un partido dependiente de Madrid que supeditará cualquier pacto a los intereses electorales de Ferraz. En 2007 Miguel Sanz decía que José Luis Rodríguez Zapatero le vendía Navarra a ETA, cosa que al de Corella no pareció molestarle dos meses después cuando el PSOE le regaló el poder en Navarra.

En el PSN-PSOE defienden su autonomía y dicen que 2019 fue el comienzo de un cambio de política de pactos en Navarra, quizá por la confluencia de las influencias de María Chivite en Madrid, Santos Cerdán en Ferraz y el PNV en La Moncloa. 

Pero lo cierto es que si los socialistas gobiernan Navarra mediante pactos progresistas es porque Albert Rivera rechazó el pacto para vicepresidir el Gobierno de Pedro Sánchez en el verano de 2019... y entre las cláusulas destacadas del acuerdo ofrecido por José Luis Ábalos a Cs se encontraba la postura del PSOE a dejar la Comunidad Foral en manos de Navarra Suma. 

Entre los aspectos positivos a destacar para Na+ se encuentra el hecho de que UPN ha logrado imantar el voto del centro-derecha en sus filas, ha conseguido que Javier Esparza no genere demasiado rechazo a pesar de su vascofobia (muy extraña, teniendo en cuenta que la ikurriña estaba en el salón de plenos de Aoiz cuando ejercía de alcalde del municipio), está haciendo una aseada oposición en materia sanitaria de la mano de Cristina Ibarrola y en materia memorialística ha dado algunos pasos como el que verbalizó Iñaki Iriarte, que aseguró que UPN no había reconocido a todas las víctimas del terrorismo al mismo nivel. 

En el debe hay que destacar la errática postura de UPN en Madrid con Sayas y Adanero haciendo seguidismo a Vox y anteponiendo un rancio nacionalismo español a los intereses de Navarra, llegando a tomar posturas antinavarras al criticar transferencias logradas por la Comunidad Foral por el simple hecho de que las consiga el PNV. 

O la miopía de intentar soplar y sorber al pedir que se mime a la Navarra rural mientras hacen bandera de la Carta de capitalidad que ha otorgado casi 500 millones de euros extra a Pamplona en el último cuarto de siglo. Por no hablar de la pasividad de Esparza ante las estrategias trumpistas de Alejandro Toquero, resucitador del victimismo ribero y dirigente que va a poner en más de un problema a UPN. 

Aunque lo peor que ha hecho UPN en esta legislatura es cruzar el rubicón e imitar algunos discursos de Vox sobre un tema que no había entrado en la confrontación política: la inmigración. Enrique Maya ha relacionado a los menores extranjeros no acompañados con la delincuencia, Mario Fabo ha señalado públicamente a los jóvenes del centro de menores de Marcilla, Alejandro Toquero denunció una supuesta trama de empadronamientos irregulares del que nunca más ha hablado y Manolo Resa aseguró que "se ayuda más a los de fuera que a los de aquí". 

Recuperando autoestima

El PSN-PSOE ha recuperado el autoestima perdido tras casi un cuarto de siglo caminando por el desierto al que le condenaron las traiciones ideológicas (pacto del Régimen ejemplificado en el agostazo, el marzazo y las dietas de la CAN), la corrupción (sus dos expresidentes acabaron en la cárcel por corrupción) e incluso el crimen de Estado (los GAL). 

La ola sanchista propulsó a María Chivite al poder y la presidenta ha adquirido ciertas hechuras bajo la sabia asesoría de Félix Taberna, vigilante del poli bueno y poli malo que interpretan Javier Remírez y Ramón Alzórriz. 

A los socialistas hay que aplaudirles que hayan dado continuidad a la sensibilidad social del cuatripartito, que hayan rectificado sobre la financiación local (enterrando el modelo de Cartas de capitalidad que atentaba contra los pequeños municipios) y que hagan frente a Navarra Suma, especialmente con los temas riberos. 

Al PSN-PSOE también se le puede afear que esté calcando el modelo de fiscalidad y su agenda de inversiones en grandes infraestructuras de los gobiernos de UPN, sus complejos en materia de pactos (hecho que posibilita que Pamplona esté gobernado por Maya a pesar de que más del 60% del voto de la ciudad fue a fuerzas progresistas), sus excesos (el enchufismo de Remírez y Gimeno, la negativa de Chivite a echar a Jesús Mari Rodríguez cuando le imputaron o la arbitrariedad al rescatar a Navarra TV del siniestro Méndez Pozo) y, sobre todo, la nefasta gestión sanitaria que ha destrozado la Atención Sanitaria. 

Una de cal...

Geroa Bai cohesiona y ensancha el progresismo navarro, otorga tranquilidad en algunos sectores muy influyentes en la sociedad, representa estupendamente a la Comunidad Foral de la mano de Koldo Martínez, se muestra muy eficaz en la defensa del euskera, ha mostrado mucha sensibilidad hacia las eficaces agrupaciones independientes y está realizando interesantes políticas en materia de vivienda o memoria histórica. 

Es cierto que está coalición se ha desdibujado por su obligado seguidismo hacia las posturas del PSN-PSOE y se muestra incapaz de absorber algunos elementos progresistas por su liberalismo 'en las cosas de comer'. 

El nuevo proyecto que ha surgido en Geroa Bai, Socialverdes, otorga autonomía orgánica y económica al grupo barkista y acota los límites del PNV, que ponía el dinero y cada vez más exigencias a pesar de su escaso peso electoral. Socialverdes posiblemente cuenta con las coordenadas acertadas para una formación como la que lidera Barkos, ecologismo y europeísmo modelo Compromís. 

Pero Socialverdes no parece otorgar el empuje necesario para conseguir que Geroa Bai, al igual que el PRC en Cantabria, deje de ser advertido como un partido personalista por su falta de estructura y porque sus resultados están íntimamente ligados a la figura de Barkos, quizá consciente de que la coalición apenas lograría entre tres y cuatro escaños sin ella como reclamo. 

Dotando de estabilidad a pesar de su inestabilidad en los carteles

Arnaldo Otegi ha disparado los votos e influencia de EH Bildu mientras contribuía a pacificar el norte. Es cierto que el encaje de bolillos del de Elgoibar le obliga a buscar la normalización de la coalición a la vez que no puede descuidar a la vieja guardia por riesgo a escisión involucionista. 

La izquierda abertzale, mientras acumula fuerzas, aporta estabilidad en Madrid y Navarra; sigue pegada a la calle con su tupida red de activistas y colectivos afines; y en la Comunidad Foral ha consagrado un tono amable y constructivo. 

Eso sí, el "exceso de pragmatismo tacticista" que le afea más del 20% de la militancia de Sortu se deja ver en el giro socialdemócrata que denuncia ELA. Tampoco parecen demasiado acertados los continuos cambios de cartel de la izquierda abertzale, que previsiblemente contará en 2023 con su octavo candidato en las diez citas autonómicas navarras a las que se ha podido presentar, la sortutización de EH Bildu por el hiperliderazgo de Otegi (que ha copado todos los puestos de dirección, en manos de las víctimas de Bateragune) o los tics antidemocráticos que se están vislumbrando en EA, en manos de una dirigente atrincherada en un sillón e incapaz de presentarse a unas primarias limpias porque sabe las nulas simpatías que despierta entre la militancia que lidera. 

Madrid-Tudela

Unidas Podemos intenta articularse en Navarra mientras mira de reojo Madrid, donde utilizan su peso estratégico para influir en el BOE en materia de salario mínimo, igualdad, prestaciones a los colectivos más vulnerables (ingreso mínimo vital), derechos sociales (eutanasia, ley trans, ley de protección a los menores o políticas contra las casas de apuestas) y relación España-Catalunya. 

Es cierto que estos hallazgos conviven con las decepciones (las dificultades de la ciudadanía para acceder al ingreso mínimo vital, la tímida reforma laboral avalada por la patronal, la regulación que se avecina en materia de vivienda o la anacrónica ley de cambio climático). 

¿Y en Navarra? Podemos intenta hacer malabares con su errática decisión de entrar en un Gobierno en el que tienen nula capacidad de influencia, sin que este hecho impida aplaudir las políticas de Eduardo Santos con el colectivo migrante. 

Begoña Alfaro, que está posibilitando que la formación morada recupere la ilusión y navega en favor de confluir con IU y Batzarre, podría liderar este espacio con la intención de recuperar fuerza en el Parlamento, volver a tener voz en el Ayuntamiento de Pamplona y recuperar Tudela, que posiblemente sea la batalla clave a nivel político en Navarra a medio plazo.