Frente al odio, construir alternativa; por Carlos Guillén Sola



 



No recuerdo bien cuánto tiempo llevo escribiendo artículos, pero en todo éste tiempo he podido aprender que dar tu opinión públicamente conlleva responsabilidades. Siempre encajé bien las críticas, aunque fueran opuestas, pues mi intención primera es la de generar debate (sano a poder ser) y porque escuchar diversas opiniones te ayuda también a reflexionar, a hacerte una idea del panorama y no permanecer metido en una cueva. 

Mi paso por la política tiene varias motivaciones. En primer lugar porque como diría Machado, “si la política no la haces tú, la harán otros y tal vez en tu contra”. Por otro lado, sentía la necesidad de aportar a la sociedad desde un punto de vista totalmente diferente a lo que había en Fustiñana y la Ribera en general. Y finalmente, porque pensar y tener una opinión distinta a la de la mayoría, debería ser algo normalizado.

A fin de cuentas, ¿qué es la democracia, sino la participación de la ciudadanía o la vecindad en la vida pública? Nunca me importó lo que se pensara de mí por nadar contracorriente, ni tampoco me abruma saberme en minoría con respecto al resto. Y si a alguien le parecía mal, pues bueno... no puedes caerle bien a todo el mundo. Pero hay cosas que no se pueden pasar por alto. 

La pasada Noche de Reyes, fui increpado en un bar por dos personas que una de ellas, pensaba que yo era de Podemos o de IU (falso, milito en EH Bildu), al grito de “comunista de mierda”. La madre de la criatura, pensando yo (inocente de mí) que se acercaría a templar la situación, siguió con la misma cantinela y durante cuarenta minutos tuve que soportar el comentario anterior, estupideces de “cuñado”, a los que se sumó el de “vasco de mierda” e incluso me invitaron a marcharme del pueblo. 

Como nota tragicómica, que diga “vasco de mierda” una persona que reúne varios apellidos de origen vasco, es como ver a dos hermanos insultarse al grito de “hijo de p...”. Si bien no debería de hacer caso de lo que digan dos personas bajo los efectos del alcohol (sólo alcohol, creo), los comentarios fueron lo suficientemente graves como para no dar respuesta. 

Quiten el término “comunista” o “vasco” y coloquen nacionalidades y orígenes étnicos varios, condiciones sexuales, creencias religiosas, etc. Un discurso de odio en toda regla. Y lo que me intriga... ¿actuarán igual contra las otras minorías citadas? Uno puede ser de izquierdas, comunista incluso, por tener conciencia de clase y proceder de una familia trabajadora. 

Nadie debiera repudiar que haya gente que luche por la justicia social, la igualdad en todos ámbitos, la ampliación de la democracia, la redistribución del trabajo (y por tanto, la riqueza) y en defensa de la madre tierra, en oposición al amiguismo, la trampa, la corrupción y un neoliberalismo que nos manda directamente a la extinción. Nadie debiera repudiar en Navarra, que haya quienes nos sintamos “hijos de Vasconia” como decía Jimeno Jurío. 

En concreto en Zona Media y Ribera, del Ager Vasconum que llamaron los romanos a la zona vascona de cultivo de cereal. Que nuestro concepto navarro sea el de Estado de Nabarra (que ya fuimos) y hagamos nuestro el euskera y la cultura vasca. Soy navarro euskaldun y ése concepto de Navarra, no es ni mejor ni peor; es el que considero más acertado, eso sí, aceptando la pluralidad de ésta tierra. Porque ante todo, uno es demócrata. 

Primero por ser antifascista y segundo, porque además acepta la derrota. Seguramente no me gusten muchas de las cosas que veo y que oigo, ni busco que todo el mundo piense como yo; defiendo el derecho de toda persona a participar en la vida pública, como insisto, implica el término de democracia al que aspiro. Ése es el origen de la convivencia. Amar el pueblo, implica aceptarlo como es; a mí personalmente, no me sobra nadie como a quienes me increparon; ni siquiera los que están en las antípodas de mi pensamiento o sentimientos. 

Pero sí me sobran comportamientos tan mezquinos, miserables y vergonzantes. Y a pesar de todo, estaría dispuesto a escuchar explicaciones y a disculpar. Espero que la reflexión y la cordura se impongan. Decía Pepe Mújica, que “el odio y el amor son ciegos. Pero el amor es creador y el odio nos destruye”. Construir alternativa es probablemente una de las cosas más bellas y hermosas de la vida. 

Y en ello estamos y estaremos mucha gente, construyendo a pesar de todo y transformando para cambiar lo inaceptable, confrontando al odio destructor que esparcen algunas personas.