Las perdedoras de la Historia nos quedamos sin voz; por Eva García Sempere



 




Posiblemente la metáfora que mejor nos define en estos momentos, después de haber recibido la terrible noticia de la muerte de Almudena Grandes, es que tenemos el corazón helado, en una suerte de homenaje que acompaña nuestro dolor.

Se nos ha ido la voz de las perdedoras de la Historia. Las perdedoras de la guerra, del capitalismo, del patriarcado feroz, de la sociedad que expulsa a tantas personas a los arrabales de la historia. Pero, también, se ha ido una de las voces más brillantes de la literatura y que siempre tuvo entre sus líneas la épica de estas perdedoras.

Con Inés y la alegría inauguró su, probablemente, saga de obras más políticas (aunque todas lo eran) y nos enseñó a muchas comunistas parte de nuestra propia historia arrebatada con años de silencio y olvido. A pesar de la dureza, y de la ausencia de finales felices, sentimos fuerzas renovadas: nos reconciliaba con la lucha y aprendíamos a amar nuestras heridas. Como ella misma decía "en la historia del PCE hay suficiente gloria como para no ocultar sus miserias".

Almudena no quería olvido, quería ventanas abiertas y luz sobre las vidas de tantas personas invisibles: siguieron llegando más "Episodios de una guerra interminables". Y aprendimos sobre episodios oscuros del Madrid de la dictadura, de mujeres que pierden la cabeza cuando pierden el control, de bodas carcelarias y lucha antifranquista.

Lulú, Malena, Aurora, Sara, María José, Manolita, Inés y tantas otras se quedan con nosotras, no hay muerte que pueda arrancarlas de nuestro corazón. Pero, ay, ¡cuántas faltan! Nos has dejado huérfanas, Almudena, de las voces que seguimos necesitando escuchar. Y ahora ¿quién nos contará sus historias?