El Bocal acogió anteayer una reunión de la consejera de Cultura y Deporte, Rebeca Esnaola, el consejero de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Felipe Faci, y la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), María Dolores Pascual, que pusieron en en común iniciativas de investigación, promoción y divulgación sobre el patrimonio cultural relacionado con el agua.
Una sede con cinco siglos de historia
El Bocal, cuyo significado es “azud o presa que se levanta en un río con el fin de desviar su caudal”, constituye el comienzo de un gran proyecto hidráulico, el Canal Imperial.
Las obras de la primera presa, actualmente conocida como “presa vieja”, comenzaron en 1528, por orden del emperador Carlos I (de ahí su nombre como “Imperial”) de la mano de Gil Morlanes, arquitecto y escultor zaragozano. En esta época se construyó también el Palacio de Carlos V, antigua casa de compuertas de la Acequia Imperial, si bien en el s. XIX sufrió serios daños como consecuencia de una riada y hubo de ser reformado.
En 1770 se inició la construcción de una segunda presa, ya que la primera resultaba insuficiente para dar servicio a las necesidades de la época, bajo las órdenes de don Ramón Pignatelli. Fue el clérigo aragonés que consiguió sacar adelante todo el proyecto, concluyendo los 102 kilómetro que constituyen el Canal Imperial de Aragón, que riega 28.428 hectáreas.
En 1985 se integró, junto con todo su patrimonio, en la Confederación Hidrográfica del Ebro, organismo encargado de su gestión en la actualidad.
El poblado de El Bocal data del último tercio del s. XVIII e incluye todos los elementos para facilitar la tarea y la vida de sus habitantes. “Una posada junto al embarcadero para los muchos viajeros, puesto que el canal era navegable, una escuela, herrería, lavadero, teatro, la preciosa iglesia neoclásica dedicada a San Carlos Borromeo. En definitiva, todas las edificaciones para dar servicio a un centro urbano lleno de vida y generador de riqueza”, explican los responsables de Cultura del Gobierno de Navarra.
Además, el Palacio de Carlos V está rodeado de jardines, que incluyen el “Laberinto Carlos”, que supera los 1.700 m². “También encontramos un roble de más de 30 metros de altura, probablemente plantado al inicio de las obras, es decir, un ejemplar de más de 500 años de antigüedad, testigo del nacimiento del Canal Imperial”, recuerdan.
El entorno de El Bocal se puede visitar de forma libre de viernes a domingo y también, a través de visitas guiadas al poblado que se pueden concertar en elbocal@chebro.es.
Canal Imperial
“El Canal Imperial es un símbolo, un referente hidráulico con una historia que se remonta a un primer proyecto en el siglo XVI, con Fernando el Católico, pero que se hizo realidad con el empeño de Ramón Pignatelli”, indican.
También, añaden, “es un referente como representación de la unidad de cuenca, al nacer uniendo dos territorios, Navarra y Aragón, a través de la regulación y el uso del agua”.
Junto con el Bocal, existen otros elementos arquitectónicos de interés, entre los que destacan almenaras, esclusas, puentes y en Zaragoza, en 1776 la Real Sociedad Económica de Amigos del País promovió la construcción de lo que sería el puerto de Casa Blanca.
El complejo estaba formado por un puerto para el desembarco, varios batanes y molinos, una almenara de desagüe, dos esclusas, dos puentes, una fuente, una iglesia, caballerizas y la Casa de San Carlos, posada vulgarmente conocida en la época como la Casa Blanca. Además, en la zona se encuentra la famosa fuente de Los Incrédulos, monumento neoclásico.
Cuando se abandonó como puerto se reconvirtió en una pequeña central hidroeléctrica en 1894 y la Casa Blanca se pasó a ser entonces en un mero lugar de esparcimiento, que permitía a los zaragozanos dar un agradable paseo entre arbolado desde las afueras hasta la Puerta del Carmen.
La CHE ha reforzado esta zona con la creación, en el antiguo molino de Casa Blanca, del espacio “Hidro-Lógico” un lugar para la divulgación sobre el agua y su gestión.