El centro-derecha madrileño ha destrozado el mantra que decía que una alta participación favorecía las opciones progresistas: en el día de hoy Isabel Díaz Ayuso, que ha logrado más votos y escaños que todo el centro-izquierda junto, ha obtenido unos resultados espectaculares tras haber barrido en la Comunidad de Madrid en una jornada en el que la participación ha rondado el 80%.
La candidata del PP ha emulado a Feijóo al haber logrado zamparse gran parte del voto de centro y haber bebido en caladeros templados gracias a su diatriba populista: su 'comunismo o libertad' quería decir 'abierto o cerrado' en la hostelería (es decir, 'egoísmo o generosidad').
La Comunidad de Madrid, en la que viven medio millón de personas relacionadas con el comercio y la hostelería y cuna del liberalismo 'aguirrista' y antisocialista, ha confiado los dos próximos años del Gobierno regional a Ayuso (cuyo modelo difícilmente podrá expandirse por la 'España diversa').
En el centro-derecha, liderada por una dirigente irregular que sin embargo ha logrado cazar simpatías entre bloques de ciudadanos heterogéneos, también hay otras dos noticias: Vox, con sus carteles infectos, ha mantenido por sorpresa sus resultados a pesar del crecimiento de una Ayuso con toques similares a su librillo y Ciudadanos ha confirmado el principio de su fin tras sus innumerables zigzagueos oportunistas.
Debacle monclovita
El otro gran ganador de la noche electoral es Más Madrid tras una campaña marcada por la miopía, trampas y aspavientos hipócritas de La Moncloa. Esta formación errejonista liderada por Mónica García ha batido sus previsiones, ha conseguido el segundo puesto y ha logrado achicar a su mínimo histórico al espacio del PSOE.
Los socialistas salen tocados y hundidos tras una campaña desnortada que arrancó con guiños centristas a nivel fiscal y de pactos (ni subirían impuestos ni acordarían con Iglesias) y acabó con fingido acercamiento izquierdista que contrasta con sus incumplimientos en materia del acuerdo programático en el Gobierno central.
Pedro Sánchez sale magullado del brazo de un candidato carbonizado tras haber polarizado una campaña con un cordón sanitario contra Vox propuesto por Pablo Iglesias que el PSOE apoyó a pesar de que La Moncloa sigue agitando el trampantojo de Santiago Abascal porque, si este partido sigue rondando el 15% de voto estatal, el PP tendrá imposible alcanzar La Moncloa.
También sale malparado de las madrileñas Unidas Podemos, que, a pesar de subir en porcentaje de votos y escaños, ha logrado unos números discretos que, a pesar de que la plaza no era propicia y de que había encuestas que hace dos meses les daban cero escaños, evidencian que Iglesias ha cerrado su vida política en el momento idóneo tras acabar socarrado por un ciclo turbopolítico que, con sus luces y sombras, ha contribuido a regenerar el Estado.