Miguel Sanz, Alejandro Toquero y el 'revillismo'



 




Los más de 8.000 ayuntamientos españoles encaran el paso del ecuador de una legislatura anómala que saltó el pasado año por los aires a causa de la pandemia que ha provocado miles de muertos, derribado infinitos proyectos e, indirectamente, visibilizado la importancia de una institución como los ayuntamientos (herramienta de proximidad que dota de vertebración al eternamente federal Estado español). 

En la Ribera, por norma general, los consistorios se han volcado hacia la ciudadanía, han proporcionado información sin sesgos, han evitado apostar por los choques partidistas a cuenta de la gestión sanitaria y han vaciado muchos charcos. 

Tudela

Los dos primeros años en el Ayuntamiento de Tudela del equipo de Gobierno de Navarra Suma, que en 2019 logró una inesperada mayoría absoluta en la capital ribera, han estado marcados por el nuevo alcalde de la ciudad. 

Alejandro Toquero ha enterrado cualquier vestigio del tripartito mediante la ruptura de los consensos en Eder y la Mancomunidad, véase el bronco despido de Abel Casado y la polémica resolución del concurso de limpieza viaria; ha restaurado el dedo como mecanismo para fichar a cargos de confianza (su jefa de Gabinete es el mejor ejemplo); ha soterrado la austeridad 'larrartiana' (su antecesor cobraba un 40% menos que él); y ha inaugurado infinitas obras proyectadas la pasada legislatura. 

El nuevo alcalde, en el que quizás es su mayor mérito, ha logrado invisibilizar los innumerables problemas de gestión de su equipo y algunos escándalos de Navarra Suma (sus dietas cobradas de forma irregular, su incomprensible decisión de retuitear un mensaje que decía que Sánchez y Chivite tenían las manos "llenas de sangre" o la antigua relación de su mano derecha con un contratista de la Mancomunidad). 

Y lo ha hecho con la ayuda de un mapa mediático muy favorable al centro-derecha y una creciente guerra partidista contra Gobierno de Navarra a cuenta de los evidentes incumplimientos programáticos socialistas en relación, entre otros asuntos, con la concesión de la Carta de capitalidad a Tudela.

Del desarrollo de la comarca al gol del Tudelano

Los muros de Tudela se achicaron en 2019 tras cerrarse con sorpresa una legislatura que había estado marcada por el intento de desarrollo de la Ribera, comarca de la que algunos solo parecen acordarse para cobrar unas facturas más políticas que económicas. 

Es público y notorio que Eneko Larrarte promovía foros riberos nutridos por infinitos actores políticos, sociales, culturales y empresariales en los que se hablaba de demografía, industria, empleo o innovación. 

Estos temas parecen haberse enterrado en esta legislatura ya que algunos, al menos en las redes sociales, parecen más pendientes de revisar el programa electoral del PSN-PSOE en 2019 y del desarrollo del partido del Club Deportivo Tudelano que del desarrollo de la Ribera. 

Miguel Sanz y Alejandro Toquero: lugar y momento adecuados cuando menos lo parecía

Que Miguel Sanz fuese presidente de una comunidad tan polarizada y fragmentada como Navarra durante ni más ni menos que quince años consecutivos evidencia la importancia de estar en el lugar y momento adecuados. 

El corellano, que había miltado en la UGT socialista en la Transición y venía de fracasar en un negocio empresarial, aprovechó la desintegración de las dos derechas municipales en su municipio (independientes y UCD) y apostó en 1983 por UPN cuando los regionalistas solo habían sido capaces de armar nueve candidaturas en la Ribera. 

Sanz, ni comerlo ni beberlo, se convertía en alcalde y cuatro años después repetía mandato (a la vez que se convertía en parlamentario promesa dentro del sector renovador que emergía muy a la sombra de los oficialistas).

El regionalista ataría su suerte a la del renovador Juan Cruz Alli, que firmó pacto con el PP y ganó las forales de 1991. Alli le catapultó a la vicepresidencia de Navarra antes de que un pulso entre el presidente navarro y UPN motivase una nueva pirueta de Sanz, que olvidó sus años progres, intentó borrar su sonriente fotografiada negociadora con HB en 1993, mimó al Opus y se dejó elevar al trono de UPN con el apoyo de los oficialistas. 

Sanz no fue capaz de tejer acuerdos en 1995 y solo alcanzó el poder gracias al regalo en 1996 del PSOE, que le volvió a ceder el trono en 2007 a pesar de que el corellano, ni corto ni perezoso, había encabezado una manifestación que decía que Zapatero iba a utilizar Navarra como moneda de cambio en una negociación con ETA. 

El corellano acabó su carrera forzando la ruptura entre UPN y PP para compensar al PSOE, devolviendo 39.000 euros de dietas de Caja Navarra, avalando a la misma Yolanda Barcina contra la que acabó batallando e intentando evitar unas primarias entre Esparza y Sayas que se han quedado en un juego de niños comparadas con la guerra de 1995. 

Listo o inteligente

El Diario de Noticias buscó el mentón de Sanz en una entrevista publicada en 2010. Víctor Goñi preguntaba: "¿Le molesta que aún hoy le espeten que es más listo que inteligente?". Y el entonces presidente acertaba de pleno: "Claro que me molesta y bien lo saben los que lo siguen diciendo porque ahí hay una clara intención de denostarme. Yo lo que respondo es que todos los listos son inteligentes, pero no todos los inteligentes son listos". 

Sanz consiguió liderar el centro-derecha navarro y romper por tres veces su techo electoral en autonómicas UPN-PP superó el 42% del voto entre 1999 y 2007. ¿El secreto, amén de su continuos y ambiciosos volantazos? 

Uno de ellos fue estar en el momento y lugar idóneo cuando los azares de la política habían desgastado a dos dirigentes navarros con muchas más lecturas que Sanz: Jaime Ignacio del Burgo, que nunca se repuso del injusto 'caso FASA', y Juan Cruz Alli, descabalgado por UPN por intentar marcar una estrategia centrista y ética (cabe recordar que llamaba 'Míster 10%' al alcalde pamplonica Alfredo Jaime, también de UPN).

Toquero, en el momento menos esperado

El discurso de Alejandro Toquero no se parece demasiado al de Larrarte. El tono político del actual alcalde de Tudela se parece más al de Miguel Sanz, que apostaba por exprimir temas sencillos casi siempre relacionados con polémicas partidistas en vez de centrarse en la gestión. 

Cabe recordar que Toquero estuvo en el momento y lugar idóneos cuando menos lo parecía: en 2017 asumió el liderazgo de UPN Tudela, que se había desangradado electoralmente dos años atrás y coleccionaba renuncias de ediles. 

El pacto de Esparza con Cs y PP para lanzar Navarra Suma y la negativa de IU a pactar con Podemos en Navarra fueron las dos teclas que colocaron a Toquero en una inesperada mayoría absoluta que le ha proporcionado proyección interna en UPN tras irrumpir en la Ejecutiva del partido como el candidato 'esparcista' más apoyado por la militancia, quizás como premio a su discurso contra María Chivite. 

Sanz, que quería ser el más navarrísimo de la Comunidad Foral, y Alejandro Toquero, que se ha envuelto en la bandera de Tudela, parecen emparentar políticamente con dirigentes como Miguel Ángel Revilla, que hace accesible la política cántabra con un discurso que seduce a ciudadanos apolíticos. 

Es evidente que la política en una ciudad de la talla de Tudela debiera tener mucha más altura que la que se ha practicado en los dos últimos años. Porque, si vamos al mismo paso, pronto se pescarán anchoas en el Ebro. 

Dos formas de entender la política 

Es evidente que hay dos formas de afrontar la política: centrarse en mantenerse en el sillón mediante choques partidistas y guiños populistas, véase Miguel Ángel Revilla, o centrarse en gestionar de forma adecuada, camino que es farragoso, aburrido y en muchas ocasiones provoca fricciones vecinales con gallos que pierden privilegios. Esperemos que los alcaldes riberos escojan el segundo camino...