Cien años de lucha comunista en Navarra






Por Eduardo Mayordomo y David Armendáriz, responsables de la Comisión preparatoria del Centenario del PCE en Navarra: 
 
En este año 2021 que acaba de comenzar, los y las comunistas navarras celebramos el centenario de nuestro partido, el PCE. Una organización que nació a raíz de la gran revolución soviética de octubre de 1917 y del descontento con los postulados nacionalistas de los partidos socialdemócratas, que olvidando el internacionalismo de clase, conspiraron junto a los gobiernos burgueses para provocar la Primera Guerra Mundial. Con ese espíritu, y respondiendo a los llamados de la III Internacional en pos de un único partido comunista en cada país, en noviembre de 1921, se fusionaron en el Partido Comunista de España los recién creados Partido Comunista Español (surgido de la Federación de Juventudes Socialistas) y Partido Comunista Obrero Español (nacido de militantes del PSOE descontentos con su deriva nacionalista).

En Navarra, la primera estructura organizada de forma oficial la encontramos en Tudela a principios de los años 30, al crearse allí un ‘radio’ comunista (así se denominaban las agrupaciones) vinculado al PCE.

Tras el de Tudela, se formó el Radio Comunista de Pamplona, que tenía su sede en la calle Carmen del Casco Viejo y cuyo secretario general fue José Lázaro, para extenderse posteriormente el PCE a todo el territorio navarro en los convulsos y combativos años de la II República. Este joven Partido Comunista navarro forjó su historia en la lucha obrera y agraria, en la lucha sindical, en la solidaridad con los revolucionarios asturianos presos en el Fuerte del monte Ezkaba, o en la creación del Frente Popular Navarro, junto a formaciones socialistas, republicanas, nacionalistas vascas y sindicatos.

En muy poco tiempo, el PCE llegó a contar con agrupaciones en numerosas localidades, hasta en 17 en 1936, año en el que los fascistas dieron el golpe militar que llevaban tiempo preparando en la sombra y que en tantas ocasiones había sido denunciado por los comunistas navarros.

Para hacer frente al fascismo, aquellos jóvenes y no tan jóvenes militantes redoblaron las luchas, las afiliaciones y los llamados a la unión de los demócratas. Se crearon las Juventudes Socialistas Unificadas, el Socorro Rojo Internacional, las milicias Antifascistas Obreras y Campesinas o la Unión de Mujeres Antifascistas. También se trabajó codo con codo con otros compañeros y compañeras socialistas y anarquistas en los sindicatos referencia de aquella época: la UGT y la CNT; y se luchó, hasta el último aliento de vida, por la democracia y por la libertad en Navarra y en el resto del territorio español.

Con el franquismo llegaron los años negros para el pueblo español: persecución, fusilamientos, cárceles, robo, exilio, etc. Los comunistas navarros, como otros muchos militantes por la libertad, vivieron en primera persona ese odio fascista. Durante décadas, los militantes del PCE llenaron cárceles, su sangre corrió por cunetas y simas, sus fotografías, sus nombres y apellidos vivieron el ostracismo, la huida y el olvido. Pero la lucha por la democracia no cesó. A escasos años del fin de la guerra, los comunistas navarros supieron reorganizarse y abrir nuevos frentes como los grupos guerrilleros de maquis, la preparación de la invasión del Valle de Arán, los grupos de apoyo a quienes cruzaban la frontera con Francia o la participación en la fuga del Fuerte del monte Ezkaba.

En los años 50, 60 y 70 llegarían las luchas sociales en la clandestinidad, las Comisiones Obreras, la Junta Democrática en Navarra, las huelgas en Motor Ibérica, Superser, Potasas… y muchas otras.

Y muerto el dictador, los y las comunistas navarras decidieron que la lucha no acababa, porque esa democracia y libertad arrebatada al fascismo estaba vacía sin derechos laborales, sin reparto de la riqueza y sin igualdad. Llegó la legalización del PCE tras una incansable lucha, el 9 de abril de 1977, y con ella el redoble de su actividad, y del incesante debate  político y teórico que condujo a la aparición de decenas de organizaciones marxistas en Navarra, la mayoría de ellas con existencia efímera. El PCE se mantuvo entonces fiel a sus principios, sosteniendo viva la bandera de la unidad de la clase trabajadora, la paz y la solidaridad internacional frente a los ataques liberales del PSOE primero y del PP después en forma de privatizaciones, reformas laborales, corrupción, entradas en la OTAN y en la Europa de Maastricht, guerras del Golfo o de Yugoslavia.

Con Izquierda Unida de Navarra, creada en abril de 1986, los comunistas abrimos nuestras siglas y nuestras sedes a hombres y mujeres procedentes de otras culturas políticas progresistas como ya lo habíamos hecho en anteriores ocasiones y lo hemos vuelto a hacer posteriormente con Izquierda-Ezkerra o Unidas Podemos, ya que en la unidad está la fuerza. Al fin y al cabo, el partido no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que tenemos los comunistas para alcanzar nuestro objetivo: la emancipación de los trabajadores, la “transformación del actual sistema capitalista en un orden social nuevo”, como estaba ya escrito en los primeros estatutos del Radio de Pamplona en 1932. Hoy, como entonces, los y las comunistas navarras no tenemos otra razón de ser que el bienestar de la clase trabajadora. Una liberación que pasa por el Socialismo, pero también por la igualdad entre hombres y mujeres, por una España republicana y federal, por la paz y la solidaridad frente a la guerra y la xenofobia.

En este siglo XXI, cuando el fascismo resurge al servicio de la burguesía proponiendo viejas recetas de odio contra la inmigración, de recortes en derechos laborales, en Sanidad, en Educación Pública; o de privatizar las pensiones para salir de la crisis, desde el Partido Comunista de España en Navarra y desde las Juventudes Comunistas redoblamos nuestra lucha en la calle y en las instituciones. Una lucha mundial y local, global y concreta.

Y lo hacemos con el ejemplo que nos dejaron tantos y tantas camaradas que dieron lo mejor de su vida por una sociedad mejor. Camaradas como las hermanas Úriz, Dora Serrano, Jesús Monzón, Jacinto Otxoa, Carmen Lardizabal, Clemente Ruiz Zabalza, Tomás Áriz, Camino Oscoz, Pilar Claver… por citar unos pocos.

En este centenario recordaremos a todos ellos, sacaremos sus nombres del olvido, desempolvaremos sus banderas rojas de hoces y martillos, pero no para exhibirlas en los museos sino para que ondeen junto a las nuestras y a las del resto de los trabajadores y trabajadoras navarras en pos de esa revolución aún por hacer que posibilite la emancipación del género humano