Fernando Mikelarena, Víctor Moreno, Clemente Bernad, José Ramón Urtasun, Carlos Martínez, Carolina Martínez, Jesús Arbizu, Laura Pérez, Txema Aranaz, del Ateneo Basilio Lacort, han firmado un artículo de opinión para protestar contra el obispo Francisco Pérez, que ahora pretende llevar misas franquistas a la catedral de Pamplona y en 2016 se negó a que los generales golpistas Mola y Sanjurjo fuesen exhumados del Monumento del Valle de los Caídos de Pamplona. Por su interés reproducimos el artículo:
Según una cadena de radio la semana pasada, el obispo Pérez ha ofrecido la Catedral de Pamplona a la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz para que ésta celebre sus misas y actos que, por ser coincidentes con las efemérides de recuerdo franquista y requeté, pueden ser considerados objetivamente actos de exaltación del franquismo.
Con ello, el obispo vuelve a rubricar la estrecha colaboración del Obispado con esa entidad memorialista requeté surgida en 1939, y en cuya constitución participó activamente el obispo Olaechea y dos curas marcadamente carlistas, como Santos Beguiristáin, de infausto recuerdo en Azagra (Navarra) al animar la implementación de la limpieza política de los desafectos y llevar privadamente su contabilidad, y Antonio Añoveros, posteriormente obispo, y uno de los que asistió como confesor a la masacre de Valcardera, el 23 de agosto de 1936 y que, también conoció las circunstancias de otros asesinatos, como el de Camino Oscoz.
Al ofrecer la catedral, el obispo Pérez retoma una larga tradición que la opinión pública de Navarra ha olvidado. Y es que los Viernes Santos, tras la función de las Siete Palabras, la Hermandad celebraba en la catedral la ceremonia de toma de hábitos de sus miembros, que juraban "seguir defendiendo los santos ideales de la Cruz y la Religión". Un acto presidido por el obispo, con viacrucis posterior y que, siguiendo un ceremonial de tintes kukluxklanescos, todavía pervivía a finales de los años setenta. El ritual se conformaba con arreglo al Deber Segundo de los Caballeros: "luchar con agresividad castrense contra la irreligión o las malas costumbres, contra todo lo que tienda a desvirtuar el espíritu de la Cruzada, a traicionar la Sangre de los Mártires y de los Héroes, recordando siempre que los muertos nos han de gobernar".
En la ceremonia, el caballero cronista leía los nombres de los voluntarios fallecidos en la guerra, de los asesinados en zona roja y de los caballeros muertos desde la última reunión. Luego, acuciaba a los asistentes por su compromiso "por la sangre de estos muertos que viven en Dios" de conservación del espíritu de la Cruzada. En la toma de hábitos, los candidatos debían repetir acompasadamente un texto leído por el Caballero Cronista donde pedía jurar por la permanencia de dicho espíritu. Al finalizar el acto, el Caballero Prior preguntaba: "Caballeros Voluntarios de la Cruz, no existiría nuestra Hermandad sino se hubiera atacado por los enemigos de Dios y de la Patria a esta Cruz y a esta Bandera. Al ir a poner en ellas el beso de vuestros labios, ¿juráis defenderlas hasta la muerte?".
En esos actos, el Arzobispado se manifestaba plenamente connivente, espoleando los radicales fines de la Hermandad de mantenimiento de los principios de la Cruzada. El 12 de abril de 1952, Diario de Navarra informaba, acompañándolo con fotos, sobre los actos del Viernes Santo, añadiendo que en el viacrucis posterior a la Función de las Siete Palabras organizado por la Hermandad, el obispo "excitó a los Hermanos a seguir sus huellas".
El obispo Pérez en sus declaraciones quitaba importancia a los contenidos de significación franquista de las ceremonias de la mencionada Hermandad, ligados con sus nuevos Estatutos, aprobados en el año 2006 por el obispo Fernando Sebastián. Ya en ellos se advierte un claro blanqueamiento de los propósitos iniciales de la misma. Sin embargo, incluso en ellos se lee que el fin primordial de la entidad es de "continuidad y fidelidad al espíritu y a los ideales de quienes dieron su vida por defender la fe y el Reino de Dios en la tradición católica de España [y] sufragar sus almas, tributándoles de esa manera nuestro eterno homenaje y agradecimiento, y haciendo que, al conservar el recuerdo de su nombre, sea escuela de religiosidad y de patriotismo para las nuevas generaciones".
De esta forma, en esos nuevos estatutos se decía que se celebraría una misa mensual por aquellos, así como misas el día de la Exaltación de la Santa Cruz y los días 10 de marzo (es decir, el Día de los Mártires de la Tradición), el 3 de mayo (es decir, el Día de la Invención de la Santa Cruz), el 19 de julio y el 1 de noviembre. Por otra parte, de acuerdo con ello, en esquelas publicadas en este mismo siglo XXI, la Hermandad reiteraba que rezan "por los muertos en la Cruzada por Dios y por España". No por todos los muertos en dicha Cruzada.
Asimismo, en una carta que publicó la prensa, firmada por el Caballero Prior de la Hermandad, Javier Baleztena, el 26 de diciembre de 2006, se decía que "el pertenecer a la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz no es como el formar parte de una asociación tradicional, típica de Pamplona o de Navarra, o algo folclórico, o de costumbres. No. Es adquirir un serio compromiso, pues, como recordaréis, al ingresar voluntariamente en ella realizasteis un juramento ante la Cruz y los Santos Evangelios (juramento, como veréis, muy serio) de cumplir con los fines de dicha Hermandad".
Y, seguidamente, recordaba como el fin principal el de "continuidad y fidelidad al espíritu y a los ideales de quienes dieron su vida por defender la fe y el Reino de Dios en el alzamiento de 1936" y el de "luchar con diligencia, tenacidad y valentía contra la irreligión, el laicismo y secularismo".
El obispo Pérez ya cedió la cripta de los Caídos a la mencionada Hermandad durante estos años, de acuerdo con el hecho de que la sede de la misma está en el monumento por decisión verbal del Obispado de 1958, ratificada por escrito en 1960, y ello a pesar de que el Ayuntamiento de Pamplona es propietario del edificio, tras acuerdo con el Arzobispado en donación en 1998.
En octubre de 2016 el arzobispo propuso un chantaje al Ayuntamiento para que éste reconociera al Arzobispado el uso y disfrute del espacio de la cripta y de este modo seguir celebrando las citadas misas de la Hermandad. A cambio, renunciaría a su demanda presentada ante el Contencioso Administrativo relativa a las exhumaciones de la cripta.
De forma sorprendente, el arzobispo Pérez reconoció que las cosas podían cambiar. Tras conocerse las siete propuestas del concurso para resignificar el monumento a los Caídos, y seleccionadas por el Ayuntamiento de Pamplona, Pérez, el 20 de febrero de 2019 reconoció la primacía de la propiedad municipal sobre el edificio como las decisiones del Ayuntamiento sobre el sostenimiento de la cripta.
Más todavía. Declaró que "podría llegar un día en el que se desacralice" la cripta del monumento a los Caídos, puesto que "no tendría ningún sentido" si "cambian los fines de la edificación". A fin de cuentas, la carlista Hermandad ya tiene el acomodo y blanqueo que le proporciona la comprensiva Iglesia de la Santa Cruzada y de cuyo espíritu el arzobispo actual no quiere desviarse lo más mínimo.