Chivite guarda silencio sobre su comida ilegal mientras FCC se frota las manos




María Chivite guarda silencio seis días después de que Navarra.com haya destapado que la presidenta del Gobierno burló su propia normativa y participó en un banquete merecedor de 9.000 euros en sanciones junto al consejero Manu Ayerdi, que no se habla con nadie de sus compañeros en Geroa Bai, y varios directivos de Acciona como José Manuel Entrecanales Domecq. 

Presidenta y consejero, encantados de agasajar en el Palacio de Navarra a 'Entrecanales III' porque las renovables "son un eje fundamental del plan Reactiva Navarra", según palabras de la propia Chivite, han vuelto a demostrar la facilidad con la que los socialistas se deslumbran ante las grandes fortunas. 

El PSN-PSOE, que hace tiempo cortó raíces con sus orígenes ideológicos, antepasados y bases, está feliz por hacerle la reverencia a un sujeto que es parte de esa aristocracia empresarial que hace fortuna arañando contratos públicos. 

Cabe recordar que José Manuel es nieto de José Entrecanales Ibarra, que fue uno de los constructores de las grandes obras del franquismo (ampliación de Barajas y construcción de presas). Y algunas de ellas, tal y como denuncia La Marea, las hizo con presos republicanos convertidos en esclavos.  

Quizás Chivite informó a 'Entrecanales III' de que su empresa saldrá derrotada del concurso de limpieza viaria de la Mancomunidad de la Ribera, que intenta cerrar flecos jurídicos y está postergando su decisión e darle el triunfo a FCC a pesar que desde hace más de mes y medio existe una propuesta de adjudicación que prácticamente la garantiza la victoria.

La presidenta del Gobierno y Ayerdi también miran de reojo a Trenasa, ya que sobre la empresa castejonera sigue ceñida una espada de Damocles que no tiene visos de dar disgustos... en las próximas semanas. Veremos más adelante. 

También la agenda política, en este caso estatal, está pendiente del juicio de la 'operación Kitchen' unos días después del bochornoso careo entre Fernández Díaz y su ex número dos, Francisco Martínez. El exministro estará inquieto si el ex secretario de Estado prueba que le envió en 2013 unos mensajes que evidenciarían que estaba al tanto de un espionaje encaminado a evitar que la corrupción del PP vería la luz y a destrozar a adversarios políticos. 

Aun así la derecha agacha las orejas y está pendiente de dar voz a su nuevo mito, Felipe González, que para la prensa conservadora ha pasado de 'Míster X' del GAL a convertirse en faro constitucional y ético. 

Idéntica senda recorre Vox, que ha apostado por la ruindad al asegurar que el Gobierno de España quiere acabar con los colegios de educación especial... cuando era el propio Abascal el que lo llevaba en su programa electoral.

Pero este tema y otros son la estrategia ruidosa de la derecha... que los gobiernos de Navarra y España no parecen combatir. Y es que, tal y como recuerda Iñigo Errejon, enfadar a la derecha no significa hacer políticas de izquierdas. 

Al menos parece recordarlo Pablo Iglesias, feliz por sacar a Cs de los presupuestos, conseguir que se vaya a negociar la prohibición de los desahucios y garantizarse su presencia en el órgano que controlará el reparto de los fondos europeos de reconstrucción. Unidas Podemos aun así mira para otro lado con la reforma laboral, la ley mordaza y los privilegios estatales a monarquía e Iglesia católica.

En Navarra el Gobierno "de centro progresista", en palabras de Marisa de Simón, ha aprobado una medida para conseguir que las empresas que se deslocalicen devuelvan las subvenciones que han cobrado los ocho años anteriores. También es noticia, en este caso en la Ribera, las ayudas aprobadas por Na+ y PSN en Fitero para sostener  a "comercios, autónomos, hostelería y pequeñas empresas", y la habilidad de Bardenas para hacer un brillante vídeo promocional... sin que se le cuele un avión militar. 

Lección

Volvemos a Errejón, seguramente la mejor cabeza de la izquierda española a pesar de que no entendió su valioso papel subalterno con Iglesias. Y es que el líder de Más País ha realizado un acertado retrato de los tiempos de la pandemia en Jacobin Magazine: 

"De pronto, en los días de más miedo e incertidumbre, y pese a décadas de propaganda neoliberal, nadie confió en la mano invisible del mercado ni en el emprendimiento privado: todos volvimos la mano hacia el Estado para que detuviese la movilidad, organizase parte de la producción y salvase vidas gracias a la sanidad pública. De pronto, tras décadas de propaganda del 'sálvese quien pueda', entendimos que solo nos salvábamos cada uno salvándonos como sociedad, que existía el bien común y debía primar sobre los intereses de parte, y que para que eso sucediese necesitábamos instituciones del común a la altura de nuestras necesidades. De pronto entendimos que nada era tan importante como cuidarnos y como cuidar de la tierra, el aire que respiramos y las condiciones de vida".