Los cirboneros darán descanso a Chapalangarra tras dos siglos de ira






Pedro Pérez Bozal

El labriego lodosano Joaquín Romualdo de Pablo y Antón cambió las fincas regadas por el Ebro por el ejército en 1809. La vida de este carismático militar navarro, al que Espronceda le dedicó un poema y Galdós un 'episodio nacional', se vio alterada en 1813 al ser nombrado coronel.

Chapalangarra, sombrenombre por el que fue conocido, mostró heroísmo en la defensa de España ante la ocupación bonapartista. Pero esta 'inconveniente' medalla contra los franceses tendría su reverso tenebroso una década después.

Aunque el capítulo que más nos interesa sobre Chapalangarra se sitúa en 1823. Para entonces este militar de carácter hosco brillaba en el norte por su actividad contraguerrillera en defensa de la revolución liberal del general Riego.

Chapalangarra en la comarca del Alhama

Chapalangarra era conocedor del sur de Navarra por sus visitas a las aguas termales de Baños de Fitero. En tierras de esta villa su tropa logró una gran victoria para los liberales contra las huestes realistas lideradas por George Bessières.

Figura erigida en honor a Chapalangarra sita en Lodosa.

Pero 1823 lo cambió todo porque los 'Cien mil hijos de San Luis', conocida en Francia como "l'expédition d'Espagne", retomaron el absolutismo y despotismo borbónico para desgracia de Chapalangarra, que tomó el camino del exilio tras intentar contener a la turba gala en Alicante.

Descanso

Es una paradoja que una comarca liberal como la Ribera, vean historia y callejeros, exista una figura como la que representa Chapalangarra en Cintruénigo. Y es que este militar se mimetiza con la figura del 'Judas' utilizado por los pueblos mediterráneos.

Este muñeco sosticial cirbonero recibe la irónica ira popular antes de ser colgado, volteado procesionado y quemado en una hoguera purificadora muy extendida por Europa con la que, a nivel popular, arranca el verano en el hemisferio norte.

Pero en 2020 los cirboneros se quedarán sin ver el cuelgue y descuelgue de Chapalangarra, anunciado por las cercanas campanas de la iglesia de San Juan Bautista. Este muñeco pelele, pasado por fuego con la intención de ahuyentar a los malos espíritus, se tomará un breve descanso a causa de la crisis sanitaria tras más de un siglo de 'sufrimiento'.

Chapalangarra

Cuenta la leyenda que Chapalangarra es odiado en Cintruénigo por saquear la localidad y por arrasar cosechas, pero la versión más extendida y creíble la dio cuenta el mítico Paco Romera en Diario de Navarra: "Se dice que este militar reclutó a la fuerza a muchos cirboneros para incorporarlos a sus ejércitos, mientras las jóvenes quedaban llenas de dolor al ver cómo se llevaban a sus hombres lejos".

Entrada de los 'Cien mil hijos de San Luis', por Hippolyte Lecomte.
Este hecho motivó que Cintruénigo escogiese la figura de Chapalangarra para ahuyentar al mal antes de bailar ese popurrí de vals, arin arin vasco y jota navarra llamadas las 'Sanjuaneras', restauradas en los últimos años gracias al trabajo de un equipo de voluntarios.

Música y noche

Cintruénigo da descanso a su noche más especial. En 2020 descansan las 'Sanjuaneras', enraizadas en la cultura popular local desde mediados del siglo XIX. Cierto es que esta tradición ha evolucionado en relación con el siglo pasado.

Hace décadas la noche de San Juan concluía en 'la rueda de Santa Catalina', que era una tradición de dormir por cuadrillas en los terrenos cercanos al Paretón. Al día siguiente los jóvenes, tras sacudirse el polvo de sus ropas, volvían al pueblo cargados de flores con las que engalanar a la mañana siguiente la procesión del patrón.

Paganismo

La noche de San Juan es a nivel global una verbena dionisiaca de origen pagano que suponía una exorcización colectiva del pueblo con la que se enterraba definitivamente el invierno y se encaraba el verano.

Noche de San Juan en una playa valenciana.

Celtas, griegos y aztecas llamaban a las grandes cosechas mediante ritos relacionados con el fuego, elemento que también encontramos con notable presencia en Cintruénigo. En esta localidad arde cada año Chapalangarra, que es colgado a diez metros de altura en la plaza de los Fueros para deleite de los más pequeños.

Esta figura arde desde hace casi medio siglo en los Paseos al ser llevado a las brasas por viudas enlutadas con sayo negro, que se vengan de los males que les causó el lodosano hace casi doscientos años.

La última aventura de Chapalangarra

Yo tuve una novia que era mucho postinera y un día me la llevé a la sombra de una higuera", dicen las coplas irónicas que se cantan en Cintruénigo antes de dar de arder a la figura que representa este navarro.

Este militar, con sus luces y sombras, quiso desanclar a España de la Edad Media y esta intentona la llevó hasta sus últimas consecuencias: los liberales españoles regresaron a su tierra en octubre de 1830. Lo hicieron escasamente armados y con escuálidas fuerzas.

Chapalangarra lideraba un cuerpo heterogéneo de 140 hombres que cruzaron la frontera por Valcarlos. Las tropas absolutistas les hacen frente y disfrutan de una gran ventaja numérica. El militar lodosano, consciente de la derrota que se le avecina, intenta convencer a sus adversarios y apela a la condición de navarros de estos.

Una descarga cerrada acabó con su vida. No sabía ese día Chapalangarra que iba a seguir 'muriendo' cada año durante más de un siglo...