Desmontando los argumentos de los cazadores





Carta publicada en Crónicas de la fauna: 


Querida hija:

Aún eres muy pequeña pero cuando seas más mayor te verás obligada a posicionarte sobre una de las polémicas más acerbas que hay en nuestro país: caza sí o caza no. La caza es una actividad que una vez dio de comer a la Humanidad pero que hoy ha degenerado hasta convertirse en una práctica semi-mafiosa rayana en lo delictivo, además de anacrónica. La buena noticia es que se ha producido ya un cambio social que repudia la caza, que empieza a desaparecer por sí sola. La mala noticia es que la caza goza de una fuerte influencia política y tiene poderosos aliados en todas las Administraciones, con lo que su agonía será larga y "morirá matando". Voy a darte aquí todas las claves.



Mil años de caza tocan a su fin. Foto: Mariano Cieza (Efe)


Consideraciones generales


Antes de entrar en materia, debo primero aclararte algunas cosas sobre esta crónica. En primer lugar, no pretendo juzgar el comportamiento de los cazadores. Como en todo colectivo humano, entre los cazadores hay bueno, malo y regular. Aunque personalmente creo que hay más "malos" que "buenos", tampoco se puede generalizar. Lo que voy a desmontar aquí es la caza como actividad, usando datos que no se pueden rebatir porque son verdad.


En segundo lugar, debo decirte que cuando hable de la "caza", debes entender que incluyo la pesca de aguas continentales, que es una variedad de caza. También haré alguna referencia a la caza de la ballena, que también es caza. No todo son escopetas y cepos. También hay cañas y arpones.



Más del 80% de los terrenos en España son cinegéticos


En tercer lugar, esta crónica no pretende ser una Historia de la Caza ni tampoco analizar la legislación cinegética, pero para poder ponerte en perspectiva se hace necesario un mínimo de recorrido histórico y alguna mención de las principales Leyes de Caza, sin entrar en detalles más que para destacar los aspectos que me parecen imprescindibles para tu toma de posición.


Y en cuarto y último lugar, voy a referirme fundamentalmente a la caza en España. Durante la introducción histórica te hablaré de la significación de la caza para la Humanidad en sus comienzos, para centrarme en España a partir de la Edad Media. Si tengo que hacer alguna referencia sobre la caza en otros países, los citaré expresamente. Y ahora, vamos al lío.


El origen de la caza. Carne para todos.


La caza es tan antigua como la Humanidad. Los humanos somos Primates omnívoros y nuestros lejanos antepasados (los australopitecos) empezaron a comer proteína animal aparte de la previa dieta vegetariana. Según los especialistas, fue específicamente el consumo de carne lo que inició el gran desarrollo cerebral que caracteriza a la especie humana. Los especialistas se dividen entre los que consideran que los primeros homínidos cazaban animales y los que consideran que sólo carroñeaban.


En cualquier caso, podemos considerar que la prueba más antigua de la actividad cinegética por parte de los humanos son las Lanzas de Schöningen, descubiertas en Alemania en 1976, y que están datadas en el Paleolítico Inferior hace unos 300.000 años, y asociadas a Homo heidelbergensis. La sociedad humana paleolítica era una sociedad de cazadores-pescadores-recolectores.



Escena de caza de ciervos. Abrigo de Valltorta (Castellón)


Evidentemente, aquellos humanos no podían saberlo pero la caza durante el Paleolítico llevó ya al exterminio a muchas especies de animales. En los ambientes continentales, si bien la Megafauna se extinguió debido a los severos cambios climáticos y ecológicos en la frontera entre el Pleistoceno y el Holoceno, la gran eficacia que alcanzó la técnica humana de caza (cooperación entre cazadores y uso de armas) sin duda fue un factor que ayudó a la disminución de efectivos de muchas especies.

Por otro lado, en ambientes insulares fue la sobrecaza la responsable del exterminio de muchísimas especies porque los humanos (que ni siquiera sabían que estaban en islas) fallaron en el cálculo de los recursos insulares, y llevaron al exterminio a sus principales recursos cinegéticos como el Moa de Nueva Zelanda o el "pájaro elefante" de Madagascar.



Los Hadza de Tanzania son un ejemplo de pueblo cazador tradicional


Hace entre 11.000 y 4.000 años, según las regiones geográficas, se produce la Revolución Neolítica. El ser humano domestica plantas y animales y, por primera vez, deja de depender de la caza en exclusiva para el aporte de proteína animal. Pero esta revolución se produjo sólo en lugares muy concretos del Planeta, y otras sociedades humanas permanecieron en una estructura de cazadores-recolectores incluso hasta hoy día o hasta un pasado muy reciente: el pueblo San de África Austral, algunos pueblos de Nueva Guinea como los Fayu, los Mlabri de Tailandia y Laos, y muchos otros como los Hadza de Tanzania.


Estos "cazadores tribales" llegaron a alcanzar un equilibrio con sus recursos cinegéticos (supieron corregir los errores de los primeros momentos de una Humanidad balbuceante): sólo cazan lo que necesitan para comer, y sólo cuando lo necesitan. Su concepción de los animales que cazan es de un respeto casi divino, pues saben que es un regalo de la Naturaleza para su sustento, y piden perdón al animal que han abatido dándole las gracias por el alimento que va a constituir. Como resultado, esta "caza tribal" preserva los recursos cinegéticos. Es una aplicación del concepto de sostenibilidad: carne para hoy y carne para mañana.



Los maoríes de Nueva Zelanda cazaron al Moa hasta su exterminio final


La caza, además de carne, proporcionaba ciertos subproductos útiles: pieles para el vestido y huesos y tendones para fabricación de utensilios y herramientas. La caza lo era todo.


La Revolución Neolítica: empieza la degeneración.


Vamos a centrarnos ahora en las sociedades neolíticas, de las que somos herederos. Podrías pensar que, una vez liberados de la obligación y necesidad de cazar, el humano neolítico ya dejó la caza, ¿no?. Pues no. A pesar del desarrollo de la agricultura y la ganadería, el ser humano no dejó de cazar. ¿Por qué?


Fundamentalmente porque la agricultura y la ganadería por sí mismas no podían cubrir las necesidades alimentarias de todos, al menos durante muchos siglos. La caza, por tanto, pasó a ser un complemento alimenticio a lo que aportaban la agricultura y la ganadería. Por otro lado, dentro de las sociedades neolíticas se produjeron transformaciones sociales que afectarían al futuro de la caza.



La Revolución Neolítica no supuso el fin de la caza


Con el Neolítico aparecen las desigualdades sociales. Aparecen los ricos y los pobres. Y, de entre los más ricos, surge una "aristocracia", una élite que va a gobernar las tribus primero, luego las confederaciones de tribus, después las Ciudades-estado y finalmente los primeros Estados. Es la Civilización. Estas élites adineradas van a tener siempre asegurado su sustento y nunca van a necesitar cazar para vivir ni para complementar una alimentación. Pero van a ser estas clases sociales las que van a dar un impulso a la caza por dos razones:


La primera: por "prestigio". Para gobernantes y aristócratas, matar animales fieros como osos y leones (aunque no se los coman) es prestigioso porque dan a su pueblo una imagen propagandística de arrojo y valor personal. La segunda: porque, en tiempos de paz, la caza va a ser un entrenamiento perfecto en tácticas militares que se van a aplicar luego en tiempos de guerra, la principal ocupación de estas élites estatales: emboscadas, rastreos, destreza con todo tipo de armas. Vemos así que, aun desligada de un significado alimenticio, la caza se va a mantener por diversos motivos. Los animales silvestres son meros objetos que sirven únicamente para propósitos humanos, sin ningún valor por sí mismos.



Para la realeza asiria, la caza del león era un asunto de prestigio


Se inicia así un camino de degradación de la caza que llega hasta hoy.


La caza en la Edad Media: la Gran Estafa.

En la Antigüedad clásica la caza estaba abierta a todo el mundo, como siempre había sido. En el Imperio Romano, por ejemplo, los esclavos podía cazar como todo el mundo si así lo creían conveniente. Sin embargo, este estado de cosas iba a terminar como consecuencia de las invasiones de pueblos germánicos, que terminarían con la fundación de Estados en antiguas provincias romanas, dirigidos por una nueva élite militar formada por la minoría germana.

Estas élites "extranjeras" van a instaurar, al menos al principio, un régimen de apartheid con respecto de las poblaciones autóctonas, y se van a reservar para ellos el "derecho" a cazar. Se lleva así al extremo la política de "caza por prestigio" que habían desarrollado las élites políticas hasta ese momento, pero sin perjuicio de que el pueblo llano también cazase.



La caza medieval se hizo elitista, como la cetrería

La Edad Media, como continuación política de estos Estados "bárbaros" va a consagrar de forma oficial esta política de caza, y en la mayoría de los Estados europeos las élites aristocráticas y monárquicas se reservarán la caza en exclusiva para ellos o, al menos, van a restringir fuertemente al pueblo llano el acceso a la caza. Y, además, en ésta época se empieza a regular legalmente el ejercicio de la caza, generalizándose la caza con perros, la cetrería o la montería.

Comienza la Gran Estafa: por primera vez en la Historia de la Humanidad, una minoría de humanos va a prohibir a una mayoría de humanos el acceso a una fuente de comida. La degeneración de la caza iba en caída libre.

En España concretamente no he encontrado pruebas de que se prohibiera la caza a las clases bajas en ningún Reino Peninsular, pero sí se restringía ese acceso. Por ejemplo, en el siglo XV Juan II de Castilla regula el número de monteros que pueden cazar a su servicio:

"...y non sean de los que tratan oficios de sastres, zapateros, nin mercaderes, nin otros semejantes, nin sean labradores, y sean puestos y tomados en las tierras donde Nos acostumbramos usar monte"




La caza era el esparcimiento de la nobleza. Codex Manesse (1305 - 1340). Universidad de Heidelberg

Nos encontramos con que, esa minoría aristocrática se ha arrogado la propiedad de los animales salvajes en exclusiva. Una propiedad que no aparece por escrito en ninguna parte. Además, en la Edad Media aparece por primera vez el concepto de "caza por placer o por diversión", también por primera vez en la Historia de la Humanidad. Por ejemplo, en el Libro de la Montería:



"...Et por esta rrazon, los/ rreys et los grandes señores/ cataron maneras de auer sol-/tura en caçar et en otras maneras en que tomassen/ plazer para dar folgura al/ entendimiento..."



Tenemos, pues, ya los elementos básicos de la degradación total de la caza: una minoría poderosa que se arroga la propiedad de otros seres habitantes de nuestro planeta, y que los mata por placer, sin ninguna necesidad ni intención de comeŕselos o aprovecharlos (sin perjuicio de que los aprovecharan los criados o los escuderos).


Este estado de cosas se va a mantener durante todo el Antiguo Régimen. Durante el Reinado de Carlos III se promulga la primera regulación "moderna" de la caza: la Ordenanza General de 1772. En ésta ordenanza se establece:


"...sólo podrán cazar con escopeta y perros los Nobles, Eclesiásticos y toda otra persona honrada de los pueblos que no haya sospecha de excesos, y de ningún modo los jornaleros y los que sirven oficios mecánicos, que sólo podrán hacerlo los días de fiesta por pura diversión..."




Ordenanza General de 1772



Vemos aquí que se ha suavizado en parte la restricción de la caza a las clases trabajadoras, pues se les autoriza a cazar sólo durante los días de fiesta. Y sólo por diversión, no vaya a ser que se les ocurra comerse unas perdices que están reservadas al señor feudal o al Señor Obispo. Por otro lado, si sabes leer entre líneas, verás que en esta Ordenanza se consagra otra de las lacras que la caza arrastra por el mundo rural: el tráfico de influencias.



Cuando se autoriza la caza con escopeta y perros a "toda otra persona honrada de los pueblos". ¿Quién decide quién es la persona honrada?. Evidentemente, el señor del lugar. Un capítulo más de tráfico de influencias con caza de por medio: tú me apoyas, y yo te autorizo a cazar cuando quieras.



Por supuesto, la figura del cazador furtivo nace el mismo día en que las clases altas prohíben a las clases bajas el ejercicio de la caza. El furtivo, inicialmente, es aquél que caza sin autorización en las tierras del Señor feudal. Porque, de otro modo, a veces no tenía manera de llevar carne a sus hijos. Ves, así, que la caza "deportiva por placer" viene unida desde el minuto uno al furtivismo y a la injusticia social. Donde hay caza legal, hay caza ilegal. Siempre. Desde el mismo comienzo.


Tiempos modernos. Mismo perro con distinto collar

A trancas y barrancas, el Antiguo Régimen es abolido en España a partir de 1812. Y se inaugura la época de la regulación moderna de la actividad cinegética. A la Ordenanza de 1772 le sigue la de Carlos IV en 1804. A esta la seguirá la primera regulación cinegética del Estado liberal: la Ordenanza general de caza y pesca de 1834.

Aquí observamos dos novedades. La primera novedad es que desaparece la prohibición medieval de cazar a las clases bajas. Pero esta prohibición no tuvo efectos prácticos. Siglos de caza reservada a las clases altas no terminan así como así, y a los reyes y nobles se unen las nuevas clases adineradas del régimen burgués: políticos, abogados, banqueros, empresarios y terratenientes beneficiados de las desamortizaciones eclesiásticas.

Todos ellos monopolizarán el ejercicio de la caza mientras las clases bajas bastante tenían con sobrevivir a la explotación laboral, al éxodo rural obligado por la guerra que el Estado liberal va a declarar a la forma de vida rural, y en cualquier caso sólo podrán disfrutar de las migajas que los ricos van a dejarles. Con muy pocos cambios este estado de cosas ha llegado hasta hoy día en nuestro país.


La segunda novedad que introduce la Ordenanza de 1834 es la consagración del concepto de arrendamiento del derecho a cazar en un terreno dado. Surge así el concepto de "coto de caza" y la "caza comercial". Es decir, no sólo un señor adinerado va a matar por placer a un animal que no va a comerse, sino que va a "vender" o "arrendar" a un tercero el derecho de matar ese animal, cuya propiedad cree tener. El infame negocio de la caza comercial ha llegado también hasta nuestros días.



Alfonso XIII en una cacería. Aranjuez, 1909


Las Leyes de Caza se irán sucediendo con pocas novedades entre ellas: la de 1879 (que, por primera vez, impone el requisito de una licencia de armas y una licencia de caza para poder realizar esta actividad) y la de 1902. Ni siquiera durante la II República, tan "rompedora" en muchos aspectos se tocó ni una sola coma de ese reducto clasista y antidemocrático que era la caza. Aquí debes grabarte a fuego una cosa en tu cabecita: en España, la barbarie de la caza "deportiva" ha sido defendida por todos los poderes establecidos: regímenes liberales progresistas y conservadores, Repúblicas, Monarquías, Dictaduras y Democracias.


Es precisamente en esta época, la de los terratenientes y los caciques, cuando se consolida la influencia política de los cazadores en todo el mundo rural, toda vez que políticos y grandes empresarios y banqueros tenían un pie en Madrid, Barcelona o Bilbao, donde ejercían su lucrativa actividad, y otro pie en los pueblos donde tenían sus terrenos de caza o los compraban.



La caza hoy. Del franquismo a la contestación social.

Podemos considerar al franquismo como la "edad de oro" de la caza. Las licencias de caza pasaron de 139.918 en 1946 a 1.283.353 en 1987. Las causas son varias.

En primer lugar, y sin perjuicio de que las clases altas siguieron muy ligadas a la actividad cinegética (empezando por el propio Caudillo, muy aficionado a la caza y a la pesca), podemos decir que el Régimen franquista "democratizó" el acceso a la caza (algo que no deja de ser paradójico en una dictadura). En efecto, si consideramos la caza como una variedad más de ocio y tiempo libre, con el desarrollo económico y social que experimentó el país, amplias capas de población aumentaron suficientemente el nivel de vida como para unirse a la práctica de este "deporte".



Franco cazando en El Pardo, 1961. Foto de Campúa

Pero, ¡ojo!, los cazadores siempre fueron una absoluta minoría respecto de la población general. El problema es que impusieron una desproporcionada influencia política y social sobre el 80% del territorio nacional, que convirtieron en Coto de Caza. Kafkiano.

En segundo lugar, estamos ante los "años del plomo" para la fauna silvestre ibérica. Son los años de las Juntas de Extinción de Alimañas. Y aquí está el quid del nuevo paso en la degeneración de la actividad cinegética.

Si durante la Edad Media las clases altas vetan el acceso a la caza a las clases bajas, a fines del siglo XIX y durante el XX al extenderse el sistema de caza comercial en cotos de caza y fincas cinegéticas, se pasa a "prohibir" el acceso a la caza a los propios depredadores que durante cientos de miles de años se han alimentado de sus presas naturales.



El cazador Eleuterio Besteiro con un lobo cazado. 1955.

Fíjate qué absurdo: el propietario de los terrenos cinegéticos (en connivencia con los cazadores) prohíbe al lobo que se alimente de ciervos, corzos y jabalíes. Prohíbe al zorro que se alimente de perdices. Prohíbe al lince que se alimente de codornices y conejos. Prohíbe a la gineta y al meloncillo que se alimenten de patos. Prohíben a las aves rapaces que miren siquiera un chivo de cabra montés. El inframundo de la caza empieza a perder contacto con el mundo real, con el planeta.

Los campos de España se siembran de cepos, de lazos, del cobarde veneno que mata a justos y a pecadores. En todos los pueblos que sobreviven al éxodo rural se generalizan las batidas para exterminar a todo animal carnívoro. Que no quede ni uno. Se pretende convertir Iberia en un jardín domesticado donde sólo los humanos puedan matar por placer manadas inmensas de herbívoros inermes e indefensos. La caza se convierte en una actividad nauseabunda e infame.

Incluso el propio Estado se apunta a los lucrativos ingresos cinegéticos con la erección, en 1966, de las Reservas Nacionales de Caza: terrenos públicos donde, en vez de protegerse la fauna, se vende su muerte al mejor postor para embolsar el dinero en el Erario público. El Estado franquista se convierte así en proxeneta de la caza. Y la Democracia que vino después no ha renunciado jamás a ese proxenetismo. Es un Estado proxeneta, abusador y violador de una fauna silvestre que no le perteneció jamás. Ni más, ni menos.



El exterminio de los animales considerados "dañinos" (para la caza) era norma en el franquismo

Pero el propio franquismo crió a la sociedad que un día iba a levantarse, a protestar por tamaño atropello e infamia, por semejante abuso. Por tamaño insulto a Dios y a su creación. La propia sociedad evolucionó y cambió. Y, por primera vez, surge un estado de opinión a favor de la conservación de la fauna silvestre, que se está exterminando a espaldas de una mayoría de población urbana.

Surge la poderosa voz de Féliz Rodríguez de la Fuente. Un gran defensor de la caza, sí, pero no de esa caza cobarde infectada de pesetas y estricnina. Sino un defensor de la caza del hombre paleolítico, tan diferente de esa mafia de empresarios y señores feudales modernos.

Y consigue una primera victoria. La Ley de Caza de 1970 acaba con las Juntas de Extinción de Alimañas. Y éstas pasan a ser especies cinegéticas sujetas a veda. Fue un pequeño paso, pero muy simbólico: nada menos que el principio del fin de la caza "deportiva".

La caza en el Siglo XXI: mentiras arriesgadas.

Si la caza, en mi opinión, es un cáncer que devora la biodiversidad, la Ley de Caza de 1970 originó una metástasis purulenta de ese cáncer: surgió un nuevo cazador furtivo. No aquel furtivo que cazaba en tierras del Señor feudal para alimentar a su familia, no. Si no un cazador furtivo que mata especies protegidas, por odio. Por puro y simple odio.

Porque el movimiento y la voluntad conservacionista siguió avanzando y haciéndose fuerte en España. Y los partidos políticos, siempre avispados, pusieron una vela a Dios y otra al Diablo atendiendo con una mano a la sensibilidad conservacionista pero con la otra mano protegiendo a la caza desde todas las Administraciones. Por eso, apareció el concepto de "especie protegida", especie animal que no podía ser cazada bajo ningún concepto por estar al borde del exterminio (provocado muchas veces por la propia caza).



Oso abatido por cazadores furtivos. Asturias

El nuevo furtivo se salta las leyes matando a estas especies protegidas. Odio y resquemor por ver cómo su terreno se iba perdiendo lenta pero inexorablemente eran las motivaciones de este tipo de individuo en España. Aquí no pasa como en África, donde el furtivo tiene que matar elefantes o rinocerontes porque de otro modo no podrá alimentar a su familia. El furtivo español está bien alimentado y no le falta de nada.

Y la creciente marea social en contra de la caza estalló. La gente ya no se calla y dice lo que piensa. Gente que no se conforma conque menos del 1% de la población disponga a su antojo del 80% del territorio y del 100% de la fauna silvestre. El abandono rural y el envejecimiento de la población también hicieron su parte. En los últimos 25 años el número de licencias de caza ha caído el 61%, actualmente son 850.000 cazadores con licencia. De una población de 46 millones de habitantes. Las matemáticas no son opinables.



Manifestación contra la caza. Barcelona, 2007

Por eso el sector cinegético tiene que defender lo que es indefendible. Y la única manera de hacer esto es recurriendo a las mentiras y a las medias verdades. Estas son las principales de éstas "mentiras arriesgadas":

Primera mentira: la caza es necesaria para la conservación de las especies cinegéticas

La teoría es lógica: a los cazadores no les interesa que se terminen las especies que se cazan. Por eso les interesa su conservación para seguir cazándolas. El problema es que esta teoría es falsa. La caza y la sobrecaza (y la sobrepesca) son las principales responsables, con la destrucción del hábitat, de la desaparición y la rarefacción de miles de especies de animales.

La caza estuvo a punto de exterminar a las ballenas en todo el mundo hasta que se produjo la prohibición de esta caza en 1986. Aunque algunos pocos países no respetan dicha prohibición, fue prohibir la caza y empezar a recuperarse las diferentes especies de ballenas. En España, la caza ha exterminado al bucardo pirenaico, una subespecie de cabra montés. La caza dejó al urogallo, a la avutarda y al lince ibérico al borde del exterminio. La prohibición de la caza de estas especies ha ayudado a su recuperación aunque en el caso del urogallo existen más factores en juego aparte de la caza.



El exterminio de las avutardas se frenó al prohibirse su caza

Los únicos animales cinegéticos que han prosperado han sido el ciervo y el jabalí, por la sencilla razón de que se ha exterminado a su depredador principal, el lobo, allá donde se cazan estas especies, y porque se crían ciervos y jabalíes en granjas cinegéticas para reintroducirlos en libertad, sólo para ser matados.

Segunda mentira: se sigue cazando porque las presas se comen

Es cierto que el ciervo, el jabalí, el corzo, el conejo, la liebre, la perdiz o la codorniz son piezas de caza que se consumen. Pero...¿la demanda de estas carnes justifica todo el entramado semi-mafioso que te he descrito?

Para empezar, el grueso de la carne de venado y de jabalí que se caza en España no se consume aquí, sino que se exporta a Europa. Por tanto, aquí no hay demanda de estas carnes. En cuanto al suministro de carne de conejo, el conejo de granja ya suministra el grueso de esta carne al mercado. Si de verdad hay demanda de perdiz o codorniz, entonces no hace falta cazarlos en libertad, basta con criarlas en granjas. No hay justificación hoy día para caza "alimenticia" en España hoy en día.

Tercera mentira: los cazadores son los auténticos "amantes" de la Naturaleza.

Esta mentira suele venir del prolongado contacto con el campo que suelen tener muchos cazadores. No dudo que algunos de ellos lleguen sinceramente a apreciar el Medio Ambiente e incluso algunos abandonan la caza y se convierten en conservacionistas, como el legendario Jim Corbett, pero me temo que éstos son minoría.

El Medio Ambiente que los cazadores quieren preservar es una especie de jardín sólo habitado por herbívoros, para que ellos puedan matarlos sin oposición ni competencia. La mayoría de ellos exhiben, además, un nulo conocimiento de los procesos ecológicos y naturales. Por ejemplo, ignoran el papel clave que los depredadores tienen en el ecosistema, eliminándolos. y provocando plagas de conejo o de topillo. Por otro lado, introducen en nuestro país especies exóticas que jamás vivieron en nuestro país sólo para cazarlas o pescarlas: el arruí, el muflón, el gamo (ya introducida por los romanos), el lucio, el Black bass, el siluro...



Granja cinegética "La Cañona" (Valdemanco, Madrid)

O, ante el próximo exterminio de las perdices autóctonas, sueltan perdices foráneas (perdiz griega, perdiz chukar) que se hibridan con las autóctonas, alterando la genética de sus poblaciones. Por no decir nada de cómo contaminan el suelo con munición de plomo o restos de cartuchos que no se esfuerzan en recoger para tirarlos en la basura de su casa.

Finalmente, en España se suceden "incidentes" en los que un cazador supuestamente confunde una especie con otra. Como aquél que recientemente mató a un señor porque le confundió con un jabalí. O uno que mató un lince ibérico (estrictamente protegido) y dijo que lo confundió con un zorro. O las miles de aves rapaces (protegidas) que matan cada año...¿es que no saben distinguir una especie protegida de la que no lo es?

Como ves, son hechos muy sencillos que desmontan en seguida sus mentiras.

Cuarta mentira: la caza es un motor económico del mundo rural

Esta mentira es hasta graciosa. La caza se practica en todo el territorio nacional pero es especialmente importante en la zona de Extremadura, Castilla - La Mancha y Andalucía. Curiosamente tres de las Comunidades Autónomas más atrasadas y con menor nivel de renta de toda España. ¿Qué te parece?. Sólo tienes que mirar los índices de paro y renta de los municipios de Los Montes de Toledo, o Sierra Morena para darte cuenta de que no sólo no son mejores que en lugares donde la caza se practica menos, sino que son peores incluso.

La caza es un negocio, sí. Pero sólo beneficia a los propietarios de los cotos de caza y a los vendedores de armas. Todos aquellos que no tienen nada que ver con la caza no se benefician en absoluto de esto.



Las provincias con mayor incidencia de la caza son las de mayor porcentaje de paro. Fuente: abc.es

A los cazadores les encanta montar una falsa dicotomía "rural-urbano": el cazador sería el representante de un idílico mundo rural y el "urbanita" sería el que no tiene ni idea de nada sobre el campo y por eso no tiene derecho a opinar. Es una falsa dicotomía porque gran parte (o la mayoría) de cazadores viven en zonas urbanas, y la caza es para ellos una actividad de fin de semana como para otros lo es irse a la playa.

Cierto es que a los "urbanitas" les falta mucho en general para entender lo que es el campo. Pero, a pesar de la contumaz despoblación rural y a la irreversible urbanización de nuestra sociedad, cada vez más personas de las ciudades salen al campo para disfrutar de él: otros "negocios" han surgido: senderismo, actividades al aire libre, observación de fauna en directo...todas ellas actividades que dejan en el campo más dinero que la caza, y que redundan en una verdadera Educación Ambiental de nuestra sociedad.

¿Qué hacemos con la caza? propuestas de futuro

Con todo lo que te he explicado antes no creo que tengas muchas dudas sobre qué hay que hacer con la caza. En una sociedad moderna, pacifista, y cada vez más ambientalista y preocupada por el bienestar de nuestro planeta (que es nuestro bienestar), la caza tal y como está hoy organizada no tiene cabida. Además, como ya te he dicho, la propia caza está cayendo en un lento proceso de desaparición espontánea.

Pero precisamente porque este proceso está en marcha es el momento de aprovecharlo para ir tomando decisiones. Y estas son mis propuestas:

Renunciar expresamente a la propiedad de la fauna silvestre

El Gobierno debe realizar expresamente una reforma legislativa que establezca sin ningún tipo de ambigüedad que la fauna silvestre no es propiedad de los humanos para ningún efecto. La jurisdicción humana debe limitarse a las comunidades humanas. No entiendo por qué hay que perder tiempo y dinero decidiendo qué animales salvajes pueden vivir y cuáles no, cuando los humanos tenemos graves problemas que resolver: pobreza, explotación y precariedad laboral, etc...

Prohibir la caza "deportiva" allí donde hay depredadores de las presas "cinegéticas"

Los depredadores realizan siempre un control poblacional de herbívoros más eficaz que el que realizan los humanos (concretamente los cazadores). Allí donde hay depredadores que se coman a los ciervos, corzos o conejos, la caza humana sobra.



Con la prohibición de la caza (y otras medidas) se podrá recuperar algo parecido a una Naturaleza (Dibujo: Jeroen Helmer)

Desarmar a los particulares en las zonas donde la caza se prohíba

Si la caza queda prohibida en una determinada zona, hay que retirar armas de manos de particulares para prevenir la caza furtiva. Los permisos de armas deben concederse muy restrictivamente, y sólo ante situaciones objetivas de defensa personal, y a ser posible sólo para armas cortas. Si no, podría pasar como en Kenia. Kenia fue el primer país del mundo que abolió la caza (1977) pero esta prohibición sólo se cumple dentro de los Parques Nacionales. Fuera de ellos, la caza furtiva actúa impunemente porque el Estado no tiene ni medios y voluntad para hacer cumplir esta ley.

Sin embargo, en Costa Rica o en Colombia, los otros países donde se ha prohibido la caza, la situación funciona mucho mejor.

Reintroducir a los depredadores allá donde han sido exterminados

La caza deberá seguir permitiéndose allá donde las presas cinegéticas no tienen depredadores por haber sido previamente exterminados. Pero este control poblacional de animales lo realizará la Administración, no los particulares. Se reintroducirán los depredadores paulatinamente allá donde han sido eliminados, empezando por los Parques Nacionales y Parques Naturales, como por ejemplo Cabañeros, Monfragüe o Cazorla. Una vez que se hayan establecido poblaciones viables de depredadores en estos ámbitos, la caza quedará definitivamente prohibida.

Extirpación de las especies introducidas donde sea posible

Desgraciadamente no es fácil extirpar las especies exóticas que fueron introducidas para la caza y para la pesca, muchas veces por ese Estado proxeneta de la caza. Sobre todo en lo que a los peces se refiere. Pero hay que intentarlo. Y, por supuesto, será la Administración quien lo hará, no los particulares.



El siluro fue introducido en el Ebro ilegalmente para poder pescarlo

¿Utópico?¿irrealizable?. Bueno, ni Costa Rica ni Colombia se han hundido en el océano por prohibir la caza. Y estoy seguro que cuando tengas mi edad, alguna de estas medidas ya se habrá implementado. La tendencia de nuestro siglo va por ahí, y más vale que los cazadores se acostumbren a la idea. No existe la caza ética (matar un animal por diversión no es ético), ni sostenible (exterminar animales o adulterar sus poblaciones no es sostenible) ni responsable (la cantidad de personas muertas por disparos de caza no me parecen un ejemplo de responsabilidad)

Porque por mucho que lloren o pataleen su actividad toca a su fin.

Antes o después.