A corto y medio plazo, nos encontramos con oscuras cuestiones sobre el
futuro político. A largo plazo, la probabilidad de que los humanos sobrevivan
es muy pequeña.
Por Richard Seymour para The Independent
Traducido por Eva Calleja
El fin del mundo ya no es una
hipótesis imaginaria. Es el escenario
más plausible. La semana pasada la
asamblea para el medioambiente de la ONU anunció su descubrimiento de que,
incluso si se cumplieran los Acuerdos de París, las temperaturas globales se
elevarían entre tres y cinco grados centígrados sobre los niveles
preindustriales.
Peor, incluso si todas las
emisiones de carbono cesaran inmediatamente, el Ártico estaría 5 grados más caliente
a finales de este siglo que en el periodo entre 1986 a 2005. El Ártico, ese “Templo de Hielo de las
regiones polares” como lo denominó el explorador noruego Fridtjof Nansen, es
particularmente sensible al calentamiento global. Como ha mostrado el investigador polar de
Cambridge, Peter Wadhams, la “espiral de muerte del Ártico” ya está en marcha. El hielo desaparecerá pronto, empezando con un
septiembre libre de hielo cualquier año a partir de ahora.
La pérdida de la capa de hielo
reduce el albedo, por el que la radiación solar se refleja al espacio. La superficie de agua oscura absorbe más
calor del que refleja. El permafrost que
se deshiela emite, metano que calienta la atmosfera. El calentamiento de los océanos, unido con su
acidificación, debido a las emisiones de CO2, acabará con gran parte de la vida marina. Lo que queda de los corales se blanqueara,
destruyendo de esta manera una de las áreas más biológicamente productivas del
planeta. Acabará también con la mayor
parte del fitoplancton que produce
aproximadamente la mitad del oxígeno que respiramos. El simple acto de respirar
posiblemente requerirá mucho más esfuerzo,
será mucho más difícil en el futuro.
Cualquier crisis ecológica en la
“red de la vida” tiene su efecto en cada una de las otras. Consideremos algunos
descubrimientos recientes. Según ha encontrado un equipo de investigadores del
MIT, miles de millones sufrirán olas de calor mortales con regularidad para 2070,
y quinientos millones de personas podrían estar afectados por temperaturas que
podrían ser mortales a la sombra en seis horas.
El año pasado, la ONU anunció que quedan 60 cosechas para que la erosión del mantillo fértil de la tierra haga que sea
imposible alimentar a la humanidad.
Esto agrava lo que un equipo de
investigadores denomina “aniquilación biológica”, la terrorífica pérdida de
poblaciones de vertebrados dentro de la sexta gran extinción. Las anteriores extinciones han tenido lugar
en etapas que duraban decenas de miles de años, separadas entre sí por cientos
de miles de años. La gran extinción
actual es más rápida: el 60 por ciento de las poblaciones animales han sido
aniquiladas desde 1970. Todo esto,
combinado con el descenso de la biomasa de insectos, la desertificación, las inundaciones
más frecuentes y los desastres
meteorológicos, posiblemente se unirá a las crisis regulares del capitalismo
para producir colapsos crónicos que deteriorarán los medios de vida. A corto y medio plazo, plantea oscuras
cuestiones sobre el futuro político. A
largo plazo, sugiere que la probabilidad
de que los humanos sobrevivan es muy pequeña.
Como han mostrado Chirstopher
Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz, hemos tenido
conocimiento de estos temas todo el
tiempo. Y como apunta el escritor David
Wallace-Wells, la mayor parte de las emisiones de carbono de toda la historia
de la humanidad han tenido lugar desde 1992: después de que se acordara el
primer marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, y durante el
mandato de Kyoto y Paris. Ni siquiera
los descubrimientos de la ONU son completamente nuevos. Estudios anteriores han descubierto que, de
media, las medidas del Acuerdo de Paris nos llevarían a un calentamiento de 3,7
grados. Lo que ahora es diferente es que la estimación es oficial. Desafortunadamente, las estimaciones
oficiales anteriores han tendido a subestimar sistemáticamente el alcance del
deshielo del Ártico, reduciendo de esta manera la presión para hacer algo al
respecto.
Los poderes mundiales ven este
desastre como una oportunidad comercial y militar que debe perseguirse con
delirio. La OTAN lleva a cabo maniobras para
impresionar en la región, EE.UU y Canadá invierten en nuevas flotas de
rompehielos, Dinamarca prueba con éxito su
primer viaje comercial de la ruta marina transpolar, y Rusia reabre bases
militares. En la práctica esto no es tan
diferente a la administración Trump, que ha admitido que espera un
calentamiento global catastrófico de 4 grados para 2100, pero solo para
justificar que abandonar los estándares de eficiencia del combustible es una
pérdida de tiempo. Ya que el planeta
está condenado, el nihilismo capitalista sugiere, que bien podemos ir de fiesta
ahora.
Los escolares están en huelga
climática esta semana, y deben estarlo.
Estos niños se harán adultos en un tiempo mucho más tenebroso que el que
estamos viviendo ahora. Y ellos querrán
saber cómo llegamos ahí. ¿Cómo, si no
por ignorancia, nos hemos expuesto a la extinción quemando en dos siglos la
energía solar acumulada en millones de años? Porque impulsaba el
capitalismo. Compraba longevidad para el
sistema, a costa de la longevidad de las especias. Y eso continúa en el Ártico hoy.