Cervera denuncia la "infamia política" de UPN por su actuación sobre el caso Izan





Por Santiago Cervera en Noticias de Navarra:

Cuesta recordar un momento de tanta infamia política como el que organizó esta semana el senador Pachi Yanguas a propósito del medicamento del niño Izan. El hemiciclo le brindó el escenario para hacerle una pregunta a la ministra Carcedo sobre la causa por la que un pretendido remedio no llegaba al necesitado. El desvergonzado parlamentario afirmó sin despeinarse que existía un tratamiento para la enfermedad de Duchenne que sufre el pequeño, y blandió desde el escaño una carpeta azul en la que dijo se encontraban sus informes médicos.

En la tribuna se sentaban los padres y la tía del niño, que sin duda merecen todo respeto, y Sergio Sayas, que no merece ninguno. Gloriándose de la escena, ahí estaba el calamitoso portavoz de sanidad que escogió UPN para esta legislatura, siempre de sandez en sandez, a pocos días de presentar su candidatura a las primarias regionalistas para ver si consigue ser diputado en el Congreso. Porque a Sayas no le va a importar compartir plancha electoral con aquellos a los que hace poco llamaba corruptos y sucursalistas, ese PP al que tanto repudia en Pamplona y con el que mucho comadrea en Madrid, estilo aprendido de su desaparecida mentora.

Que la pregunta de Yanguas era puro espectáculo quedó, en efecto, refrendado por la presencia del vitriólico espectador. Siempre se puede comprender que unos padres busquen cualquier oportunidad de mejora para un hijo con una enfermedad que progresa inexorable y de la que hay muy pocos casos en el mundo. Tienen todo mi reconocimiento e intento ponerme en su lugar. Lo que no es aceptable es que no haya un mínimo de responsabilidad política, diríase decencia, en aquellos que dicen querer ayudarles.

Sayas y Yanguas son unos perfectos ignorantes en la materia, y lo único que les importa del caso es hasta qué punto puede ayudarles en sus respectivas pretensiones de ocupar escaño y de que su partido se siga presentando como el más dispuesto a defender a los navarros. Justo ellos, militantes de una UPN a la que nunca le ha importado un bledo si el actual sistema de autorización de medicamentos es o no el más adecuado, dedicados siempre a cultivar un huerto -cada día más yermo- para usarlo de manera oportunista cuando han querido poner la pata en Madrid. Ahí se han plantado para echarle en cara a la ministra Carcedo algo de lo que no es responsable, porque no ha sido ella la que haya tomado decisión alguna, ni tácita ni explícita, sobre si un medicamento cumple con los criterios científicos que permitan su incorporación como prestación sanitaria.

Perpetrar el teatrillo es muy burdo, pero sobre todo una ofensa a tantos cuantos velan porque nuestra sanidad sea algo serio y no acabe convertida en una timba. Porque si lo que querían estos frívolos era que la Ministra otorgara como dádiva el acceso a un compuesto que hasta el momento no ha demostrado efectividad, lo que le estaban pidiendo es que cometiera una desviación de poder que además hubiera sido una desautorización imperdonable hacia todos los organismos oficiales encargados de la evaluación de los medicamentos. Algo más cabe añadir: ante asuntos de carácter tan particular, lo que menos ayuda es ponerse campanudo en un pleno. En cambio, hay mecanismos de interlocución más directa con los ministerios que todos quienes hemos sido parlamentarios hemos empleado alguna vez, habitualmente eficaces. Pero ciertamente para organizar una campañita electoral buscando el voto paleto luce más lo de tomar micrófono y eructar lo que sea.

Estoy seguro que era sincero lo que dijo la ministra de que le gustaría tener un tratamiento para Izan y que si éste existiera lo tendría ya a su disposición. Igual que el consejero Domínguez, que ha actuado con toda sensatez y sin dejarse llevar por la tentación del oportunismo en vísperas electorales. Ambos son médicos y sé que no hacen en su despacho nada distinto de lo que harían si estuvieran en su consulta vestidos con una bata blanca, que es buscar lo mejor para los pacientes. Sigo pensando en los padres de Izan, y me apena que no todos los políticos que estos días les merodean les hayan dicho que el supuesto tratamiento no es tal, que no es discrecional la decisión de proporcionar un medicamento, y que si dedicas recursos a algo ineficaz estás hurtándolos de donde sí pueden tener utilidad demostrada para otros pacientes.