Los 5 motivos que disparan el nerviosismo interno de UPN








UPN sigue demostrando una evidente incapacidad para recuperarse de la debacle electoral de 2015. A estas alturas de la película la hoja de ruta de los regionalistas se ha hundido por el desagüe y los planes inmediatos de la formación liderada por José Javier Esparza van camino de agriarse por los vientos estatales. Estos son los cinco motivos que disparan el nerviosismo en UPN:

1- UPN se ha quedado sin el centro del damero

Unión del Pueblo Navarro fue una obra ramplona de Jesús Aizpún que creció a pasos agigantados a inicios de los noventa por dos motivos: la derecha castellana y navarra se unía bajo el paraguas del tándem UPN-PP y Juan Cruz Alli emulaba con éxito al PNV, ya que consiguió que UPN fuese advertido como una adaptación navarra de los nacionalistas: la mejor manera de ganar en el terreno de la izquierda era garantizar políticas sociales y la mejor manera de arrinconar al nacionalismo vasco en Navarra era reivindicar el vasquismo de la Comunidad Foral.

Sin embargo, un pacto de la boina liderado por Miguel Sanz echó por tierra el proyecto y el corellano y Barcina ensuciaron la vida política navarra hasta tal extremo que ni las traiciones del PSN a la izquierda fueron suficientes para evitar que UPN fuese desalojado del poder hace tres años.

2- Preocupante falta de liderazgo

José Javier Esparza está demostrando que es un líder gris con un techo electoral preocupantemente bajo. Su escuálido carisma está acompañado por una evidente falta de liderazgo y una creciente miopía política. Esta falta de visión se evidencia con el seguidismo hacia una vascofobia que le está dejando sin espacio político: tal y como le recordaba ayer Marcos Sánchez en Diario de Navarra, el centro-derecha liderado por UPN ha pasado de rebasar el 50% del voto en 2003 a sumar poco más del 30% en 2015.

A esta caída ayuda a que los regionalistas son percibidos como una formación cada vez más radical, ya que en vez de apostar por el navarrismo cree en la navarrofobia o vascofobia, por no hablar de su posicionamiento sobre Alsasua, los restos de Mola y Sanjurjo, la laureada, su oposición a que el funcionariado conozca el euskera o sus matices a recurrir la sentencia de "La Manada".

3- Un pasado que abochorna

Esparza, que exhibía la ikurriña en Aoiz, sabe que sacar a Barcina o Sanz arruina cualquier fotografía. Este hecho unido a la incapacidad de sus cuadros medios para fabricar un discurso sólido convierte a UPN en un pozo de problemas.

La dimisión del reflexivo Iñaki Iriarte, único parlamentario de UPN que tenía agenda propia y discurso cercano al del CDN, puede evidenciar que los regionalistas no pasan por su mejor momento y que, tal y como advierte Joseba Santamaría en el Noticias, "han entrado en un momento de pánico". El legado de obras faraónicas y ruinosas y casos como el de la CAN hurtan a los regionalistas de sus dos argumentos favoritos: buena gestión y honradez.

4- Anemia mediática

UPN contó durante sus 23 años en el poder con los medios de comunicación locales como aliados. Pero la crisis económica dejó a los más influyentes con una debilidad que dejó sin el derecho a veto de Diario Navarra, alma de la caída de los socialistas Otano y Puras. El periódico más influyente de Navarra ni mima a Esparza como éste quisiera ni zancadillea a Uxue Barkos como los autodenominados navarristas pretendían.

El Gobierno de Navarra no deja fuera del reparto de la publicidad institucional al Diario de Navarra y éste no inflama la atmósfera navarra. Navarra TV también ha tomado la misma decisión y Navarra.com, aliado amarillista de Pedrojota Ramírez, parece un arma demasiado inofensiva para liderar una guerra mediática. El Gobierno del cambio respira ante la actitud de Diario de Navarra y Navarra TV y cuenta con la simpatía de Diario de Noticias, Gara, ETB y Orain.

5- Malos bríos madrileños

UPN se ha quedado solo recientemente en Madrid apoyando a Ciudadanos para adelantar elecciones a nivel estatal y para aprobar un contrato único que dañaría los derechos de los trabajadores. Estos guiños oportunistas, ni tan siquiera apoyados por el PP, colocan a UPN en Madrid con la extrema derecha. Rivera ha pasado de ser enemigo antiforalista a aliado antivasco.

El giro a la izquierda de los socialistas (de los que nunca hay que fiarse a nivel navarro, tal y como han demostrado sus apoyos a UPN), la rebaja de la moral de Ciudadanos tras la moción de Sánchez y la incapacidad del PP para ser relevante en Navarra, donde podrían desaparecer en la práctica el año que viene, dejan el cuatripartito soñado por Esparza cada vez más lejano. Es por ello que crece la preocupación en UPN, que miraba hasta hace poco con desprecio al cambio, "nacionalistas y comunistas que vaciarán la caja y nos impondrán el euskera", y creía que 2019 iba a ser un paseo triunfal

Con la economía creciendo y con el euskera normalizándose, UPN se queda ante un camino empedrado porque Geroa Bai ha demostrado una evidente fortaleza en la gestión y cuenta con el factor Barkos, EH Bildu se mantiene con buena vida y con una Bakartzo que puede acercar a nuevos votantes y hasta Podemos puede compensar su desastre interno con su pacto con una Izquierda Unida que va asumiendo interiormente la alianza con los morados (que con su triunfo en Navarra en las generales de 2016 demostraron que su marca está valorada por encima de los representantes de sus sucursales).