Catalunya desde La Ribera










Una década aproximadamente ha pasado del origen de la situación que está viviendo Catalunya en este momento. Años en los que me tocó vivir muy de cerca este proceso y evolución de la sociedad catalana, ya que tuve la suerte de pasar en Barcelona unos cuantos años de mi vida. Ni el más intrépido de los gurús políticos se hubiera atrevido a vaticinar la situación política en la que hoy nos encontramos; aunque, todo hay que decirlo, la frustración e indignación de la población catalana crecía a cada desplante y desprecio por parte del gobierno central, con la cerrazón e indiferencia a las llamadas al diálogo desde Catalunya al gobierno español, con las muestras de desprecio hacia una idiosincrasia y peculiaridad de un pueblo por parte del nacionalismo español y el centralismo más rancio, con el PP como máximo exponente, y la agresión hacia el Estatut refrendado por la ciudadanía y tumbado por el Constitucional.


Sobre el terreno, las manifestaciones y Diadas cada vez más multitudinarias, posteriores al 2006, ponían de manifiesto esta indignación creciente. Estos ejemplos de movilización popular, cada vez más concurridas y cargadas de indignación y reivindicación, hacían presagiar que algo a solucionar se venía encima; no menos curioso y desesperante ante estos ejemplos de manifestación popular año tras año era ver la incompetencia para hacer política y tomar el toro por los cuernos por parte del gobierno español; la incapacidad, en definitiva, para dialogar y respetar al diferente. Los motivos de esta actitud por parte del gobierno del PP ante la previsión de lo que podía venir son incomprensible viniendo de políticos que gestionan todo un país. ¿Simple ignorancia? ¿Conservar un puñado de votos de los nacionalistas españoles más ultras y reaccionarios? ¿O simple odio hacia el diferente?

Sea como sea, nunca entenderé esa actitud posesiva y totalitaria hacia el diferente, hacia el que tiene “sus cosas” y como no son como “mis cosas” ni las entiendo ni quiero que existan; si quieres estar junto a alguien, si quieres que ese alguien no se vaya. ¿no será más inteligente tratarlo con cariño, con respeto mutuo, con respeto hacia su forma de ser, con respeto hacia su lengua y modo de vida? Y si no te gusta y no estás dispuesto a aceptar cómo es el otro, cómo vive o en qué lengua se expresa, deja que decida si se quiere ir o no. Un ejemplo muy evidente de esto es el tremendo acoso y derribo contra la lengua catalana, tomando como instrumento los mass media estatales para mentir y manipular descaradamente sobre la marginación del castellano y la imposición del catalán; si no hubiera vivido tanto tiempo en Barcelona utilizando la lengua castellana sin problema alguno quizá a mí también me hubieran engañado. No es posible olvidar la campaña contra los productos catalanes promovida por el PP hace más de 10 años, que es la otra cara del mismo error del real decreto de este año para incitar la insolidaria y ridícula salida de las empresas de Catalunya.

En definitiva, bajo mi punto de vista, los motivos fundamentales para que se dé la tremenda evolución sociopolítica que ha llevado a pasar del apenas 20 por ciento al 50 por ciento de independentismo, para que se pase de la reivindicación de “estatut” a “independencia ”, para que el 80 por ciento de la población catalana quiera votar en un referéndum de autodeterminación son: desprecio a la soberanía del Parlament catalán y el pueblo de Catalunya y a la democracia por parte del PP acudiendo al Constitucional para tumbar el Estatut de Catalunya; desprecio, manipulación y ataques continuos a la cultura y el idioma catalán desde el nacionalismo español y sus medios de comunicación y clase política, provocando el hartazgo de gran parte de la ciudadanía; consideración por parte de esta ciudadanía de que como república independiente va a gozar de más calidad de vida y una sociedad más justa y democrática que permaneciendo en un reino de España con muchas carencia en este sentido y lastrado por un gobierno del PP de lo más corrupto de Europa y una constitución caduca y llena de carencias democráticas.

En mi opinión la sociedad catalana demuestra un talante de lo más práctico y lleno de lógica. No es una cuestión de nacionalismos; los estados son meros entes administrativos, que deben permanecer inalterables o con variaciones dependiendo de su correcto funcionamiento a nivel democrático y de derechos individuales y colectivos. Bien haríamos por otros lares en analizar y conocer de primera mano nuestra relación con el estado para poder opinar con el máximo rigor posible sobre la situación y relación real - por ejemplo, a nivel económico - dejando de lado sentimientos patrioteros que nublan nuestra vista a la hora de analizar y buscar la mejora de nuestra sociedad, reclamando por nuestros derechos, si así fuera necesario. Sociedad esta que se asienta sobre la tierra que pisamos y en la que vivimos, Navarra y la Ribera.

Si la sociedad actual navarra fuera consciente de injusticias, agravios o recorte de derechos propios o forales ¿actuaría como la sociedad catalana reclamando contra este tipo de situaciones?. A mi entender, la sociedad navarra en general si, con la sociedad ribera en particular tengo mis dudas. ¿Se levantaría la sociedad actual navarra, y ribera en particular, como lo hizo en 1894 ante la amenaza del ministro español Gamazo de suprimir el régimen fiscal foral de Navarra, dando lo lugar a “la Gamazada”? A mi entender, la sociedad navarra en general si, con la sociedad ribera en particular tengo mis dudas. Sin ir más lejos, y como curiosidad, hace unos pocos días el PP, inmerso en el frenesí represivo catalán y mostrando la patita antidemocrática que tiene, ha dejado caer que a lo mejor sería interesante aplicar “un 155” en Navarra. Vamos, lo que vendría a ser un golpe totalitario a nuestra foralidad en toda regla. Opinión que, sorprendentemente, !ha sido suscrita por los navarrísimos de UPN!

Pues bien, vamos a analizar la relación actual de Navarra con el estado y ese supuesto respeto a nuestros derechos forales y al convenio.

Para comenzar hay que señalar algo muy curioso. 28 han sido las leyes forales, que en los últimos años el gobierno de Madrid ha llevado ante el Tribunal Constitucional, leyes aprobadas por el Parlamento de Navarra; Navarra cuenta con el record estatal en materia de leyes recurridas y suspendidas. Esto supone que el gobierno español y su Tribunal Constitucional (T.C.) han disparado a ráfaga contra el Parlamento Foral por osar tan solo regular materias como la atención sanitaria universal, el fracking, los desahucios, las pagas del personal funcionario..., con criterios políticos diferentes a los de Madrid. Y en este rifi-rafe, las razones técnico-jurídicas defendidas por el Parlamento Foral se las han pasado por donde han querido.


Lo comentado anteriormente afecta de forma clara a nuestra autonomía y ámbito de decisión democrático. Pero vamos analizar cómo está la cosa en nuestra relación directa con el estado a nivel económico y el respeto a nuestro derechos forales de los que emana el convenio navarro con el estado:
Señalar que el presupuesto de Navarra ronda los 4.000.000.000 de euros.


Navarra tiene una relación de convenio con el estado por la cual la hacienda navarra calcula que debía pasar al estado 494.500.000 de euros en el 2017 y 541.700.000 de euros en el 2018. El estado hace su cálculo en 626.000.000 de euros para cada año, es decir una diferencia que los navarros y navarras no deberíamos pagar por injusta. Aquí cobra sentido esa frase de “España nos roba”. Como se cobra esta diferencia que Navarra no abona el estado? Pues muy sencillo: El estado debería devolver por ley el IVA de las exportaciones a la Hacienda Navarra. Lo que hace simplemente es no devolverlo; aquí vuelve a cobrar sentido con más fuerza si cabe y literalidad el “España nos roba”.

Hay que señalar que el mayor gasto de Navarra es en sanidad y educación, pero en tercer y cuarto lugar vienen el cupo o aportación que pagamos al estado y amortización e intereses de la deuda pública de Navarra, de la que son responsables los gobiernos de UPN y PSN.

Por ultimo por hacer otra comparativa; Navarra tiene 650.000 habitantes y Euskadi, por ejemplo, tiene 2.300.000 de habitantes. Mientras el estado nos pide a los navarros 626.000.000 de euros a nuestros vecinos vascongados les pide 930.000.000 de euros. El agravio comparativo está claro. Quizá la diferencia estriba en que los sucesivos gobiernos de la CAV desde la transición han mimado más sus derechos forales y han velado porque se dé justicia con respecto a estos y nuestros sucesivos gobernantes con UPN la cabeza han mirado por los derechos de Madrid y sus élites que por los de la ciudadanía navarra.

Quizá es la hora de que el nuevo gobierno cuatripartito demostrase valentía con este tema y la propia ciudadanía navarra comenzase a plantearse estas cuestiones.


Carlos Arellano Goi

Miembro de la Asamblea Municipal de Izquierdas – Corella Decide Erabaki

Miembro de la Asociación Ribera de Izquierdas – Erriberako Elkarte Ezkertiarra

Ex - militante de Aralar.