Truco o trato








La ciudadanía ha advertido que la mercancía que ofertaba UPN para esta legislatura estaba averiada. Y es que profecías apocalípticas que lanzaba la gente de bien, esa que segura de sí misma difunde estabilidad, amor por la tierra y decencia, no se han cumplido: Navarra no deja de crecer económicamente, el paro baja a buen ritmo, las políticas sociales son la bandera del nuevo Ejecutivo y todavía no se han creado campos de concentración para aprender euskera y zurcir ikurriñas.

Estos hechos han pillado a contrapié a UPN. Tras un cuarto de siglo en el poder (15 de los 24 años de mandato lo hicieron de prestado, ya que Ferraz forzó al PSN a no articular Gobiernos de progreso), la formación que dice liderar Esparza fue desalojada del poder autonómico y municipal por decisión popular. La ciudadanía navarra comprendió que ese partido que derrochaba discursos de ética y buena gestión ya no era gente de fiar. Y es que su palabrería se diluía como un azucarillo: Caja Navarra, el Canal de Navarra, el TAV, el Navarra Arena, el Circuito de los Arcos, la Ciudad del Transporte, el Museo de los Sanfermines y los Peajes en la sombra demostraron las políticas incompetentes de la formación regionalista, que dejó de herencia más de 3.500 millones de euros de deuda y dos siniestros retratos de Miguel Sanz y Yolanda Barcina, ejemplos navarros de lo que no hay que hacer.

Contrasta el ilusionante presente navarro tras el cambio y el siniestro pasado de UPN, por lo cual la formación regionalista está envuelta en un atolladero del que creen que solo hay una salida: echarse al monte. Desde Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra han intentado denunciar que en la convocatoria había varios partidos ultras: la Falange o VOX. Pero, ¿por qué se pone el foco sobre grupúsculos marginales y no sobre el verdadero partido ultra en esta legislatura en el Parlamento foral? Porque ha sido UPN el que ha sido capaz de defender que se mantenga la Cruz Laureada franquista del Palacio de Navarra, de echarse las manos a la cabeza porque Sanjurjo no sigue en su pirámide pamplonica o de ejercitar el juego sucio para que los protagonistas de la cacería del 36 sigan teniendo calles a su nombre en las ciudades navarras.

UPN quiere ejercer el desgaste impulsados por el ex amante de la ikurriña, José Javier Esparza. Pero la alarmante falta de carisma de su líder les impide recobrar el impulso perdido, tal y como se ve en las encuestas. En otras ocasiones las debilidades de los regionalistas las había compensado el sonoro rugido de Diario de Navarra, acostumbrado desde su fundación a ejecutar infames campañas en favor de los herederos del medievo. Pero las deudas arrastran al periódico centenario, que ahora los apoya con la boca pequeña, y por eso ahora fuerzan apariciones en la TVE de Rajoy y también por eso se han metido a aprender internet por cursillos de la mano del grotesco Navarra.com, que este sábado regaló globos y lametones a la manifestación por la bandera. Este evento fue un bufonesco truco de UPN, que sabe que esa bandera no se ha puesto nunca en cuestión, y puede ser el inicio del trato subterráneo de la formación regionalista para liderar una alternativa al cuatripartito con otro cuatripartito alternativo bendecido por Madrid, ciudad de la que la derecha navarra es esclava moral desde hace casi un siglo pese a su eterno discurso sobre su supuesto amor por Navarra.

Ese hipotético cuatripartito estaría conformado por el prepotente UPN y sus tres amigos pobres: el marginal PPN de Beltrán, el sumiso PSN, que sigue siendo incompatible con el cambio pese al triunfo de Pedro Sánchez y su monaguillo Santos Cerdán, y Ciudadanos, hasta ayer malvado antiforalista después de que Rivera se negase ante Esparza a retirar su lista foral por cuestión de Estado, eterno y ajado mantra del que ha vivido el partido de Barcina y Sanz desde su fundación. El problema es que UPN no deja de caer en las encuestas por su giro hacia la extrema derecha, el sumiso y mentiroso PSN no deja de desangrase tras tanta promesa incumplida, el PPN sigue siendo un fraude exclusivo para fanáticos y a Ciudadanos no le creen en el norte, gente de bien que no se traga la resurrección de Lerroux a manos de los de Rivera, ausentes en los Parlamentos de Navarra, Euskadi o Galicia y presentes en las merendolas de txistorra como la del sábado.

Pedro Pérez, e-Ribera